?lceras c¨¦lebres
No fue tarea f¨¢cil demostrar que el pat¨®geno causante de la ¨²lcera p¨¦ptica es el ¡®Helicobacter pylori¡¯ y que, para erradicarlo, hay que tratarse con antibi¨®ticos
Se sabe que Napole¨®n sufr¨ªa los ardores de una ¨²lcera g¨¢strica, la misma que, tras una complicaci¨®n cancerosa, acabar¨ªa con su vida meses antes de cumplir 52 a?os.
Tambi¨¦n se sabe que Voltaire y Darwin sufrieron el mismo mal, y que convivieron con sus s¨ªntomas de la misma manera que lo hizo don Lucas, el protagonista de la novela de Juan Antonio de Zunzunegui, un indiano aquejado de ¨²lcera g¨¢strica que la trat¨® como si tuviera vida propia; lo m¨¢s parecido a una fiel compa?era a la que mima y con la que conversa. Sobre todo lo dem¨¢s, la novela de Juan Antonio de Zunzunegui es una novela de humor, de ese humor que se empez¨® a cultivar en posguerra, cuya hegemon¨ªa la ejerc¨ªa la revista sat¨ªrica La codorniz.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, la citada novela se titula La ¨²lcera, y se abre con la dedicatoria al doctor Te¨®filo Hernando, a quien el autor llama ¡°lidiador de ¨²lcera¡±. Porque el escritor vasco tambi¨¦n sufri¨® en vida los males de esta llaga que recubre la mucosa del intestino. Juan Antonio de Zunzunegui muri¨® en 1982, y aunque para entonces ya se hab¨ªa formulado la hip¨®tesis de que la bacteria Helicobacter pylori era la causante principal, a¨²n se trataba su cura de manera equivocada.
Se pensaba que la enfermedad ten¨ªa su origen en un trastorno psicosom¨¢tico, es decir, que el dolor de est¨®mago, la hinchaz¨®n, la acidez estomacal y el mal aliento, ten¨ªan su causa en el car¨¢cter del paciente. La causa se confundi¨® con el efecto, de la misma manera que se confunde el mapa con el territorio.
No fue tarea f¨¢cil para el investigador australiano Barry J. Marshall demostrar, junto a su compa?ero, J. Robin Warren, que el pat¨®geno causante del mal g¨¢strico era el Helicobacter pylori y que, para erradicarlo, hab¨ªa que tratarse con antibi¨®ticos.
Ante el rechazo de la comunidad cient¨ªfica a sus hip¨®tesis, y llevado por la tenacidad, Barry Marshall se puso a experimentar con la ¨²nica persona dispuesta a servir de cobaya: ¨¦l mismo. A los pocos d¨ªas, tras beber una soluci¨®n de bacterias en cultivo, empezaron los ardores y el mal aliento. Cuando se realiz¨® una endoscopia, percibi¨® la presencia de H. pylori en la mucosa g¨¢strica. No hab¨ªa duda. Con todo, su hallazgo tuvo poco alcance en la comunidad cient¨ªfica.
Pero su empe?o le llev¨® a demostrar no solo el origen de la ¨²lcera g¨¢strica, sino tambi¨¦n su cura. M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, en 2005, a Marshall y Warren se les concedi¨® el Premio Nobel de Medicina y Fisiolog¨ªa por su descubrimiento.
La historia de la ¨²lcera es la historia de un diagn¨®stico equivocado, lo que nos lleva a afirmar que en ciencia no existen los t¨¦rminos absolutos. Desde que los m¨¦dicos griegos y latinos achacaron las molestias g¨¢stricas a las variaciones del temperamento, siendo la palabra stomachari utilizada para expresar el enfado, hasta que Marshall y Warren dieron con el origen del mal, tuvo que pasar mucho tiempo; siglos que se desplegaron frondosos ante las hip¨®tesis que la comunidad cient¨ªfica desechaba por un falso planteamiento que retard¨® una cura que hoy est¨¢ al alcance del mundo.
Una combinaci¨®n de antibi¨®ticos, sumada a un inhibidor de la bomba de protones terminan con el dolor abrasador que sufrieron Napole¨®n, Voltaire, Darwin o el escritor Juan Antonio de Zunzunegui, quien fue capaz de escribir una novela de humor con una enfermedad tan irritante.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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