Los europeos prehist¨®ricos consum¨ªan leche animal milenios antes de poder digerirla
El cambio gen¨¦tico que favoreci¨® la tolerancia a la lactosa pudo surgir durante hambrunas y epidemias que castigaron a los intolerantes al az¨²car l¨¢cteo
Durante cientos de miles de a?os, los humanos adultos no pod¨ªan digerir la leche. Su organismo no la metabolizaba correctamente al no disponer de una enzima (la lactasa), que permite absorber la lactosa, el principal carbohidrato de origen l¨¢cteo. Sin embargo, hace unos pocos milenios (el momento exacto var¨ªa seg¨²n la regi¨®n) los europeos empezaron a consumir productos l¨¢cteos. Tambi¨¦n se produjo una mutaci¨®n gen¨¦tica permitiendo la persistencia de la lactasa despu¨¦s del destete. La ciencia consideraba estos dos procesos como uno de los mayores ejemplos de convergencia evolutiva: el consumo de un l¨ªquido con tantos nutrientes era una ventaja si dispon¨ªas de la capacidad de asimilarla. Ahora, uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha muestra que no hubo tal convergencia. El trabajo, que ha analizado miles de cer¨¢micas con restos de l¨¢cteos y el ADN antiguo de centenares de humanos prehist¨®ricos, concluye que los europeos consum¨ªan leche mucho antes de poder digerirla.
Durante su evoluci¨®n, los hom¨ªnidos, pero tambi¨¦n el resto de mam¨ªferos de los que se tiene informaci¨®n, perdieron la capacidad de producir lactasa tras el destete. Para la naturaleza parecer¨ªa la mejor soluci¨®n para favorecer la supervivencia de la especie, con unos ni?os dejando su puesto para la siguiente generaci¨®n. En una de las caracter¨ªsticas b¨¢sicas del Neol¨ªtico, los humanos corrigieron los designios naturales. La domesticaci¨®n de varios animales debi¨® ser primero por su carne. Pero tal y como muestran muchos yacimientos, poco a poco se fue introduciendo el consumo de leche. Las primeras pruebas de su consumo se han encontrado en Anatolia (Turqu¨ªa) hace m¨¢s de 9.000 a?os. Este fue uno de los focos de llegada de la cultura neol¨ªtica, con su sedentarizaci¨®n, agricultura y ganader¨ªa, hasta Europa. Y ya hace unos 6.000 a?os, los habitantes de las islas Brit¨¢nicas, consum¨ªan l¨¢cteos.
M¨¢s de un centenar de investigadores han elaborado una especie de mapa de la leche de Europa. Liderados por el profesor Richard Evershed, de la Universidad de Bristol, reunieron una base de datos con casi 7.000 restos de grasas animales detectados en miles de fragmentos de cer¨¢mica de 554 yacimientos de Anatolia, Oriente Pr¨®ximo y Europa. Publicado hoy en la revista cient¨ªfica Nature, el mapa muestra c¨®mo los l¨¢cteos se fueron extendiendo al ritmo marcado por la propia expansi¨®n de la cultura neol¨ªtica. Aunque hubo retrocesos y zonas donde la ingesta desaparece en un punto para reaparecer siglos despu¨¦s, la corriente parece clara: llegada hasta Europa por el sur mediterr¨¢neo, con una posterior expansi¨®n por la franja atl¨¢ntica del continente europeo, llegando ya hace unos 3.000 a?os a las regiones n¨®rdicas.
Uno de los puntos de ese mapa es El Portal¨®n de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca (Burgos). All¨ª, el estudio de centenares de fragmentos de cer¨¢micas en cuyos poros quedaron atrapados min¨²sculas cantidades de ¨¢cidos grasos ha ayudado a saber qu¨¦ com¨ªan y beb¨ªan los prehist¨®ricos. Eneko Iriarte, del Laboratorio de Evoluci¨®n Humana de la Universidad de Burgos y coautor del estudio de Nature, destaca la amplitud temporal del yacimiento de El Portal¨®n. ¡°El consumo de leche se detecta desde el neol¨ªtico, hace unos 7.400 a?os y, con el tiempo, la cantidad y variedad de productos l¨¢cteos van aumentando¡±, dice.
Sin embargo, tambi¨¦n El Portal¨®n ayuda a desmontar la teor¨ªa de que el consumo de leche y la persistencia de lactasa iban de la mano. En 2014, un estudio del ADN de 18 individuos neol¨ªticos hallados en este yacimiento mostr¨® que ninguno ten¨ªa la variaci¨®n gen¨¦tica (alelo) que permite la producci¨®n de la enzima m¨¢s all¨¢ de la ni?ez. De hecho, la presente investigaci¨®n publicada en Nature ha analizado el ADN antiguo de 1.786 humanos prehist¨®ricos de Asia y Europa para dibujar la emergencia y trayectoria del nuevo alelo. ¡°A comienzos del Neol¨ªtico todos eran intolerantes¡±, recuerda Iriarte. La proyecci¨®n de la persistencia de la lactasa sigue una gr¨¢fica en forma de S may¨²scula (conocida como funci¨®n sigmoidea): Durante milenios eran una minor¨ªa los prehist¨®ricos que pod¨ªan beber leche sin tener dolor de barriga, flatulencias o diarrea. Solo en torno a hace 4.000-3.000 a?os, la curva explota hacia arriba y as¨ª se ha mantenido hasta hoy en el que un tercio de la poblaci¨®n mundial, la mayor¨ªa de origen europeo o del Pr¨®ximo Oriente, puede beber leche sin problemas.
