Barbie contra los chimpanc¨¦s: ?por qu¨¦ los ni?os juegan menos con mu?ecas?
Los humanos no somos los ¨²nicos que se divierten con juguetes. Estudiar c¨®mo lo hacen otros primates puede ayudarnos a entender por qu¨¦ los machos eligen m¨¢s objetos con ruedas
En 2018, viaj¨¦ con tres compa?eras a una peque?a isla del archipi¨¦lago de las Quimbas, en Mozambique. Nuestro objetivo era explorarla para investigar una poblaci¨®n de monos (Cercopithecus mitis) que viv¨ªa all¨ª, porque ¨¦ramos estudiantes de primatolog¨ªa y ten¨ªamos que hacer nuestro trabajo de fin de m¨¢ster.
Recuerdo la emoci¨®n que sentimos cuando, tras tres meses sin que cayera una gota, llegaron las primeras lluvias. El bosque se volvi¨® m¨¢s verde, los ¨¢rboles se llenaron de frutos y los monos tuvieron un respiro. ...
En 2018, viaj¨¦ con tres compa?eras a una peque?a isla del archipi¨¦lago de las Quimbas, en Mozambique. Nuestro objetivo era explorarla para investigar una poblaci¨®n de monos (Cercopithecus mitis) que viv¨ªa all¨ª, porque ¨¦ramos estudiantes de primatolog¨ªa y ten¨ªamos que hacer nuestro trabajo de fin de m¨¢ster.
Recuerdo la emoci¨®n que sentimos cuando, tras tres meses sin que cayera una gota, llegaron las primeras lluvias. El bosque se volvi¨® m¨¢s verde, los ¨¢rboles se llenaron de frutos y los monos tuvieron un respiro. Los juveniles empezaron a jugar y las hembras a parir. Casi cada ma?ana, descubr¨ªamos a un nuevo beb¨¦ reci¨¦n nacido.
Un d¨ªa, est¨¢bamos siguiendo a una de estas madres, cuando observamos un comportamiento que nos llam¨® la atenci¨®n: hab¨ªa un juvenil, cuyo sexo no pod¨ªamos identificar, que segu¨ªa a la madre de manera insistente. Quer¨ªa oler al beb¨¦, tocarlo, inspeccionarle los genitales e incluso a veces intentaba robarlo. Cuando la madre no le dejaba, gritaba con frustraci¨®n. De pronto, cogi¨® una piedra del suelo con una mano y, durante unos minutos, la transport¨® pegada a su vientre como hacen las madres con sus beb¨¦s.
Ocho a?os antes, los primat¨®logos Sonya Kahlenberg y Richard Wranham hab¨ªan publicado un art¨ªculo describiendo un comportamiento similar en chimpanc¨¦s. A menudo, en el Parque Nacional del Bosque de Kibale, en Uganda, los chimpanc¨¦s j¨®venes sujetan piedras o troncos como si fueran beb¨¦s reci¨¦n nacidos. A veces se llevan estos objetos al nido donde duermen e incluso les construyen su nido particular.
Caricias o pelotazos
Reportaron que las hembras j¨®venes ten¨ªan estos comportamientos con bastante m¨¢s frecuencia que los machos, hasta tres o cuatro veces m¨¢s. Adem¨¢s, estos eran menos delicados, pues a menudo daban patadas a la piedra de la misma forma que se dan patadas cuando juegan entre ellos.
Una posible explicaci¨®n a esta diferencia entre sexos es que las hembras tuviesen en general una mayor propensi¨®n a utilizar objetos, pero no es el caso. A los machos j¨®venes les encanta jugar con palos y piedras como si fuesen armas. Por el contrario, los autores propusieron que las diferencias se podr¨ªan deber a un mayor inter¨¦s de las hembras en practicar el cuidado de los beb¨¦s. De hecho, en cuanto la hembra ten¨ªa a su primera cr¨ªa, ya no volv¨ªa a actuar as¨ª.
