El problema con los suelos: un mundo vivo, desconocido y muy desprotegido
La biodiversidad de los suelos no suele ser considerada en las pol¨ªticas p¨²blicas ni en las ¨¢reas protegidas, seg¨²n la primera evaluaci¨®n global de los ¡®puntos calientes¡¯ para su conservaci¨®n. Para remediarlo, los cient¨ªficos muestran d¨®nde se necesitan mayores esfuerzos
Aunque solemos prestar m¨¢s atenci¨®n a mam¨ªferos peludos y ¨¢rboles frondosos, bajo nuestros pies hay un mundo fascinante que hierve en vida. Insectos, hongos, lombrices y criaturas microsc¨®picas con aspecto alien¨ªgena son algunos de los moradores de la tierra que contribuyen en el reciclaje de nutrientes, en la regulaci¨®n del ciclo del agua y en el almacenamiento de di¨®xido de carbono (CO2), permitiendo suelos sanos y f¨¦rtiles que nos brindan alimentos y que sostienen el planeta que conocemos. Y es que los suelos son la base de todos los ecosistemas terrestres. Sin embargo, enfrentan grandes amenazas a nivel global, mientras sus atributos ecol¨®gicos suelen pasarse por alto en las decisiones pol¨ªticas y en la gesti¨®n de las ¨¢reas protegidas.
Esa es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Nature, fruto del trabajo de un equipo internacional de cient¨ªficos que realiz¨® la primera evaluaci¨®n global de los puntos calientes (hotspots) para la conservaci¨®n de los suelos.
¡°El principal resultado que obtuvimos fue que los suelos en ¨¢reas del mundo, en las cuales su biodiversidad es hasta m¨¢s importante que la biodiversidad de plantas o mam¨ªferos, no est¨¢n efectivamente bajo medidas de conservaci¨®n¡±, explica Carlos A. Guerra, investigador del Centro Alem¨¢n de Investigaci¨®n Integrativa de la Biodiversidad (iDiv). ¡°Esto sucede porque nadie les da la importancia y parte de las medidas de conservaci¨®n que existen para el suelo son con fines productivos, es decir, para proteger su fertilidad, sin mirar el aspecto ¨²nico de la biodiversidad que tienen¡±, asegura.
La anterior reflexi¨®n constituye un llamado de atenci¨®n, ya que, como explica Fernando Alfaro, profesor asociado y director del Centro GEMA de la Universidad Mayor (Chile), ¡°los suelos son un componente critico de los ecosistemas que contribuyen en la regulaci¨®n de recursos esenciales, tales como nutrientes, energ¨ªa y agua, entre muchos otros¡±.
Para hacerse una idea, la investigaci¨®n incluy¨® m¨¢s de 10.000 observaciones de biodiversidad, es decir, de animales invertebrados (como insectos), hongos, bacterias, protistas y arqueas, y de otros indicadores en 615 muestras de suelo de todos los continentes. Luego analizaron tres dimensiones ecol¨®gicas del suelo: la riqueza de especies, la singularidad de sus comunidades biol¨®gicas, y los denominados servicios ecosist¨¦micos, es decir, los beneficios que proporcionan, como la regulaci¨®n del agua y el almacenamiento de carbono.
De esa manera, identificaron los puntos prioritarios para la conservaci¨®n de los suelos, que se encontrar¨ªan principalmente en los tr¨®picos, en Am¨¦rica del Norte, en el norte de Europa y en Asia. De partida, los suelos de ecosistemas templados, como algunas zonas de Europa, muestran una mayor biodiversidad local, es decir, una alta variedad de especies. En cambio, Alfaro detalla que ¡°se pueden observar altos valores de singularidad en algunos ambientes t¨ªpicos de Am¨¦rica Latina como son los bosques tropicales (por ejemplo, el sur de la Amazonia) y los ecosistemas ¨¢ridos (como el desierto de Atacama). En estos ambientes se pueden encontrar comunidades biol¨®gicas del suelo constituidas por grupos de especies singulares y, por lo general, restringidas a estas ¨¢reas en particular¡±.
Guerra explica, por su parte: ¡°En los tr¨®picos, las comunidades son muy ¨²nicas, y no hay mucha diversidad localmente. Imagine que va a un lugar y encuentra 10 especies, y luego se mueve un kil¨®metro y tiene otras diez especies distintas. Las comunidades son muy diferentes. Y en otras zonas, como la costa del Pac¨ªfico de Sudam¨¦rica o hasta la misma Europa, lo que tienen es una diversidad espec¨ªfica local muy grandes¡±. Dicho de otra forma: no basta con fijarse en la cantidad de especies, sino tambi¨¦n en cu¨¢n ¨²nicas y distintas son las comunidades que conforman en los suelos.
