El valor de la radiodifusi¨®n como industria cultural y creativa
En un a?o en el que celebramos el centenario de la radio en Espa?a, sin duda su ¨¦xito se debe a la conexi¨®n emocional que genera entre las personas
UNESCO define a las Industrias Culturales y Creativas como aquellos sectores de actividad que tienen como objeto principal la producci¨®n o la reproducci¨®n, la promoci¨®n, la difusi¨®n y/o la comercializaci¨®n de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, art¨ªstico o patrimonial. La radio forma parte de ellas y en Espa?a, seg¨²n la Cuenta Sat¨¦lite de la Cultura en Espa?a, el sector audiovisual y multimedia, en el que se integra, constituye un 0,71% del PIB nacional y un 31,7% en el conjunto de actividades culturales. En un a?o en el que celebramos el centenario de la radio en Espa?a, sin duda su ¨¦xito se debe a la conexi¨®n emocional que genera entre las personas. Lo demuestran los 32 millones de oyentes mensuales en 2024, seg¨²n la ¨²ltima Encuesta General de Medios de AERC.
El sector de la radiodifusi¨®n lleva a?os en profunda transformaci¨®n, y sigue haci¨¦ndolo, en constante adaptaci¨®n a los avances tecnol¨®gicos. El auge del podcast, un 88% del cual procede de contenidos radiof¨®nicos, es un buen ejemplo de ello. El sector est¨¢ ahora mismo inmerso en el paso a la radiodifusi¨®n plenamente digital y el reto de la IA generativa. Al mismo tiempo, se trata de un negocio ya plenamente interactivo y transfronterizo en un contexto de fuerte competencia a nivel mundial.
Para un pa¨ªs como Espa?a, con un idioma que es lengua materna de casi 500 millones de personas en todo el mundo (6,2% de la poblaci¨®n mundial) y unas industrias culturales y creativas vibrantes y competitivas a nivel global, el sector de la radiodifusi¨®n tiene un enorme potencial.
Ante tal contexto, un marco regulatorio internacional robusto, adaptado a la realidad tecnol¨®gica y de mercado, es necesario y sin embargo, a d¨ªa de hoy, siguen existiendo grandes diferencias en los niveles de protecci¨®n de los radiodifusores de una regi¨®n a otra del planeta.
Dicho marco debe de tener como principal prioridad asegurar una correcta protecci¨®n de los derechos de propiedad intelectual de todos los agentes de la cadena de valor a nivel global y el foro id¨®neo para ello es la Organizaci¨®n Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
Y sin embargo los derechos de los radiodifusores sobre sus producciones y sobre la se?al con la que las emiten han quedado siempre relegados a futuros debates desde que se aprobase la Convenci¨®n de Roma en 1961, incluidos los Tratados OMPI de Internet de 1996.
En abril pasado se celebr¨® la reuni¨®n anual del Comit¨¦ Permanente de Derechos de Autor y Derechos Conexos de OMPI que tuve el honor de presidir. En ella deb¨ªamos de trabajar en un borrador de tratado de radiodifusi¨®n para proteger la se?al de la pirater¨ªa. Despu¨¦s de 25 a?os de debates interminables parec¨ªamos m¨¢s cerca que nunca de alcanzar un acuerdo.
Gracias a una buena combinaci¨®n de trabajo t¨¦cnico y diplom¨¢tico conseguimos un texto de consenso que garantiza la protecci¨®n de la se?al de radiodifusi¨®n a nivel local y global frente a la pirater¨ªa en un marco de neutralidad tecnol¨®gica, lo cual asegura su protecci¨®n a futuro. En su actual versi¨®n, el texto incluye el simulcasting y el catch-up y excluye todo tipo de retransmisi¨®n as¨ª como el VoD y los contenidos, que est¨¢n protegidos por otros instrumentos de propiedad intelectual.
Muchas delegaciones, incluida la UE, celebraron los avances conseguidos, los mayores despu¨¦s de a?os y de muchas sesiones del Comit¨¦. Pero a pesar de ello no fue posible alcanzar el consenso necesario para la adopci¨®n de un texto base para su negociaci¨®n en una futura conferencia diplom¨¢tica a celebrarse en 2026.
En la OMPI rige la norma del consenso, propia del sistema de Naciones Unidas y raramente relegada a favor del criterio de la mayor¨ªa. Ciertamente ello permite avanzar de manera robusta en las decisiones tomadas, pero tambi¨¦n hace posible el bloqueo. Y esto es precisamente lo que ha ocurrido.
Si en el sistema de la ONU perdemos el fin del inter¨¦s general ¡ªen la materia que sea¡ª para perseguir de manera unilateral posiciones proteccionistas, se pervierte la esencia del mero sistema, el cual pasa a ser instrumentalizado y controlado, precisamente, por quienes lo cuestionan.
El sistema de protecci¨®n internacional del derecho de autor y los derechos conexos es un edificio que se construye bloque a bloque. Un tratado internacional que proteja de manera clara a los organismos de radiodifusi¨®n de quienes pretendan enriquecerse a su costa robando su se?al es una pieza hoy imprescindible para asegurar e incentivar todo el potencial mencionado m¨¢s arriba.
Su demora sine die en el seno del organismo internacional creado para tutelar e impulsar dicha protecci¨®n frustra las aspiraciones leg¨ªtimas de todo un sector empresarial y cultural, lastrando su desarrollo.
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