Vampiros ?existen de verdad?
La isla de Lazzaretto Vecchio, al sur de Venecia, no es m¨¢s que una min¨²scula porci¨®n de tierra de dos hect¨¢reas que sostiene las casas de lo que fue un antiguo hospicio para los peregrinos de Tierra Santa, un hospital y un dep¨®sito militar de municiones. El lazareto (que toma su nombre de la orden religiosa de San L¨¢zaro, que se ocupaba de cuidar a los leprosos) era el lugar donde los barcos que ven¨ªan del Mediterr¨¢neo y de Oriente descargaban, antes de arribar, a cualquiera con los s¨ªntomas de la peste bub¨®nica, que asol¨® Venecia entre los siglos XV y XVI y acab¨® con 50.000 personas. Hace tres a?os, un grupo de antrop¨®logos italianos descubri¨® aqu¨ª una fosa com¨²n con m¨¢s de 1.500 esqueletos. Y recientemente, el pasado marzo, Matteo Borrini, de la Universidad de Florencia, anunci¨® un descubrimiento sensacional: hab¨ªa desenterrado los restos de un vampiro.
"Linneo aument¨®la confusi¨®n al llamar Vampyrum a un murci¨¦lago"
"Lla baja formaci¨®n de los sepultureros en la edad media reforz¨® la leyenda
"Los vampiros del folclor no tienen glamour. son campesinos pobres"
Un neur¨®logo espa?ol lOs relaciona con los enfermos de rabia
Se trataba del esqueleto de una mujer a la que se le hab¨ªa desencajado la mand¨ªbula por culpa de un pedazo de ladrillo que los sepultureros, aterrados, le hab¨ªan introducido en la boca. Creyeron que estaban delante de un no-muerto, un ser capaz de abrirse paso a mordiscos a trav¨¦s del sudario. Esta t¨¦cnica es un exorcismo descrito en el folclor. Hist¨®ricamente, se consideraba que los cad¨¢veres que muestran sangre fresca en la boca y en la nariz no hab¨ªan muerto en realidad. Y en una ¨¦poca donde la peste se presentaba de improviso en cada rinc¨®n y en cada casa, en la que las personas ca¨ªan fulminadas de un d¨ªa para otro como si estuvieran siendo elegidas por una mano caprichosa y mortal, la creencia en los vampiros como transmisores del mal corr¨ªa casi m¨¢s r¨¢pido que las ratas y pulgas infectadas por la bacteria neum¨®nica. Estos seres de ultratumba pod¨ªan volver para morder a sus semejantes, infect¨¢ndolos con el mal, y por ello era imperioso bloquear sus dientes con un pedrusco. "La verdad, tuve suerte, no esperaba desenterrar un vampiro durante mis excavaciones", fueron las palabras de Borrini a National Geographic. La arqueolog¨ªa no se hab¨ªa topado con un caso parecido, pero a veces salta la sorpresa: las creencias y las supersticiones dejan en raras ocasiones un rastro material que sobrevive al paso de los siglos.
Lazzaretto Vecchio fue un lugar infernal. Los muertos por la peste obligaban a los sepultureros a reabrir las fosas peri¨®dicamente para arrojar los nuevos cad¨¢veres. Hoy, los esqueletos aparecen api?ados y mezclados en todas las posiciones a lo largo de una zanja de poco m¨¢s de dos metros y medio de anchura, en medio de una tierra oscura. Borrini piensa que la baja formaci¨®n de los sepultureros reforz¨® su creencia en el vampirismo. Al reabrir la fosa expon¨ªan los cuerpos, que no se descompon¨ªan al mismo ritmo. Era como una clase de anatom¨ªa de la muerte mal comprendida. Los diferentes grados de putrefacci¨®n arrojaban singulares diferencias entre los cad¨¢veres. En el caso de la mujer, quiz¨¢ alguien la contemplara tan s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de su muerte mientras arrojaba otras v¨ªctimas; se persign¨®, haciendo la se?al de la cruz y temblando por la maldici¨®n del vampiro. Tras la muerte, las bacterias que tenemos en el est¨®mago y los intestinos quedan fuera de control y descomponen las v¨ªsceras, formando gases burbujeantes y l¨ªquidos que hinchan de forma notable el vientre del cad¨¢ver. El fluido resultante tiene color negruzco y puede migrar libremente hasta la boca y las fosas nasales. Como resultado, es probable que la mujer rezumase ese fluido negro. Alguien pens¨® que hab¨ªa escapado para morder a sus semejantes, volviendo de la muerte. El mismo l¨ªquido puede corroer el lino formando agujeros, dando la impresi¨®n de que el vampiro se hab¨ªa revuelto tratando de salir de su prisi¨®n de tela a dentelladas.