Los beneficios de la naturaleza alcanzan su auge en latitudes m¨¢s fr¨ªas como, por ejemplo, ¡°cerca del ?rtico, en la tundra, donde hay zonas que son muy ricas en carbono¡±, puntualiza el investigador del iDiv, quien destaca que los tr¨®picos, desiertos y zonas de elevada altitud como los Alpes o el Himalaya ¡°tienen una mezcla de diversidad, de singularidad y de servicios ecosist¨¦micos que vale la pena proteger a escala global¡±.
Pese a ello, los valores ecol¨®gicos de los suelos suelen ser omitidos en la toma de decisiones, lo que acarrea una serie de riesgos.
El suelo como un espacio vivo
¡°No hay nada que crezca en el suelo que no dependa de su diversidad¡±, subraya Guerra en alusi¨®n a la apremiante necesidad de resguardar la integridad de los suelos. Sin embargo, la informaci¨®n sobre los suelos se ha enfocado durante largo tiempo en sus propiedades f¨ªsicas o qu¨ªmicas, m¨¢s que en sus aspectos biol¨®gicos y ecol¨®gicos. Adem¨¢s, las pol¨ªticas p¨²blicas y la gesti¨®n de ¨¢reas protegidas no suelen considerar a los suelos desde la perspectiva de su biodiversidad.
De hecho, cuando los investigadores compararon los puntos prioritarios para la conservaci¨®n de suelos con las ¨¢reas protegidas actuales, observaron que alrededor de la mitad de los hotspots identificados no est¨¢n bajo ninguna medida de conservaci¨®n oficial. Esto se debe a que las figuras de protecci¨®n oficial se han dise?ado para proteger plantas, aves o mam¨ªferos, pero, aunque sea una obviedad, todas esas especies requieren de un ecosistema sostenido por los suelos para sobrevivir. ¡°Cuando buscamos acciones relacionadas con el suelo en los planes de las ¨¢reas protegidas no existen. No hay una ¨²nica medida que sea efectivamente para la protecci¨®n de la biodiversidad del suelo¡±, lamenta Guerra.
Por estos antecedentes, Alfaro expresa que ¡°este tipo de estudios justamente intenta enriquecer nuestro conocimiento sobre las caracter¨ªsticas biol¨®gicas (como la diversidad) y funcionales de los suelos, para proporcionar de esta manera insumos que permitan que los tomadores de decisiones generen pol¨ªticas de conservaci¨®n acordes a las necesidades del siglo XXI, tales como los que presentan los escenarios de cambio global¡±.
Y es que los suelos desempe?an un papel clave en la conservaci¨®n de la naturaleza en general y en la mitigaci¨®n de los efectos de la crisis clim¨¢tica, solo por nombrar algunas de sus m¨²ltiples contribuciones. Pero son, a su vez ,vulnerables al mismo cambio clim¨¢tico y a la intensificaci¨®n de su uso (como la deforestaci¨®n, la contaminaci¨®n, la erosi¨®n, entre otros).
Por ejemplo, la biodiversidad del suelo disminuye cuando se establecen monocultivos agr¨ªcolas a gran escala y se usan insumos externos como fertilizantes sint¨¦ticos y pesticidas que acaban con las bacterias, hongos, protistas y tantos otros moradores que robustecen la vitalidad de la tierra. Esto acarrea una serie de consecuencias, como la p¨¦rdida de productividad alimentaria. Por lo mismo, hay empresas que venden inoculantes microbianos, o sea, un conjunto de microorganismos para recuperar la diversidad (y con ello, la salud) de los suelos, en un intento por amortiguar los efectos de la agricultura industrial.
Pero eso no es todo. La p¨¦rdida de biodiversidad de los suelos puede derivar, incluso, en una mayor presencia de microorganismos pat¨®genos (que pueden afectar, por ejemplo, a las plantas), como se ha reportado en zonas urbanas y tambi¨¦n en paisajes agr¨ªcolas. Como explica Guerra: ¡°Cuando quitas un bosque para utilizar ese suelo con fines agr¨ªcolas, matas lo que tienes y la proporci¨®n de pat¨®genos aumenta. Y eso significa que despu¨¦s no tienes producci¨®n y se produce el desplazamiento de comunidades¡±.
En otras palabras, se perpet¨²a el c¨ªrculo vicioso.
Por ello, Guerra apunta a la necesidad de ¡°proteger el suelo como un espacio vivo¡±, partiendo por considerarlo no solo en la actividad agr¨ªcola, sino tambi¨¦n en el manejo forestal y en las iniciativas de conservaci¨®n, entre otras actividades humanas. El equipo de investigadores tambi¨¦n llama a priorizar el resguardo de su naturaleza en las pol¨ªticas internacionales y negociaciones de los objetivos de biodiversidad para 2030.
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