Ca¨®tico homenaje a Miguel Candela
El festival SUMA Flamenca de la Comunidad de Madrid arranca con un desordenado recital maratoniano
Miguel Candela merec¨ªa otra cosa. El homenaje al due?o del m¨ªtico Candela, el bar por el que circularon e hicieron su vida todos los nombres del flamenco madrile?o, fallecido el a?o pasado, fue anoche el pistoletazo de salida en Madrid para el festival SUMA flamenca, que cada a?o (esta es su cuarta edici¨®n) tiene lugar en la Comunidad de Madrid.
Las expectativas eran altas. Las entradas para el espect¨¢culo, representado en la Sala A (la de mayor capacidad) de los Teatros del Canal se vendieron en su totalidad apenas se pusieron a la venta. El cartel era extenso y estaba lleno de nombres ilustres del flamenco y de otros no tanto pero muy vinculados al Candela. El p¨²blico estaba animado. Tanto que a ratos parec¨ªa el teatro un cine de verano, con personas hablando en voz alta mientras en el escenario un cantaor se desga?itaba y otros mandaban callar en voz m¨¢s alta si cabe. Hubo incluso quien contest¨® el tel¨¦fono tranquilamente.
El sonido fue un problema desde el arranque, desde el toque de Jer¨®nimo y su hermano Leo de Aurora, que fueron los que arrancaron el recital. Las guitarras estaban mal sonorizadas, todos los cantaores sonaron por debajo de las guitarras y fue imposible escuchar los pies de los bailaores a pesar del despliegue de micros en el suelo del escenario. Todos los artistas se quejaron del sonido.
Fue un homenaje sin hilo argumental. Los artistas salieron de uno en uno, cada quien hizo sus cantes y se despidieron, con el ¨²nico enlace de los dos presentadores que, en ocasiones, no presentaron a los m¨²sicos que acompa?aban a los artistas, pero que hicieron un papel digno, en general, en las presentaciones, destacando aspectos de la relaci¨®n del artista que actuaba a continuaci¨®n con el homenajeado. De los artistas, cada quien hizo lo que quiso y todos estuvieron correctos, aunque sin conexi¨®n entre ellos. Espectaculares, como siempre, estuvieron Enrique Morente y Carmen Linares, el primero con un cante solemne y emocionado por soleares, la segunda con una ton¨¢ incluida en su ¨²ltimo trabajo discogr¨¢fico seguida de un cante por soleares. Destacable las guitarras que los acompa?aron, Paco Cort¨¦s a Carmen Linares y especialmente, Juan Habichuela nieto a Enrique Morente. El joven no se arrug¨® y estuvo a la altura del maestro al que acompa?aba, pulcro con su toque, escuchando el cante.
Hubo de todo un poco y sobre todo fiesta, por tangos y buler¨ªas. La saga de los Habichuela en las guitarras, tambi¨¦n las de Paquete, Alfredo Lagos y Bolita, Taleg¨®n de C¨®rdoba, la Tana, el G¨¹ito, Manolete y Joaqu¨ªn Grilo en el baile, el cante por alegr¨ªas de Miguel Poveda, que luch¨® como pudo contra las deficiencias del sonido, Antonio Carbonell con Montoyita... Tambi¨¦n hubo canciones, las de Antonio Carmona, las de Javier Ruibal, el indescriptible Pollito de California o las souler¨ªas de Pitingo, que combin¨® los grandes ¨¦xitos de canciones del pop con cantes por buler¨ªas con su particular manera de mezclar el cante con el estilo soul. Hasta Gran Wyoming quiso estar. Todos quisieron poner su arte para el recuerdo de Miguel Candela, aunque las circunstancias no ayudaron demasiado.
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