?Pero de qu¨¦ tipo de vampiro estamos hablando? La palabra evoca instant¨¢neamente al ser elegante, p¨¢lido, de clase alta -rumano para m¨¢s se?as, si se quiere- y con una capa negra de forro encarnado, labios finos que ocultan unos caninos considerables y capacidad para convertirse en murci¨¦lago, en ara?a y en lobo. Ninguna de estas caracter¨ªsticas ha dejado pista alguna en el esqueleto de la mujer veneciana. En realidad, el vampiro que ha sido tallado por la historia y la leyenda no tiene nada que ver con el cinematogr¨¢fico o el literario. ?Dr¨¢cula? Vlad Dracul o Vlad Tepes fue un pr¨ªncipe rumano que ten¨ªa fama de empalar a sus enemigos, pero fue el escritor Bram Stoker quien lo us¨® como prototipo para crear al famoso conde. Y aqu¨ª comenz¨® un fen¨®meno formidable, imparable, de contaminaci¨®n mental. El entretenimiento tra¨ªdo por la novela de Stoker mezcl¨® los hechos hist¨®ricos y se convirti¨® en seudohistoria. Quiz¨¢ una parte del p¨²blico admita que Vlad Tepes no fue un vampiro, sino un personaje diab¨®lico y cruel. Pero en una guerra, ?qui¨¦n no lo es con los enemigos? Tepes, pr¨ªncipe de Valaquia, mantuvo una heroica resistencia contra los turcos y la sombra del imperio otomano cerni¨¦ndose sobre el pa¨ªs. ?C¨®mo reacciona un rumano cuando un icono nacional es proyectado al mundo exterior como un monstruo? "Los rumanos de m¨¢s edad se enojan bastante", explica el profesor Daniel Collins, un experto ling¨¹ista de lenguas eslavas de la Universidad estatal de Ohio (EE?UU), a El Pa¨ªs Semanal. "Para comprenderlo, basta con calcular qu¨¦ edad ten¨ªan bajo el r¨¦gimen de Ceaucescu. Vlad era un h¨¦roe nacional y as¨ª lo aprendieron en la escuela". El enojo de los rumanos m¨¢s viejos puede ser grande, pero la cosa cambia con las generaciones m¨¢s j¨®venes, con una mentalidad mercantil, orientada al negocio, opina Collins. "En cuanto se dieron cuenta de que los turistas con dinero acud¨ªan al pa¨ªs atra¨ªdos por Dr¨¢cula, se apuntaron a la idea y la reforzaron".
Paul Barber es un investigador del folclor de los vampiros que ha trabajado asociado al Museo Fowler de Historia Cultural de la Universidad de California. Tambi¨¦n es autor de una obra que se ha convertido en un cl¨¢sico, Vampires, burial and death, folklore and reality (Yale University Press, no traducido al espa?ol), un estudio minucioso sobre el fen¨®meno del vampirismo a la luz de la antropolog¨ªa forense, el ritual y significado de los enterramientos. La industria del entretenimiento ejerce una influencia tan extraordinaria que resulta f¨¢cil identificar su huella. No hay m¨¢s que teclear Dr¨¢cula en Google: m¨¢s de 13 millones de entradas, p¨¢ginas web de vampir¨®logos y fan¨¢ticos, murci¨¦lagos con fondos oscuros y sanguinolentos y dem¨¢s parafernalias de la muerte. Las organizaciones sobre el fen¨®meno Dr¨¢cula tambi¨¦n abundan. Las hay a decenas: la Sociedad de Bram Stoker en Dubl¨ªn, la Sociedad del Conde Dr¨¢cula en Los ?ngeles o la Sociedad Occidental de Lucy y los No Muertos en Tennessee... Estos grupos, que reclaman conexiones hist¨®ricas con el vampirismo, est¨¢n contaminados por una mitolog¨ªa puramente inventada, indica Barber. "La mayor¨ªa de la gente ignora que a trav¨¦s de la historia europea se han producido informes extensos y detallados sobre cad¨¢veres que han sido desenterrados de sus tumbas, declarados vampiros, y asesinados", escribe Barber en la revista Skeptical Enquirer.
