Chimpanc¨¦s y bonobos recuerdan a sus amigos d¨¦cadas despu¨¦s de estar separados
Un experimento muestra que los parientes evolutivos m¨¢s cercanos de los humanos tambi¨¦n tienen una elevada memoria social
A pesar de haber pasado 26 a?os sin ver su hermana Loretta y a su sobrino Erin, la bonoba Louise los reconoci¨® en las fotograf¨ªas que le ense?aron los cient¨ªficos, deteniendo su mirada en su familia. Como, ella, otros bonobos y chimpanc¨¦s han demostrado tener una elevada memoria social. En un trabajo pionero, miembros de ambas especies recordaron a compa?eros del grupo al que hab¨ªan pertenecido tiempo atr¨¢s. El recuerdo era m¨¢s profundo si la valencia de la relaci¨®n era positiva. Es decir, si eran amigos. Para los autores del trabajo, esta capacidad que comparten con los humanos est¨¢ en la base de las sociedades complejas.
La idea de investigar si los grandes simios son capaces de recordar a sus conocidos surgi¨® de la propia experiencia de los cient¨ªficos con los que interactuaban. Estos ve¨ªan que los animales los reconoc¨ªan cuando volv¨ªan a visitarlos al cabo de un a?o, dos o cinco. Para confirmarlo, un grupo de primat¨®logos, antrop¨®logos y psic¨®logos dise?aron un experimento en el que mostraban dos im¨¢genes a la vez en una pantalla. En una aparec¨ªa un ex miembro del grupo al que pertenec¨ªa el que miraba, pero que hac¨ªa tiempo que ya no estaba (por haber fallecido o ser trasladado de instalaci¨®n). En la otra, otro ejemplar de su especie, pero completamente extra?o. El monitor contaba con un sistema para detectar los movimientos del ojo. Los experimentos los realizaron con 26 chimpanc¨¦s y bonobos de los zoos de Edimburgo (Reino Unido), Planckendael (Pa¨ªses Bajos) y el santuario de Kumamoto (Jap¨®n). Los pases de im¨¢genes solo duraban tres segundos. El primat¨®logo de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido) y coautor del trabajo Josep Call explica la brevedad: ¡°A un ni?o, lo pones delante de un problema y mira y mira. Los chimpanc¨¦s no lo hacen as¨ª. Miran a un lado, despu¨¦s al otro y de nuevo a este lado. Su atenci¨®n est¨¢ distribuida de una forma diferente. Por eso hay que darles test que sean breves para capturar su atenci¨®n en ese momento¡±.
En esos test, tanto los chimpanc¨¦s como los bonobos dedicaron de media 0,24 segundos m¨¢s a mirar las im¨¢genes de los que hab¨ªan sido sus compa?eros de grupo, seg¨²n detallan en la revista cient¨ªfica PNAS. Y el recuerdo era duradero. De media, los que realizaron los ensayos hab¨ªan estado cinco a?os y medio sin ver a los que aparec¨ªan en las im¨¢genes.
¡°No hubo diferencias entre chimpanc¨¦s y bonobos¡±, recuerda Call. Ambas especies son, desde un punto de vista evolutivo, los parientes m¨¢s cercanos de los humanos. Hace entre seis y nueve millones de a?os que los tres linajes se separaron, pero ambos animales comparten el 98,7% de su genoma con el humano.
Reconocer es b¨¢sico en la vida. Permite recordar aquel lugar donde abundaba la comida o que esa serpiente es peligrosa. Pero no solo se recuerdan eventos y lugares. Los humanos, adem¨¢s, conservan en su memoria las relaciones y las emociones asociadas a ellas. Los autores de los ensayos vieron que tambi¨¦n lo hacen los grandes simios: los participantes de las dos especies y en los tres pa¨ªses deten¨ªan m¨¢s su mirada en los compa?eros del grupo con los que hab¨ªan tenido interacciones positivas, lo que en un contexto humano se llamar¨ªa amistad. Para el profesor Christopher Krupenye de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos), experto en cognici¨®n animal y autor senior de la investigaci¨®n, ¡°esto sugiere que no se trata solo de familiaridad con algo, sino que conservan dimensiones sobre la calidad de aquellas relaciones sociales¡±. Trabajos anteriores han demostrado que los primates que cultivan lazos sociales se reproducen m¨¢s, lo que dar¨ªa una ventaja evolutiva a la amistad.
