Noches t¨®rridas
El efecto isla de calor hace que el verano sea en algunas ciudades m¨¢s temible que el invierno
¡°Winter is coming¡±. La frase de la serie Juego de Tronos ha hecho fortuna porque en su simplicidad expresa con admirable concisi¨®n la aprensi¨®n que en la serie provoca la inminente llegada de un largo invierno. En nuestra memoria colectiva, el fr¨ªo ha causado siempre m¨¢s sufrimiento que el calor. Durante mucho tiempo la gente ha temido las bajas temperaturas del invierno, pero cada vez tenemos m¨¢s motivos para temer al verano. La imagen de la pobreza energ¨¦tica como una anciana acurrucada en el sof¨¢ con tres chaquetas, doble par de calcetines y una manta por los hombros ya no representa toda la realidad. Ahora la pobreza energ¨¦tica est¨¢ representada tambi¨¦n por un anciano con el cabello empapado en sudor, que se revuelve nervioso en la butaca que ha sacado al balc¨®n y trata de dormir sin conseguirlo porque le falta el aire.
Si para combatir el fr¨ªo se necesita energ¨ªa, esta tambi¨¦n se necesita, y cada vez m¨¢s, para combatir el calor. Con una agravante: el fr¨ªo se puede mitigar con prendas de abrigo. El calor, a partir de ciertas temperaturas, dif¨ªcilmente puede soportarse sin ventiladores o aparatos de aire acondicionado que gastan mucha energ¨ªa. Las puntas de consumo el¨¦ctrico son ya tan altas en verano como en invierno y entre los efectos de la pobreza energ¨¦tica hemos de contar ahora las muertes por calor.
La cuenca mediterr¨¢nea acusa el cambio clim¨¢tico con mayor intensidad que la media del planeta. Se calienta un 20% m¨¢s y la evoluci¨®n es m¨¢s r¨¢pida. En ciudades como Barcelona el verano ha pasado a ser m¨¢s temible que el invierno. Encajonada entre el mar y la monta?a, tiene las condiciones f¨ªsicas id¨®neas para convertirse en una isla de calor: alta densidad de poblaci¨®n, urbanismo compacto, mucho tr¨¢nsito y pocos espacios verdes. La diferencia de temperatura entre Ciutat Vella o el Eixample y los barrios altos pr¨®ximos a Collserola llega a ser de hasta 5 grados cent¨ªgrados. En los barrios m¨¢s c¨¢lidos se han contabilizado este verano m¨¢s de cien noches tropicales: son noches en las que la temperatura m¨ªnima no ha bajado de los 20 grados. Y tambi¨¦n crece de forma alarmante el n¨²mero de noches t¨®rridas, con m¨ªnimas por encima de los 25 grados. Estos son datos recogidos por investigadores el programa Urban ClimPlan de la Universidad Polit¨¦cnica de Barcelona, pero se pueden encontrar datos similares en otras ciudades del Mediterr¨¢neo, donde la diferencia entre la temperatura diurna y la nocturna no para de acortarse.
Las noches t¨®rridas son criminales para las personas que padecen insuficiencia coronaria o problemas respiratorios. A partir de 22 grados de temperatura nocturna aumenta la mortalidad y ya se ha constatado que en los lugares donde se produce el fen¨®meno isla de calor, la mortalidad aumenta m¨¢s en verano que en invierno. Las ciudades afectadas no pueden quedarse de brazos cruzados. Hay que pensar en medidas que permitan reducir la temperatura ambiente durante el verano: reducci¨®n del tr¨¢nsito, m¨¢s arbolado, cubiertas verdes en las azoteas, jardines verticales, dispersores de agua. Porque todo va muy r¨¢pido: en los a?os cincuenta o sesenta, noches de m¨¢s de 20 grados eran muy infrecuentes. Hace una d¨¦cada, los climat¨®logos empezaron a hablar de las noches tropicales como un fen¨®meno preocupante. Ahora les preocupan las noches t¨®rridas y algunos ya vaticinan que, de seguir as¨ª, en pocos a?os tendremos que hablar de noches infernales.
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