?C¨®mo relacionar a Dios con la ciencia?
Cuando Heisenberg agonizaba, las palabras que sal¨ªan de su boca eran f¨®rmulas matem¨¢ticas. Como hombre de fe, hablaba con Dios en el lenguaje de los n¨²meros
El fil¨®sofo Roland Barthes dej¨® escrito en alg¨²n sitio que ¡°mientras para la literatura el lenguaje constituye su propio mundo, para la ciencia solo es un simple instrumento¡±. Esto tiene f¨¢cil explicaci¨®n, pues el ¨²nico lenguaje que precisa la ciencia es el de las matem¨¢ticas, ya que no existen bastantes palabras para contar la realidad entera.
Sin ir m¨¢s lejos, cuando Heisenberg, fundador de la mec¨¢nica cu¨¢ntica, y creyente cristiano, estaba agonizando, sus ¨²ltimas palabras fueron para preguntarle a Dios el porqu¨¦ de la relatividad y el porqu¨¦ de la turbulencia. Para ello, Heisenberg llevaba las f¨®rmulas matem¨¢ticas memorizadas de por vida, a sabiendas de que Dios solo podr¨ªa responder con otras f¨®rmulas parecidas. As¨ª lo cuentan las personas que acompa?aron su agon¨ªa. Por si quedasen dudas, hay un estudio publicado que trata las relaciones entre el lenguaje, la ciencia, el arte y la filosof¨ªa. Viene firmado a dos manos por el fil¨®sofo Gilles Deleuze y el psicoanalista F¨¦lix Guattari, y se titula: ?Qu¨¦ es la filosof¨ªa? (Anagrama).
En esta mirada a la filosof¨ªa como disciplina vinculada al arte y a la ciencia, Deleuze y Guattari nos ense?an que la filosof¨ªa es el arte de crear ¡°conceptos¡±, la ciencia es el arte de construir ¡°funciones¡± y la literatura es el arte de originar ¡°percepciones y afectos¡±; de ah¨ª que el novelista sea un inventor de afectos ¡°desconocidos o mal conocidos¡±.
Siguiendo la pauta de Deleuze y Guattari, tenemos tres planos que son las tres maneras que tiene el cerebro de coincidir con el caos y encararlo. Es aqu¨ª donde entran en juego las f¨®rmulas matem¨¢ticas que van a expresar estas ideas y que vienen a ser lo m¨¢s parecido a ecuaciones diferenciales que describen el movimiento de un fluido en un modelo simplificado de convecci¨®n atmosf¨¦rica. A partir de la inestabilidad y de las diferencias entre los distintos planos, Deleuze y Guattari consiguen presentarnos el mecanismo de la creaci¨®n, tanto de conceptos como de funciones, as¨ª como de percepciones y afectos en el caso del arte.
Para resumir, y volviendo a Barthes, hay que recordar que, seg¨²n ¨¦l, la literatura gozaba de los atributos y de los contenidos de la ciencia, pues toda materia cient¨ªfica ha sido tratada por la literatura universal; lo com¨²n entre ciencia y literatura son las palabras, dec¨ªa. Sin embargo, tal y como se?al¨¢bamos al principio, las palabras son un instrumento para la ciencia, no constituyen en modo alguno su realidad que vendr¨ªa a constituirse con n¨²meros. Luego est¨¢ lo otro, es decir, la verdad cient¨ªfica apoyada por la interpretaci¨®n religiosa del mundo, tal y como cre¨ªa Heisenberg.
Llevado por conceptos abstractos, es posible imaginar a Heisenberg a punto de morir, plante¨¢ndose serias dudas entre los distintos planos a los que hacen alusi¨®n Deleuze y Guattari en su libro, con la extra?a sensaci¨®n de escuchar a alguien hablar su propio lenguaje sin comprender lo que est¨¢ diciendo, pues lo ¨²nico que espera Heisenberg en aquellos momentos es definirse en un punto cualquiera del espacio hasta concretar su nueva forma.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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