El vampiro folcl¨®rico es muy distinto del que tenemos en mente. Para empezar, hablamos de campesinos, no de gente de la nobleza. No hay descripciones de que estos vampiros tengan largos colmillos afilados, ni capa, ni que se transformen en animales, ni que vivan en castillos. El vampiro, de golpe, pierde todo su glamour, heredado de una rica tradici¨®n de la literatura victoriana que traslad¨® personajes ambiciosos, con talento y bien educados, a los argumentos fant¨¢sticos. Es pobre, no tiene ni un duro. No viste de etiqueta. Los campesinos del siglo XVIII no ten¨ªan muchos vestidos que ponerse. "Los colores predominantes eran el blanco y el rojo, no el negro", explica Collins. Y no solamente se alimentan a mordiscos. En la tradici¨®n eslava, el vampiro no solamente consume sangre, sino cualquier cosa que uno necesita para vivir. "En los Balcanes, los vampiros arruinan los silos de grano".
En una mirada retrospectiva al pasado, huyendo del terremoto Bram Stoker, folcloristas como el brit¨¢nico Dudley Wright, autor de un cl¨¢sico sobre el tema escrito en 1914, sostiene que el vampirismo ya ocupaba un espacio en las creencias de los babilonios sobre el m¨¢s all¨¢. Las referencias m¨¢s tempranas se remontan a signos escritos en tablas de arcilla de Caldea y Asiria. Los romanos admitieron la creencia de que algunos cuerpos enterrados podr¨ªan volver a la vida mediante hechizos, y para prevenir tales resurrecciones quemaban los cuerpos; las leyendas griegas, escribe Wright, est¨¢n plagadas de maravillosas historias de muertos que se levantan de sus tumbas para alimentarse de la sangre de los j¨®venes y hermosos. Y en la Europa del siglo XVIII, el folclor vamp¨ªrico se extendi¨® por Austria, Hungr¨ªa, Polonia, las islas Brit¨¢nicas, y, por supuesto, el principado rumano de Valaquia.
Este vampiro folcl¨®rico es mucho m¨¢s desconocido, pero no por ello menos fascinante. Su aspecto f¨ªsico dista mucho de los vampiros de las pel¨ªculas, como la reciente Crep¨²sculo, o de los filmes de terror de la serie Underworld. Los vampiros no son hermosos; eso depende de si lo fueron en vida. Y desde luego, no reflejan palidez en la piel. "El vampiro tiene la cara roja. Hay una expresi¨®n popular en Serbia y en el norte de Polonia que dice 'colorado como un vampiro', dirigida a las personas que se sonrojan con facilidad". "Si lees cuidadosamente los relatos sobre el desenterramiento de los vampiros", explica Collins, "de los cuerpos que no se hab¨ªan descompuesto, se les describe como de color rojizo". En realidad, el fen¨®meno tiene una explicaci¨®n fisiol¨®gica. Cuando un cuerpo se pudre, la epidermis comienza a desprenderse, dejando la capa subyacente, la dermis, expuesta al exterior. Una persona puede pensar que la piel del cad¨¢ver se est¨¢ regenerando. Pero tambi¨¦n es cierto que, dependiendo de la posici¨®n del cuerpo, los tejidos pueden saturarse de sangre. Si el cuerpo est¨¢ postrado boca abajo, el rostro puede enrojecerse, dando la apariencia de una cara oscura. Es el livor mortis, o la lividez. Otro efecto explicado en las observaciones es el crecimiento del pelo y de las u?as, pero lo cierto es que se trata de una impresi¨®n visual: al retraerse la piel, las u?as y la barba parecen m¨¢s largas. Una de las curiosas descripciones que sugieren que uno de estos cad¨¢veres, al ser atravesado por una estaca de madera, grita como si en verdad estuviera vivo, encaja con un hecho fisiol¨®gico sorprendente, aunque poco conocido: debido a la acumulaci¨®n de gases en el abdomen, la perforaci¨®n con una estaca puede forzar el aire a pasar entre la glotis y las cuerdas vocales, produciendo un sonido singular. Incluso la cuesti¨®n del vampiro transform¨¢ndose en murci¨¦lago tiene una ra¨ªz cient¨ªfica. El gran naturalista Carlos Linneo bautiz¨® a un murci¨¦lago gigante de Am¨¦rica central de hasta 13,5 cent¨ªmetros de envergadura como Vampyrum spectrum. Linneo pens¨® err¨®neamente que chupaba la sangre (de las mil especies clasificadas, s¨®lo tres lo hacen realmente), seguramente influido por el folclor popular.
