Los grandes simios tambi¨¦n son bromistas
Un estudio con grupos de bonobos, chimpanc¨¦s, orangutanes y gorilas muestra que comparten con los humanos la capacidad para la burla
Como los humanos, los grandes simios tienen cosquillas, se r¨ªen y juegan. Y ahora se confirma que tambi¨¦n se pitorrean. El estudio de las interacciones dentro de grupos de bonobos, chimpanc¨¦s, orangutanes y gorilas muestra que algunos, en especial los m¨¢s j¨®venes, tiran del pelo, golpean en la espalda para salir corriendo al instante o se colocan enfrente de alg¨²n adulto con los rostros casi toc¨¢ndose. Pa...
Como los humanos, los grandes simios tienen cosquillas, se r¨ªen y juegan. Y ahora se confirma que tambi¨¦n se pitorrean. El estudio de las interacciones dentro de grupos de bonobos, chimpanc¨¦s, orangutanes y gorilas muestra que algunos, en especial los m¨¢s j¨®venes, tiran del pelo, golpean en la espalda para salir corriendo al instante o se colocan enfrente de alg¨²n adulto con los rostros casi toc¨¢ndose. Para las autoras de este nuevo trabajo, que las especies de hom¨ªnidos, incluida la humana, compartan la habilidad para la mofa indica que hace 13 millones de a?os, cuando sus linajes divergieron, esta dimensi¨®n del humor ya exist¨ªa, lo que indicar¨ªa que la burla tuvo y tiene un enorme papel evolutivo.
Los peque?os humanos ya vacilan a sus padres desde los siete u ocho meses, cuando les esconden objetos, se les echan encima o se divierten desobedeciendo. Aunque no es algo tan elaborado como contar un chiste o los juegos, estos comportamientos son esenciales en la interacci¨®n social. Este ¡°tocar las narices¡±, como lo denomina el primat¨®logo Josep Call, tiene varias caracter¨ªsticas que lo diferencian del juego: es unidireccional, busca provocar a la v¨ªctima, suele ser sorpresivo, se repite hasta que el otro responde y, casi siempre, sin dejar de mirarle. Un amplio grupo de primat¨®logos grab¨® decenas de horas a j¨®venes de las cuatro especies de grandes simios de distintos zoos y centros de investigaci¨®n. Seg¨²n sus resultados, publicados en la revista cient¨ªfica Proceedings of the Royal Society B, registraron unas 500 interacciones sociales no violentas y, de ellas, unas 140 las clasificaron como bromas, mofas o burlas.
El primer resultado del estudio es que los adultos no gastan bromas, las sufren. En solo dos ocasiones, el bromista y el sufridor fueron adultos. El resto de las interacciones las iniciaron los j¨®venes de cada grupo. El trabajo buscaba grabar a los peque?os, lo que pudo ocultar interacciones entre los mayores. Por especies, los m¨¢s vacilones parecen ser los chimpanc¨¦s (con 84 eventos), seguidos de orangutanes y bonobos y, ya m¨¢s lejos, los gorilas (con solo 7 eventos). Las autoras del trabajo recuerdan que no se pueden hacer comparaciones entre especies por lo reducido de la muestra (34 individuos, con 5 j¨®venes). Aunque la mayor¨ªa de las provocaciones iban dirigidas a los mayores, rara vez las v¨ªctimas eran las madres. Esta observaci¨®n va en la direcci¨®n contraria a la observada centralidad de la relaci¨®n materno filial en estos grupos. Entre los bonobos, por ejemplo, la madre ayuda al hijo en sus relaciones con las hembras. Y las cr¨ªas de orangut¨¢n depende por completo de lo que les ense?an sus madres.
¡°La orangutana Aisha y la bonoba Belle nunca se burlaban de sus madres¡±, detalla la investigadora del Instituto Max Planck de Conducta Animal, Desarrollo y Evoluci¨®n de la Cognici¨®n (Alemania) y primera autora del estudio, Isabelle Laumer. Por su parte, las dos cr¨ªas de chimpanc¨¦s de la muestra pusieron a prueba la paciencia de sus progenitoras en un 14% de las veces, una y en un 8%, la otra. ¡°La excepci¨®n fue la joven gorila Denny, que dirigi¨® sus conductas de burla hacia su madre o su padre la mayor parte del tiempo (71% y 14% respectivamente)¡±, a?ade. Pero, de nuevo, la muestra limita hacer generalizaciones. Tienen planeado ampliar el estudio a un mayor n¨²mero de animales.
