Un ¡®ovni¡¯ en espiral creado por un cohete de Elon Musk, otro fen¨®meno que contamina los cielos
Informes oficiales del flamante observatorio Vera Rubin y del Gobierno de EE UU vuelven a alertar sobre el da?o que los artefactos de SpaceX perpetran a la investigaci¨®n astron¨®mica
El astr¨®nomo Ichi Tanaka, investigador del telescopio Subaru, no sal¨ªa de su asombro al ver la imagen que acababa de captar la c¨¢mara que tienen instalada en el observatorio de Mauna Kea, en Haw¨¢i. Una espectacular espiral azulada y luminosa cruzaba el cielo nocturno: ¡°Eso es lo que vi y fue un evento asombroso para m¨ª¡±, cont¨® Tanaka cuando el Subaru comparti¨® el v¨ªdeo en redes sociales.
El inusual fen¨®meno astron¨®mico no ten¨ªa mucho misterio, seg¨²n explicaban los cient¨ªficos del Observatorio Astron¨®mico Nacional de Jap¨®n: ¡°La espiral parece estar relacionada con el lanzamiento de un nuevo sat¨¦lite por parte de la empresa SpaceX¡±. Los c¨¢lculos no ofrec¨ªan dudas: justo se encontraba en la trayectoria del ¨²ltimo lanzamiento de la compa?¨ªa de cohetes del magnate Elon Musk, cuando un cohete Falcon 9 puso en ¨®rbita un sat¨¦lite militar de GPS.
Esa vistosa forma, con la apariencia de una peque?a galaxia, surge cuando la etapa superior del Falcon 9 avienta el combustible remanente durante su largo descenso hacia el oc¨¦ano. Ese pedazo de chatarra espacial ¡°probablemente gira sobre su eje m¨¢s largo para estabilizar la orientaci¨®n del vuelo, de ah¨ª la forma de espiral¡±, explicaba SpaceWeather.
No es la primera vez que el combustible sobrante causa fen¨®menos visuales observables desde varios continentes a medida que la basura espacial cae en la atm¨®sfera terrestre. Espirales como la hawaiana se hab¨ªan registrado desde Nueva Zelanda en junio y en abril desde el mismo observatorio. Adem¨¢s, tambi¨¦n se han observado ¡°medusas espaciales¡± generadas por los gases expulsados durante los lanzamientos de los cohetes.
Ovnis y wifis
Todos estos fen¨®menos se suman a los trenes y enjambres de sat¨¦lites Starlink, tambi¨¦n de Musk, que aspiran a convertir los cielos en una gigantesca red de wifi accesible en casi cualquier punto del planeta, gracias a decenas de miles de aparatos en ¨®rbita. Con todo ese aparataje en los cielos, no es extra?o que la observaci¨®n de Fen¨®menos A¨¦reos No Identificados se haya disparado, seg¨²n un informe oficial del Pent¨¢gono.
Es m¨¢s que una an¨¦cdota: esa espiral en los cielos del observatorio m¨¢s importante del planeta, el que se sit¨²a en la cumbre hawaiana de Mauna Kea, es una piedra m¨¢s en el zapato de la astronom¨ªa. Un zapato lleno de guijarros con el logo de SpaceX. La fiebre del oro espacial impulsada sobre todo por la compa?¨ªa de Musk est¨¢ cubriendo la b¨®veda celeste con todo tipo de cacharros y fen¨®menos que son ruido infernal para los cient¨ªficos que tratan de recoger informaci¨®n astron¨®mica. La Uni¨®n Astron¨®mica Internacional es clara: ¡°Se calcula que los rastros de las constelaciones de sat¨¦lites ser¨¢n lo suficientemente brillantes como para saturar los modernos detectores de grandes telescopios¡±.
El ¨²ltimo en sumarse a las quejas ha sido el Observatorio Vera Rubin, un potent¨ªsimo (y car¨ªsimo, m¨¢s de 400 millones de euros) telescopio instalado en Chile que se estrenar¨¢ este a?o para realizar el mayor censo estelar de la historia. ¡°Los 400.000 sat¨¦lites de ¨®rbita terrestre baja recientes y planificados amenazan el potencial de descubrimiento del censo¡±, asegura un trabajo oficial del observatorio. Y a?ade que pueden ser una fuente sistem¨¢tica de ¡°falsas alertas¡±. ¡°Es un desaf¨ªo para el an¨¢lisis de datos cient¨ªficos, que agrega un esfuerzo significativo y limita potencialmente el descubrimiento de lo inesperado¡±, concluye el informe.
¡°Nos encontramos en alg¨²n punto entre lo muy malo y lo terrible¡±, lamenta con sorna el astr¨®nomo Jonathan McDowell, del Centro de Astrof¨ªsica Harvard Smithsonian. ¡°Unos pocos miles de sat¨¦lites son una molestia, pero cientos de miles son una amenaza existencial para la astronom¨ªa terrestre¡±, resum¨ªa en declaraciones a Scientific American. ¡°El impacto para la astronom¨ªa es pr¨¢cticamente el principio del fin de la noche¡±, alertaba hace tiempo el premio Nobel de F¨ªsica Didier Queloz, ¡°pero a la gente que manda estos sat¨¦lites les da igual: nunca han hablado con astr¨®nomos, ni con el p¨²blico¡±. ¡°Son gente mercantilizando el cielo ahora mismo, ganan dinero con ello, y la consecuencia es que vamos a perder el cielo¡±, sentenci¨® Queloz.
La Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE UU tambi¨¦n public¨® un informe en septiembre en el que se?ala que este aumento de la actividad espacial provocar¨¢ que se multiplique la chatarra orbital, las emisiones contaminantes en la alta atm¨®sfera con efectos nocivos desconocidos y el perjuicio a la astronom¨ªa. ¡°Los sat¨¦lites pueden reflejar la luz solar y transmitir se?ales de radio que obstruyen las observaciones de los fen¨®menos naturales¡±, conclu¨ªa.
Hace unos d¨ªas, publicaron un acuerdo de colaboraci¨®n SpaceX y la Fundaci¨®n Nacional de Ciencias de EE UU, que financia muchos de los proyectos astron¨®micos m¨¢s potentes. La compa?¨ªa de Elon Musk, tras a?os ignorando las quejas del mundo de la astronom¨ªa y con todos sus proyectos viento en popa, se compromete a tratar de minimizar el impacto de sus actividades en la investigaci¨®n. Mientras tanto, siguen apareciendo espirales luminosas sobre los observatorios.
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