El comportamiento de los vampiros abre una ventana a la psicolog¨ªa de la ¨¦poca victoriana. En las pel¨ªculas, el conde Dr¨¢cula parece ejercer un hipnotismo sobre sus v¨ªctimas que, a la postre, resulta fatal. Y por supuesto, tambi¨¦n est¨¢ el sexo. Las tradiciones hablan de historias en las que un marido muerto regresa para estar con su mujer, o que un hombre que no estuvo casado regresa de la tumba para tener sexo con j¨®venes. Pero a diferencia de lo que muestra el cine, la mujer no se siente atra¨ªda por el vampiro; lo teme. Y curiosamente, la sexualidad tambi¨¦n est¨¢ ausente en muchas creencias, puesto que todo ser (mujeres y ancianos) es susceptible de convertirse en vampiro. "En mi opini¨®n, la facultad hipn¨®tica es un invento de Bram Stoker", dice Collins. "En su novela Dr¨¢cula, Stoker muestra un renovado inter¨¦s por la mente subconsciente, en tiempos anteriores a los de Sigmund Freud, y por ello Dr¨¢cula practica la hipnosis, al igual que el doctor Van Helsing". La otra raz¨®n estriba en lo que uno esperaba de una mujer joven en la ¨¦poca victoriana. "Ellas nunca dejar¨ªan que un hombre entrara en su dormitorio, ni saldr¨ªan con un desconocido. Para proteger su reputaci¨®n de buenas chicas, Stoker ten¨ªa que hacer que Dr¨¢cula controlase sus mentes".
El neur¨®logo espa?ol Juan G¨®mez Alonso, jefe del Servicio de Neurolog¨ªa del Hospital Xeral de Vigo, realiz¨® una tesis doctoral sobre vampirismo, y en su investigaci¨®n encontr¨® curiosas similitudes entre los vampiros y la rabia. Para empezar, esta patolog¨ªa es transmitida por un virus mediante mordedura, y los animales transmisores, el perro, el lobo y el murci¨¦lago, aparecen tambi¨¦n en la mitolog¨ªa del vampiro. "El virus tiende a invadir la parte m¨¢s primitiva del cerebro, conocida como el sistema l¨ªmbico", responde este experto en un correo electr¨®nico. La rabia furiosa en una persona produce un comportamiento que recuerda mucho al del vampiro, con "agresividad primitiva, apetito sexual exacerbado, insomnio pertinaz, tendencia a vagar sin rumbo", y la intolerancia a determinados est¨ªmulos, y olores, espejos, agua y corrientes de aire. Este comportamiento se ha constatado tambi¨¦n en animales enfermos de rabia. Alonso apunta una coincidencia cronol¨®gica sorprendente. "A principios del siglo XVIII Europa sufri¨® una importante epidemia de rabia que afect¨® a perros, lobos y otros animales en la zona oriental". En Hungr¨ªa, por ejemplo, la epidemia fue m¨¢s intensa entre 1720 y 1730, cuando las principales revistas y gacetas de la ¨¦poca recogieron historias de vampirismo.
?Por qu¨¦ los vampiros no han perdido ni un ¨¢pice de atractivo para el p¨²blico? "En nuestra sociedad, la medicina ha prolongado la vida, y la muerte se ha transformado en algo no familiar", concluye Daniel Collins. "La mayor¨ªa de la gente muere en los hospitales en vez de en sus hogares". La industria funeraria es muy rentable, y los fallecidos son maquillados para tener un aspecto saludable. "El vampiro que vive tras la muerte desaf¨ªa lo establecido, y la sociedad occidental moderna siempre ha valorado algo como echar abajo los tab¨²es, romper con lo prohibido, por lo que la idea de cruzar la frontera hacia un territorio prohibido es muy atractiva e inspiradora. La l¨ªnea entre la vida y la muerte es el tab¨²". Los vampiros, en definitiva, desaf¨ªan esa l¨ªnea imposible, van y vuelven, y eso les hace irresistibles.
Babelia
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