Herta M¨¹ller recibe el Nobel por el valor literario de su oposici¨®n a la dictadura comunista
La edici¨®n de este a?o es la que cuenta con m¨¢s mujeres entre los galardonados
Los ganadores del Premio Nobel no hablan durante la ceremonia en la que reciben su galard¨®n. Tal vez por eso Herta M¨¹ller, miembro de la minor¨ªa german¨®fona de Rumania, no se ha callado nada desde que lleg¨® a Estocolmo el s¨¢bado pasado. Si en su conferencia del lunes en la Academia Sueca record¨® el pasado nazi de su padre, el deportaci¨®n a la URSS de su madre y la represi¨®n que sufri¨® ella misma durante el r¨¦gimen de Ceaucescu, en la rueda de prensa del martes carg¨® contra los pa¨ªses que le bailan el agua al r¨¦gimen chino camuflando de lucha por la democracia sus intereses econ¨®micos.
Esta tarde, sin embargo, M¨¹ller se limit¨® a sonre¨ªr y a agradecer con la cabeza el Nobel de Literatura. Fue a las 17,30. La ceremonia, fiel a un protocolo marcado con tiral¨ªneas, hab¨ªa empezado una hora antes en el Auditorio de Estocolmo, decorado como siempre con las 14.000 flores -blancas y verdes esta vez- que env¨ªa cada a?o la provincia italiana de San Remo, donde muri¨® Alfred Nobel el 10 de diciembre de 1896, cinco a?os antes que echaran a andar los galardones que llevan su nombre.
Al sentido que tienen en el siglo XXI unos premios nacidos con el esp¨ªritu del XIX se refiri¨® en su discurso inaugural Marcus Storch, presidente de la Fundaci¨®n Nobel. Lo hizo despu¨¦s de recordar el de la Paz -entregado por la ma?ana en Oslo a Barack Obama , im¨¢n de todos los focos en esta edici¨®n- y para responder a los que ¨²ltimamente han pedido una doble reforma para el galard¨®n que se entrega en Estocolmo: primero, que se abra a organizaciones colectivas (algo que ha hecho en varias ocasiones el concedido en la capital noruega); segundo, que a?ada a las seis categor¨ªas tradicionales dos m¨¢s dedicadas al medio ambiente y la salud, por un lado, y a la neurociencia por otro.
Tras recordar con orgullo la multitud de premios nacidos en los ¨²ltimos a?os a imitaci¨®n de los Nobel (no los cit¨® pero ah¨ª est¨¢n los Pr¨ªncipe de Asturias o el Pritzker de arquitectura), Storch concluy¨® que los premios de la Paz, Qu¨ªmica y Medicina ya hab¨ªan, en ediciones anteriores, reconocido los ¨²ltimos descubrimientos relacionados con la investigaci¨®n medioambiental o con el SIDA.
Por esto ¨²ltimo se premi¨® de hecho el a?o pasado a la francesa Fran?oise Barr¨¦-Sinoussi, la ¨²nica mujer galardonada en aquella ocasi¨®n. Este a?o, sin embargo, hab¨ªa m¨¢s mujeres que nunca entre los premiados: 5 de 12 (13 si contamos a Obama). La proporci¨®n, con todo, sigue estando muy desequilibrada. De los 822 galardonados en 108 a?os, s¨®lo 40 son mujeres. 12 lo han sido en el apartado de Literatura, la mitad de ellas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Este a?o, adem¨¢s, Elinor Ostrom ha sido la primera estudiosa en recibir el Nobel de Econom¨ªa, que comparte con su colega Oliver E. Williamson por sus trabajos sobre la gesti¨®n comunitaria de la propiedad, estudios para los que, entre otros casos, utiliz¨® el ejemplo del Tribunal de las Aguas de Valencia.
Los economistas cerraron una ceremonia punteada con m¨²sica de Mozart, Mendelssohn, Puccini y Bart¨®k y a la que asisti¨® Cristina Garmendia, ministra espa?ola de Ciencia e Innovaci¨®n. El orden de entrega fue el establecido por Nobel en su testamento: cierra la Econom¨ªa -un galard¨®n establecido en su honor pero no directamente por el inventor de la dinamita- y abre la F¨ªsica, que este a?o recay¨® en tres "maestros de la luz", los sensores y la fibra ¨®ptica: Charles K. Kao, Williard S. Boyle y George E. Smith. Tres estadounidenses, de nacionalidad al menos, como la mayor¨ªa de los galardonados con las medallas de ciencias.
La israel¨ª Ada E. Yonath, premiada con el Nobel de Qu¨ªmica por sus investigaciones en torno al ribosoma -la "f¨¢brica celular" que traduce en vida el c¨®dico del ADN-, fue la excepci¨®n. Eso s¨ª, comparti¨® su galard¨®n con el estadounidense nacido en India Venkatraman Ramakrishnan y con Thomas A. Steitz.
Tras Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak -Nobel de Medicina por el descubrimiento de la telomerasa, que abre muchas posibilidades para frenar el crecimiento de los tumores- lleg¨® el turno de Herta M¨¹ller, a la que Anders Olsson, aplic¨® un t¨¦rmino acu?ado por el espa?ol Claudio Guill¨¦n, citado esta tarde con devoci¨®n por el acad¨¦mico sueco: "contraexilio". Para Guill¨¦n la literatura del contraexilio es la que, lejos de dejarse llevar por la nostalgia se construye mediante "respuestas que incorporan la separaci¨®n de un lugar, de un idioma o de una comunidad de origen" y que "triunfan sobre esa separaci¨®n" para trascender "el apego a un lugar".
As¨ª es la obra -l¨ªrica y seca, sin concesiones- de la autora de La bestia del coraz¨®n, La piel del zorro, El hombre es un gran fais¨¢n en el mundo o En tierras bajas (publicados en Espa?a por Siruela en traducci¨®n de Juan Jos¨¦ del Solar), libros marcados de principio a fin por la tiran¨ªa de Ceaucescu, de cuya muerte se cumplen 20 a?os este mes. En 1987 se exili¨® en Berl¨ªn, donde dos a?os m¨¢s tarde asisti¨® a la ca¨ªda del Muro.
M¨¹ller, que entr¨® en el escenario agarrada a su bolso como a un salvavidas, abri¨® m¨¢s a¨²n sus enormes ojos, esboz¨® media sonrisa y se acerc¨® al rey de Suecia, que le saca la cabeza. Tres reverencias y vuelta a la fila de inmortales en medio del aplauso m¨¢s largo de la tarde. Esta noche, al final del tradicional banquete en el ayuntamiento de Estocolmo, Herta M¨¹ller, como el resto de los galardonados, podr¨¢ de nuevo tomar la palabra.
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