Defendamos el Pacto Verde Europeo frente a la cruzada reaccionaria
No pasa una semana sin que los principales dirigentes de los partidos conservadores y de los partidos negacionistas ataquen el ¡®Green Deal¡¯, como chivo expiatorio de todos los problemas actuales
Las derechas y extremas derechas de nuestro continente ya tienen su cruzada para las pr¨®ximas elecciones europeas: derribar el Pacto Verde Europeo. No pasa una semana sin que los principales dirigentes de los partidos conservadores y de los partidos negacionistas ataquen con dedicaci¨®n metodol¨®gica y vehemencia ret¨®rica el Green Deal, como chivo expiatorio de todos los problemas actuales.
En este sentido, las movilizaciones de los agricultores en Francia y toda Europa son un caso paradigm¨¢tico. Ante una situaci¨®n de policrisis (cambio clim¨¢tico, sequ¨ªa, inflaci¨®n, precio de la energ¨ªa, etc.) que sumerge al sector en problemas estructurales, la derecha y la extrema derecha buscan capitalizar el descontento, culpando a las leyes verdes sobre pesticidas, reservas de biodiversidad o bienestar animal. Ni una palabra de la potente agroindustria, que destruye el clima y arruina las peque?as explotaciones; silencio administrativo sobre la gran distribuci¨®n, que deja con precios y sueldos rid¨ªculos a muchos agricultores; y mejor pasar de puntillas sobre los insostenibles tratados de libre comercio como el de Sud¨¢frica que inunda el mercado europeo de naranjas de ¡°kil¨®metro 10.000¡å o el de Canad¨¢ (el CETA), cuyo balance ambiental es altamente negativo seis a?os despu¨¦s de su entrada en vigor. Y cuando se habla de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC) desde el populismo reaccionario, es para blindarla dentro de su marco productivista e injusto. Es decir, proteger a los poderosos, eludiendo sus responsabilidades en el malestar agr¨ªcola y el deterioro ecol¨®gico, y tumbar los pocos avances de la necesaria adaptaci¨®n y transici¨®n ecol¨®gica justa del campo y del sistema alimentario.
As¨ª lleva tiempo la derecha en el Parlamento Europeo, donde ha declarado la guerra a los proyectos legislativos verdes. Con la ayuda de la ultraderecha, cuya visi¨®n impregna profundamente su discurso, ha maniobrado ¡ªsin llegar a tumbarla, gracias a la gran movilizaci¨®n social y pol¨ªtica¡ª para vaciar de contenido la Ley de Restauraci¨®n de la Naturaleza. Ha conseguido que la Euroc¨¢mara rechazara el texto que preve¨ªa la reducci¨®n a la mitad de los productos fitosanitarios para 2030, desprotegiendo la salud de los trabajadores del campo y de los consumidores. En el marco de la estrategia de ¡°la granja a la mesa¡±, ha presionado con ¨¦xito para que no se regulara sobre protecci¨®n animal o alimentaci¨®n sostenible. Y, por supuesto, ha aplaudido hasta con las orejas cuando la Comisi¨®n Europea ha lavado la cara de verde al gas f¨®sil o la energ¨ªa nuclear o ha decidido renovar por 10 a?os el glifosato, a pesar de ser un herbicida potencialmente cancer¨ªgeno. O sea, dicho de otra manera: ante la crisis ecol¨®gica y sus consecuencias sociales, econ¨®micas y sanitarias para la gente, mejor apostar por el business as usual y dejar la gesti¨®n del diluvio a las futuras generaciones.
En Espa?a, la situaci¨®n es tambi¨¦n muy delicada. Si bien el 23 de julio paramos la embestida reaccionaria a nivel estatal, la cruzada contra la transici¨®n ecol¨®gica es una realidad donde gobiernan PP y Vox. Los acuerdos de gobiernos locales y auton¨®micos han dado de nuevo alas al negacionismo clim¨¢tico, eliminando carriles bici y poniendo palos en la rueda de las zonas de bajas emisiones. Y mientras que el consejero de Vox en Castilla y Le¨®n asegura, sin pesta?ear, que ¡°las pol¨ªticas verdes¡± son las principales causas de los terribles incendios en nuestro pa¨ªs, su partido desmantela donde puede las pol¨ªticas socioambientales al dictado de los lobbys agroindustriales y de la caza, pero en detrimento de las personas trabajadoras y las clases medias y populares.
Afortunadamente, el pacto entre PSOE y Sumar, dando luz a un gobierno progresista y verde, pone la transici¨®n ecol¨®gica y justa en el centro. Aunque no nos fiemos, porque la incoherencia clim¨¢tica est¨¢ bien arraigada en el partido socialista. Mientras el presidente del Gobierno proclama ¡ªcon raz¨®n¡ª que ¡°nos va la vida en el cambio clim¨¢tico¡±, acto seguido apoya el incomprensible aumento de capacidades del aeropuerto de Madrid, cuyo resultado ser¨¢ mayores emisiones de CO?. Mientras tanto, el ministro de Transportes, ?scar Puente, brinda con el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Maz¨®n, por la ampliaci¨®n del puerto de Valencia, reforzando a una multinacional suiza, en contra del empleo local y de la sostenibilidad de la Albufera. Este retardismo es una irresponsabilidad clim¨¢tica y social, que ya no nos podemos permitir a estas alturas del siglo XXI.
As¨ª que, sin duda, nos jugamos mucho de cara a las elecciones europeas del 9 de junio. Est¨¢ en juego la supervivencia pol¨ªtica del Pacto Verde Europeo como palanca necesaria, aunque no suficiente, para la transici¨®n de nuestras econom¨ªas hacia modelos m¨¢s sostenibles y justos. Est¨¢ en juego la pr¨®xima Pol¨ªtica Agraria Com¨²n: o statu quo al servicio de una agroindustria desconectada del reto social y ecol¨®gico, o un cambio a favor de las y los que nos alimentan cuidando de la Tierra y de nuestra salud. Est¨¢ en juego nuestra credibilidad clim¨¢tica: o renuncia a nuestros compromisos internacionales o reducci¨®n de nuestras emisiones para 2040 acorde con el Acuerdo de Par¨ªs y la ciencia, y de forma solidaria con la juventud. Y, m¨¢s a¨²n, libramos una batalla cultural por el sentido com¨²n entre una propuesta reaccionaria de libertad ecocida e insolidaria o una propuesta verde de comunidad basada en la justicia social y ecol¨®gica.
Lo negro y gris ganan terreno en todo el continente, pero esto no es inevitable. En las pasadas elecciones generales, hicimos posible una mayor¨ªa progresista no solo en Espa?a sino tambi¨¦n en el Consejo Europeo. En las elecciones europeas, toca lograr igualmente en el Parlamento Europeo una mayor¨ªa justa y verde.
Florent Marcellesi es coportavoz de Verdes Equo y miembro de la ejecutiva de Sumar.
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