"Plane¨¦ todos y cada uno de los cr¨ªmenes con mucho cuidado"
Se publican los relatos completos del Padre Brown, el popular p¨¢rroco detective de G. K. Chesterton
El padre Brown, un p¨¢rroco peque?o y rechoncho de Essex, suele encontrarse con los cr¨ªmenes m¨¢s extraordinarios, de esos que hacen que en seguida todo el mundo se llene la boca con explicaciones sobrenaturales. ?l no habla mucho, pero cuando lo hace, orilla toda supercher¨ªa y razona implacablemente hasta dar con el culpable. Sus triunfos, comparables a los del Auguste Dupin de Edgar Allan Poe y al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, son deslumbrantes, por lo que muchos se preguntan por el secreto de su efectividad. "Ver¨¢, fui yo quien mat¨® a todas esas personas", responde impasible en el relato El secreto del padre Brown. "?Qu¨¦?", balbucea su interlocutor. "Pues que yo los mat¨¦ a todos. As¨ª que, por supuesto, sab¨ªa c¨®mo hab¨ªa ocurrido".
La explicaci¨®n a semejante confesi¨®n se encuentra un poco m¨¢s adelante, donde revela el m¨¦todo de investigaci¨®n que convirti¨® al padre Brown en el personaje m¨¢s c¨¦lebre del novelista y ensayista Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874-1936) y uno de los m¨¢s populares de la literatura detectivesca del siglo XX. Sus relatos se re¨²nen por primera vez en espa?ol en un solo volumen, Los relatos del padre Brown (Acantilado), traducidos por Miguel Temprano Garc¨ªa. Sus aventuras fascinaron a buena parte de los escritores m¨¢s destacados del siglo; desde Franz Kafka, Evelyn Waugh y Jorge Luis Borges, a Ernest Hemingway, Graham Greene y Anthony Burgess.
Aqu¨ª est¨¢ el m¨¦todo del padre Brown: "Lo que trato de decirle es que realmente me vi a m¨ª mismo, a mi verdadero yo, cometiendo los asesinatos. No los mat¨¦ de forma material, pero esa no es la cuesti¨®n". Y a?ade: "A lo que me refiero es a que pensaba una y otra vez en c¨®mo alguien podr¨ªa llegar a ser as¨ª, hasta que ca¨ªa en la cuenta de que me hab¨ªa vuelto como ¨¦l, en todo salvo en el detalle final de pasar a la acci¨®n." Brown se identifica completamente con el culpable y pone en pr¨¢ctica su profundo conocimiento de la maldad humana. Y es que no han sido en vano las horas que ha pasado escuchando confesiones de devotos arrepentidos.
Un cl¨¦rigo muy razonable
"La diferencia con otros detectives es que el padre Brown usa el sentido com¨²n", indica Temprano Garc¨ªa, bi¨®logo y profesor de ingl¨¦s. "?l mismo es una paradoja, porque, siendo un cura, rechaza las explicaciones sobrenaturales y siempre recurre a la raz¨®n. Y la usa de manera cartesiana poni¨¦ndose en la piel del asesino". El traductor ha empleado cerca de un a?o en verter la cincuentena de relatos del volumen, que fueron publicados originalmente entre 1910 y 1935 en revistas brit¨¢nicas y estadounidenses. Luego se recopilaron en cinco libros (El candor del Padre Brown, La sagacidad del Padre Brown, La incredulidad del Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El esc¨¢ndalo del padre Brown) que son los que se re¨²nen ahora. "Fueron relatos muy populares y muy le¨ªdos desde el principio; lo que le permiti¨® a Chesterton disponer de buenos ingresos".
El volumen tambi¨¦n incluye otros tres cuentos publicados m¨¢s tarde: La vampiresa del pueblo, El caso Donnington, descubierto en 1981, y La m¨¢scara de Midas, terminado poco antes de la muerte del autor, y hallado en 1991. "Son relatos que ya se hab¨ªan publicado en castellano de manera dispersa, pero esta es la primera vez que se re¨²nen en un solo volumen". Con su indumentaria clerical y su peque?o paraguas y armado con su efectivo sentido com¨²n, el padre Brown regresa una vez m¨¢s para dilucidar los casos m¨¢s inexplicables.
Un dial¨¦ctico formidable
Gilbert Keith Chesterton es uno de los autores m¨¢s prestigiosos de la literatura inglesa. De estampa imponente (cerca de 1,90 metros y 100 kilos), conservador y convertido al catolicismo, brill¨® en la novela, el cuento y, sobre todo, en el ensayo. "Su reputaci¨®n se debe a que era muy inteligente. No era dogm¨¢tico y era muy agudo. Era tan fino al argumentar que hasta sus oponentes acababan estando de acuerdo con ¨¦l", observa el traductor Miguel Temprano Garc¨ªa. Chesterton dominaba la dial¨¦ctica y le gustaba provocar encendidos debates sobre todo tipo de asuntos, desde la pol¨ªtica a la justicia social, pasando por la historia y la religi¨®n, se?ala Temprano Garc¨ªa, que adem¨¢s de Los relatos del padre Brown, tambi¨¦n ha vertido al castellano Breve historia de Inglaterra, en la que Chesterton elogia la Edad Media, y la recopilaci¨®n de ensayos Correr tras el propio sombrero. Chesterton consigui¨® la popularidad gracias a sus cuentos (El hombre que sab¨ªa demasiado) y novelas (El Napole¨®n de Notting Hill (1904), El hombre que fue jueves (1908)) y tambi¨¦n a sus debates p¨²blicos con el otro gran polemista de la ¨¦poca, el irland¨¦s George Bernard Shaw. "Se celebraban en los antiguos odeones [teatros] y eran como las tertulias televisivas de ahora pero, claro, mucho m¨¢s inteligentes", a?ade el traductor. "Chesterton sigue siendo citado sobre todo por su inteligencia, y por su manera de argumentar, que se presta a la cita breve y aguda", se?ala.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.