¡°El consumo de leche es un requisito necesario, pero la persistencia de la lactasa necesita de otros procesos¡±Eneko Iriarte, investigador del Laboratorio de Evoluci¨®n Humana de la Universidad de Burgos
Que hubiera varios milenios de diferencia entre el consumo significativo de l¨¢cteos y la generalizaci¨®n de la capacidad de digerir la lactosa supone, para los autores de esta investigaci¨®n, que se caiga la idea de la convergencia evolutiva. ¡°El consumo de leche es un requisito necesario, pero la persistencia de la lactasa necesita de otros procesos¡±, sostiene Iriarte. ?Cu¨¢les? Hace unos a?os dominaba la hip¨®tesis de la asimilaci¨®n del calcio. En su versi¨®n resumida, contar con la enzima tambi¨¦n de adultos favorecer¨ªa el aporte de vitamina D y calcio (y su absorci¨®n) a aquellos que no ten¨ªan la fuente m¨¢s natural de fijaci¨®n: la acci¨®n de la radiaci¨®n solar sobre la piel. Sin embargo, esto podr¨ªa valer para los europeos del norte, pero en el sur no hab¨ªa problemas de horas de sol. En Espa?a, por ejemplo, hasta dos tercios de la poblaci¨®n actual produce lactasa durante toda su vida.
El trabajo de 2014 con 18 individuos de El Portal¨®n acaba con una ¨²ltima frase que entonces podr¨ªa parecer una hip¨®tesis aventurada: ¡°En condiciones de hambruna, las consecuencias del alto consumo de alimentos con lactosa en individuos sin persistencia de la lactasa (particularmente diarrea) ser¨ªan m¨¢s severas que en individuos sin persistencia de la lactasa bien nutridos, lo que quiz¨¢s llevase a elevadas aunque ocasionales diferencias de selecci¨®n¡±. Es decir, no se tratar¨ªa tanto de que la mutaci¨®n gen¨¦tica ofreciera una ventaja en general a los que la portaban, sino que los intolerantes a la lactosa ten¨ªan menos posibilidades de salir adelante cuando ven¨ªan mal dadas.
El catedr¨¢tico de la Universidad de Burgos Jos¨¦ Miguel Carretero fue coautor de aquel estudio de 2014 y tambi¨¦n firma el actual de Nature. ¡°Entonces vimos que los neol¨ªticos de El Portal¨®n eran intolerantes y que ya no lo eran en la Edad del Bronce [hace entre 4.000 y 3.000 a?os]. Pero ten¨ªamos pocos datos. Era una hip¨®tesis, pero ahora parece que fue un proceso global¡±, dice Carretero. Tal y como lo ven ellos, en vez de una sinergia positiva entre el consumo de leche y los efectos beneficiosos de consumir un l¨ªquido tan rico como relativamente libre de pat¨®genos, la relaci¨®n entre este consumo y la persistencia de la lactasa era de otro tipo. En un contexto proclive a las crisis: primeros asentamientos convertidos en objetivos de ataques, convivencia con los animales y sus zoonosis, escasez de recursos..., la salud se ver¨ªa comprometida de forma espor¨¢dica y, en esos momentos, la leche ser¨ªa un recurso vital para todos, menos para los intolerantes.
¡°Si est¨¢s sano, eres intolerante a la lactosa y bebes mucha leche cruda, puedes tener algunos calambres, tal vez algo de diarrea, y tendr¨¢s gases. No ser¨¢ agradable, y puede ser embarazoso, pero no te vas a morir por ello. Sin embargo, si est¨¢s mal nutrido, y, por tanto, debilitado, y adem¨¢s tienes diarrea por tomar mucha leche cruda, entonces tienes problemas que ponen en peligro tu vida¡±, concluye Carretero.
Para defender el papel que tuvieron el hambre y la enfermedad, los autores del estudio relacionaron sus dos mapas, el de consumo de leche y el de la persistencia de la lactasa, con otros eventos y fen¨®menos como crisis clim¨¢ticas, hambrunas conocidas, colapsos de la producci¨®n agraria... Y vieron que hab¨ªa una relaci¨®n directa entre estos momentos de crisis y el aumento en el consumo de leche. En una nota colectiva, los autores concluyen: ¡°En estas condiciones, consumir leche habr¨ªa resultado en un aumento de las tasas de mortalidad, siendo especialmente vulnerables las personas que carecen de persistencia de lactasa. Esta situaci¨®n se habr¨ªa exacerbado a¨²n m¨¢s en condiciones de hambruna, cuando aumentan las tasas de enfermedad y desnutrici¨®n. Esto llevar¨ªa a que los individuos que no portan una copia de la variante del gen de persistencia de la lactasa tuvieran m¨¢s probabilidades de morir antes o durante sus a?os reproductivos, lo que elevar¨ªa la prevalencia de la persistencia de la lactasa en la poblaci¨®n¡±.
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