De las 18 conductas burlonas o bromistas que identificaron los investigadores, las m¨¢s habituales fueron las de empujar, golpear o ponerse en medio fastidiando. Tambi¨¦n destacaron tirar del pelo y quitarle cosas o comida, aunque no fuera para com¨¦rsela. En casi todos estos casos, lo hacen sin dejar de mirar a la v¨ªctima. Como sucede entre los humanos, mirar al otro mientras se gasta una broma, m¨¢s si es sorpresiva o pesada, evita malas interpretaciones. De hecho, solo el 5% de las respuestas fueron consideradas como violentas. Y hab¨ªa un patr¨®n muy humano tambi¨¦n: la repetici¨®n de la acci¨®n si el que la soportaba no respond¨ªa. Casi todos los j¨®venes insist¨ªan en incordiar hasta que lograban la atenci¨®n del objetivo. Para las autoras, este patr¨®n refuerza su idea de que hay una intencionalidad detr¨¢s de estos comportamientos.
En las im¨¢genes (ver v¨ªdeo m¨¢s arriba), los j¨®venes provocan y se alejan, pero siempre acaban mirando al provocado. Muchos de estos comportamientos parec¨ªan utilizarse para incitar una respuesta, o al menos para atraer la atenci¨®n. ¡°Era com¨²n que los provocadores agitaran o balancearan repetidamente una parte del cuerpo u objeto en mitad del campo de visi¨®n del objetivo, le golpearan o pincharan, interrumpieran sus movimientos, tiraran de su cabello o realizaran otros comportamientos que eran extremadamente dif¨ªciles de ignorar¡±, relata Erica Cartmill, del departamento de antropolog¨ªa de la Universidad de California, Los Angeles, y autora s¨¦nior de la investigaci¨®n. Entre la respuesta de los provocados, predomina la paciencia. El 27% ignoraron a los bromistas. En otro 24%, la cosa se zanj¨® con un manotazo u otra agresi¨®n leve y el 17% se limitaron a alejarse.
Las autoras del trabajo destacan que la existencia de estas bromas y provocaciones l¨²dicas en las cuatro especies de grandes simios y en los humanos, aun antes de que estos aprendan a hablar, sugiere que el ancestro com¨²n de todas ellas, que divergieron hacer unos 13 millones de a?os, ya ten¨ªa estos comportamientos. ¡°Para desentra?ar la evoluci¨®n del humor en nuestra especie, planeamos estudiar tambi¨¦n el comportamiento de burla y juego en otras. Ahora sabemos que los cuatro grandes simios hacen bromas juguetonas. El siguiente paso ser¨ªa investigar si otras especies de primates y otros animales con cerebros grandes tambi¨¦n muestran esta conducta¡±, comenta Laumer.
El primat¨®logo de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido) Josep Call, no relacionado con este estudio, lleva a?os estudiando la complejidad tanto de la mente como de las relaciones sociales en los primates, incluidas algunas que podr¨ªan asemejarse a la amistad entre humanos. ¡°El teasing [bromas, pitorreo, en ingl¨¦s] es algo que se ve muy a menudo entre chimpanc¨¦s j¨®venes y a veces entre adultos. Forma parte de las conductas de juego, t¨ªpicamente de forma relativamente amistosa, aunque a veces las cosas se desmadran y lo que empieza como un juego se convierte en un episodio agresivo¡±, cuenta en un correo. Las investigadoras recordaron que ya Jane Goodall y otros primat¨®logos de campo hab¨ªan mencionado comportamientos similares en los chimpanc¨¦s hace muchos a?os. La cient¨ªfica chilena Isabel Behncke, tambi¨¦n ha investigado la risa en su especie hermana, los bonobos. Pero este nuevo estudio es el primero en analizar sistem¨¢ticamente las burlas juguetonas en los cuatro grandes simios.
Sobre la funci¨®n de las bromas, Call es m¨¢s prudente. Cree obligado realizar estudios m¨¢s amplios y especialmente dise?ados para estudiar estas conductas, pero aporta una idea: ¡°Una posibilidad es que es una manera que tienen los j¨®venes de ver hasta donde pueden llegar con otros individuos¡±. En los humanos, esto encajar¨ªa con las bromas pesadas. De hecho, este tipo de comportamiento coquetea con el juego y con la violencia a la vez. ¡°M¨¢s adelante, dichas conductas, sobre todo en machos, se tornan m¨¢s serias y agresivas y los machos adolescentes las utilizan para intimidar a otros individuos y subir puestos en la jerarqu¨ªa social¡±, concluye Call.
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