Tambi¨¦n existen otros reportes de primates hembras que juegan con ¡°mu?ecas¡±. Por ejemplo, en 2022, el famoso primat¨®logo y divulgador cient¨ªfico Frans de Waal public¨® un libro titulado Diferentes: lo que los primates nos ense?an sobre el g¨¦nero (Tusquets). El primer cap¨ªtulo, que trata sobre c¨®mo juegan los ni?os, las ni?as y otros primates, comienza con la siguiente an¨¦cdota:
¡°Una ma?ana, a trav¨¦s de mis binoculares, vi a Amber?encaminarse hacia la isla en una extra?a postura encorvada, renqueando sobre una mano y dos piernas. Con la otra mano abrazaba la cabeza de un cepillo de crin contra su vientre, exactamente igual que una madre chimpanc¨¦ sostiene a un neonato que es demasiado peque?o y d¨¦bil para agarrarse por s¨ª solo. Amber?era una hembra adolescente de la colonia de chimpanc¨¦s del zoo de Burgers. Uno de los cuidadores debi¨® de dejarse el cepillo, y Amber?le hab¨ªa quitado el mango. Ocasionalmente, lo acicalaba y deambulaba con el cepillo colocado en la grupa, como una madre cargando con un reto?o m¨¢s crecido¡±.
En los infantes humanos encontramos un patr¨®n similar al de los chimpanc¨¦s: las ni?as juegan mucho m¨¢s con mu?ecas que los ni?os, en todas las culturas. Sin duda, desde peque?os aprendemos que algunas actividades son socialmente m¨¢s aprobadas para un g¨¦nero u otro, y con frecuencia se estigmatiza a los ni?os que juegan con mu?ecas. Sin embargo, las observaciones con primates indican que tambi¨¦n podr¨ªa existir una base biol¨®gica.
Para comprobarlo, en 2008 se llev¨® a cabo un experimento en el Centro de Investigaci¨®n de Yerkes con macacos (Macaca mulatta). A 39 infantes les dieron distintos objetos para que se divirtieran. Unos eran juguetes com¨²nmente asociados a chicos, como pelotas, tractores y otros objetos con ruedas, y otros eran peluches similares a mu?ecas, que solemos asociar a las chicas. El resultado fue que, al igual que ocurre con los humanos, los machos prefirieron los juguetes con ruedas a los peluches, mientras que las hembras no mostraron preferencias.
Este resultado llama la atenci¨®n, sobre todo si tenemos en cuenta que los macacos no tienen este tipo de objetos en su h¨¢bitat natural. En un gran n¨²mero de especies de mam¨ªferos, cada sexo juega de manera diferente: los machos suelen tener un juego m¨¢s din¨¢mico y brusco que las hembras. Por tanto, es posible que los juguetes con ruedas permitieran a los macacos desarrollar este tipo de juego mejor que los peluches.
Si dos machos j¨®venes de macaco o chimpanc¨¦ se ponen a jugar con una mu?eca, lo m¨¢s probable es que esta termine destrozada. Cada uno agarrar¨¢ un extremo y tirar¨¢n de ¨¦l en una lucha por hacerse con el objeto, demostrando as¨ª qui¨¦n es el m¨¢s fuerte. Por el contrario, las hembras lo arropar¨¢n y le inspeccionar¨¢n la zona de los genitales. Son m¨¢s propensas a los cuidados.
Estas diferencias en el tipo de juego tambi¨¦n se ha observado en los humanos. Los ni?os son m¨¢s en¨¦rgicos y las ni?as utilizan m¨¢s los juegos narrativos. Por lo tanto, es posible que ni?os y ni?as tengan juguetes distintos porque escogen aquellos que les permiten desarrollar mejor su tipo de juego. En 1982, un estudio estadounidense hizo una encuesta para averiguar los motivos por los que estos escog¨ªan los juguetes. El 55% habl¨® de lo que pod¨ªa hacer con esos juguetes, frente al 1% que hizo referencia a su g¨¦nero.
Por supuesto, esto no quiere decir que su entorno cultural no afecte. Uno de los juguetes preferidos de los macacos del experimento era un carrito de la compra en miniatura, pero este no es un juguete popular entre los ni?os humanos, probablemente por el imaginario asociado a ¨¦l.
Es importante aclarar que hablamos en t¨¦rminos generales, siempre hay excepciones. Por ejemplo, la exposici¨®n en el ¨²tero a hormonas sexuales influye en las preferencias por los juguetes. Las ni?as con hiperplasia suprarrenal cong¨¦nita, que secretan m¨¢s andr¨®genos de lo normal, presentan un juego m¨¢s parecido al de los chicos y tambi¨¦n eligen juguetes t¨ªpicamente masculinos con m¨¢s frecuencia. Esto es as¨ª, aunque desde peque?as se les anime a utilizar juguetes supuestamente femeninos. Quiz¨¢s, los adultos tenemos menos poder sobre el juego de nuestros hijos e hijas del que nos pensamos.
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