En el caso m¨¢s extremo, la bonoba Louise record¨® a su familia a pesar de que pasaron 26 a?os, dedic¨¢ndoles m¨¢s tiempo en los ocho pases que le hicieron. Para una especie que como mucho llega a los 60 a?os de esperanza de vida, eso es mucho tiempo, lo que indicar¨ªa que la fuerza de las relaciones no se ve disminuida con el paso de los a?os. Pero los autores no pueden afirmar con rotundidad que la larga memoria social de Louise se debiera al parentesco y no solo a la pertenencia al grupo. En la muestra, solo hab¨ªa esta relaci¨®n familiar. Por eso, como dice en un correo la psic¨®loga de la Universidad de California, Berkeley, y primera autora del estudio, Laura Simone Lewis, no midieron espec¨ªficamente cuanto miraban a los familiares. ¡°De hecho, en los principales an¨¢lisis, excluimos los casos de familiares para que los mecanismos de reconocimientos de los parientes no interfirieran en los patrones de reconocimiento¡±. Pero es una de las l¨ªneas de investigaci¨®n que dejan abierta al futuro: si, como la amistad, la familia tambi¨¦n pesa o lo hace m¨¢s en la memoria social.
¡°A los humanos nos gusta pensar que todo lo que hacemos es ¨²nico y aqu¨ª demostramos que no lo es¡±Josep Call, primat¨®logo de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido)
Este hallazgo convierte a bonobos y chimpanc¨¦s en los animales con la memoria social m¨¢s duradera, casi inmune al paso del tiempo. En los humanos, la llamada curva del olvido es muy pronunciada en los primeros 15 a?os que pasan si ver a alguien querido, pero despu¨¦s lo que queda, queda para siempre. Que las tres especies compartan esta capacidad da pistas del recuerdo social. Lo destaca Call: ¡°A los humanos nos gusta pensar que todo lo que hacemos es ¨²nico y aqu¨ª demostramos que no lo es, tambi¨¦n lo hacen los chimpanc¨¦s y los bonobos¡±. Pero es que tambi¨¦n otras especies, como los delfines, son capaces de distinguir las vocalizaciones de sus compa?eros a pesar del paso del tiempo separados. ¡°Una vez que llegas a un tipo de comportamiento en el cual los individuos no ¨²nicamente son parte de un grupo, sino que son individuos a los cuales otros pueden identificar como Charlie, Juanito o Pepita, a partir de ah¨ª el tipo de complejidad social que se establece y que potencialmente puede evolucionar es mucho mayor¡±, termina el primat¨®logo.
Julia Fischer tambi¨¦n es primat¨®loga, en su caso del Centro Alem¨¢n de Primates. Como a los autores del trabajo, en el que no ha intervenido, a ella tambi¨¦n le suced¨ªa lo mismo: ¡°Volv¨ª a ver a los babuinos que hab¨ªa estudiado durante un a?o y medio en el delta del Okavango cinco a?os despu¨¦s. Y curiosamente, los animales que hab¨ªa estudiado me trataron como a alguien que conoc¨ªan (ignor¨¢ndome), mientras que los nuevos que hab¨ªan nacido desde mi partida o que hab¨ªan inmigrado al grupo, me trataron como a una extra?a¡±. Es una an¨¦cdota, pero apunta en la misma direcci¨®n del mantenimiento de la memoria social, que resume Fischer: ¡°Reconocer a los miembros de tu grupo tiene un claro valor de supervivencia y, por supuesto, tambi¨¦n es necesario tener buena memoria, tal como la tenemos nosotros, una condici¨®n previa para la amistad y el drama humanos¡±.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, X e Instagram, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.