El poder de la imaginaci¨®n
La fuerza de la imaginaci¨®n es m¨¢s poderosa que la fuerza de la voluntad. Por eso hace trampas
A veces, las redes sociales deparan sorpresas y dejan de ser letrina para convertirse en estructuras de intercambio cultural. El otro d¨ªa, el escritor Mart¨ªn Sotelo publicaba una entrada en su Facebook donde relacionaba el efecto placebo con uno de los ensayos de Montaigne (1533- 1592), donde el fil¨®sofo franc¨¦s nos cuenta la historia del gato que acechaba a un p¨¢jaro. Cuando el gato le clav¨® los ojos, el p¨¢jaro ¡°se dej¨® caer como muerto entre las patas del gato, bien trastornado por su propia...
A veces, las redes sociales deparan sorpresas y dejan de ser letrina para convertirse en estructuras de intercambio cultural. El otro d¨ªa, el escritor Mart¨ªn Sotelo publicaba una entrada en su Facebook donde relacionaba el efecto placebo con uno de los ensayos de Montaigne (1533- 1592), donde el fil¨®sofo franc¨¦s nos cuenta la historia del gato que acechaba a un p¨¢jaro. Cuando el gato le clav¨® los ojos, el p¨¢jaro ¡°se dej¨® caer como muerto entre las patas del gato, bien trastornado por su propia imaginaci¨®n¡±.
El poder de la autosugesti¨®n, o lo que es lo mismo, la falta de voluntad a la hora de guiarse por el miedo, hicieron caer al p¨¢jaro a las patas del gato. No fue v¨ªctima de la mirada del gato, sino de un proceso mental que tiene conexi¨®n directa con el efecto placebo, donde queda demostrado que la mente est¨¢ separada del cuerpo por una l¨ªnea de sombra imperceptible. Algo as¨ª vino a explicar en su d¨ªa el m¨¦dico ingl¨¦s John Haygarth en su libro publicado en 1800, donde afirmaba que la imaginaci¨®n era la causa y la cura de los des¨®rdenes del cuerpo. En el citado estudio, Haygarth demostrar¨ªa que la imaginaci¨®n hace trampas y que puede ser tan curativa como un f¨¢rmaco o tan perniciosa como una enfermedad.
Con todo, el efecto placebo se remonta a la antig¨¹edad. Sin ir m¨¢s lejos, en uno de sus di¨¢logos, Plat¨®n nos cuenta que el remedio de S¨®crates para la migra?a consist¨ªa en una yerba a la que hab¨ªa que a?adir ciertas palabras m¨¢gicas para recobrar la salud. Algo parecido nos viene a contar Montaigne en su ensayo, devolvi¨¦ndonos al tiempo de los hechizos, cuando nos dice que el efecto de la fantas¨ªa suple la inutilidad de ciertas p¨®cimas. Para ilustrarlo, Montaigne cuenta la historia de un boticario suizo que trataba a un paciente prepar¨¢ndole lavativas que nunca eran aplicadas, pues solo con colocarse en posici¨®n, el enfermo se sent¨ªa como si se le hubiese puesto el remedio.
Pero no ser¨¢ hasta principios del siglo XX cuando la autosugesti¨®n adquiera estatura cient¨ªfica gracias a la figura del boticario franc¨¦s ?mile Cou¨¦ (1857-1926), que desarroll¨® un m¨¦todo a partir de la repetici¨®n de palabras o im¨¢genes para condicionar la mente de manera positiva. A partir de la consigna curativa ¡°Todos los d¨ªas, en todos los aspectos, me va cada vez mejor¡±, Cou¨¦ consigui¨® demostrar que la imaginaci¨®n juega con nosotros igual a un ilusionista.
El efecto placebo se remonta a la antig¨¹edad. Sin ir m¨¢s lejos, en uno de sus di¨¢logos, Plat¨®n nos cuenta que el remedio de S¨®crates para la migra?a consist¨ªa en una yerba a la que hab¨ªa que a?adir ciertas palabras m¨¢gicas para recobrar la salud
Seg¨²n Cou¨¦, la primera facultad del hombre no es la voluntad, sino la imaginaci¨®n. Lo que sucede es que la mayor¨ªa de las veces, voluntad e imaginaci¨®n entran en conflicto y, cuando esto ocurre, la fuerza dominante siempre es la de la imaginaci¨®n. De esta manera, el ¡°yo no puedo¡±, de la imaginaci¨®n, predomina sobre el ¡°yo quiero¡±, de la voluntad, y puede ocurrir lo que le pas¨® a Amasis, rey de Egipto, que se cas¨® con una hermosa joven griega de la que no pudo disfrutar. Seg¨²n Montaigne, el rey de Egipto se pensaba que la causa de su debilidad era cosa de brujer¨ªa. Para poner remedio a su infortunio, ofreci¨® rezos y promesas a Venus, restableciendo as¨ª su vigor para la noche siguiente.
Estos ejemplos demuestran que algo sin principio activo puede tener efecto favorable en la salud. Por lo dicho, se reparten compuestos qu¨ªmicos que son farmacol¨®gicamente in¨²tiles para que sirvan como control en los ensayos cl¨ªnicos, llegando a curar a algunas personas, de igual manera que se cur¨® esa otra mujer que cre¨ªa haber tragado un alfiler con el pan, y sent¨ªa el pinchazo agarrado en su garganta, hasta que uno de los comensales la hizo vomitar y, como si se tratase del truco de un ilusionista, coloc¨® un alfiler torcido sobre el v¨®mito.
El alfiler torcido sirvi¨® de placebo y la mujer se libr¨® del dolor. Lo cuenta Montaigne en su ensayo titulado De la fuerza de la imaginaci¨®n¡± repleto de ejemplos de terapias enga?osas que nos ilustran acerca del poder que ejerce la imaginaci¨®n sobre la voluntad.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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