Cinco d¨¦cadas para una noche
El concierto de Spandau Ballet congrega a fans tanto quincea?eros como cincuenta?eros en una fiesta musical que sobrepasa el concepto de generaci¨®n
Los silencios tan largos tienen estas consecuencias. Spandau Ballet llevaba 20 a?os fuera de la circulaci¨®n musical. Sin discos, sin conciertos. Nada. S¨®lo los ecos de su m¨¢s que publicitada pelea por los derechos de autor de los ¨¦xitos del grupo, que los llev¨® a los tribunales y a no dirigirse la palabra durante dos d¨¦cadas. Cuando anunciaron en marzo de 2009 que regresaban, muchos fans comenzaron a relamerse. Podr¨ªan volver a escuchar al quinteto en directo y a bailar aquellos temazos que marcaron a la chavaler¨ªa de la d¨¦cada de los ochenta.
En Espa?a s¨®lo se han subido al escenario en Barcelona y Madrid, pero la expectaci¨®n era evidente. Es cierto que en el Palacio de Vistalegre de la capital la mayor¨ªa eran bastante talluditos; sin embargo, muchos padres quisieron que sus hijos escucharan las melod¨ªas romanticotas con las que se enamoraron, tal vez en un intento de ponerles en los labios temas m¨¢s pausados que el chunda-chunda con el que martirizan a sus progenitores.
Desde luego Tony Hadley (voz), Gary Kemp (compositor y guitarrista), Steve Norman (saxos y percusi¨®n), John Keeble (baterista) y Martin Kemp (bajo) se esforzaron para lograr dejar satisfechos tanto a los papis que coreaban a voces sus canciones como a los reci¨¦n llegados que todav¨ªa no hab¨ªan nacido cuando Spandau se convirtieron en los reyes del new romantic.
Tienen exitazos de sobra para lograr eso y m¨¢s. El escenario y la puesta en escena eran simples, algunos dir¨ªan que pobres... Todo parec¨ªa estar enfocado a lo importante: la m¨²sica. Y as¨ª dieron un recital de dos horas en el que los 20 temas sonaron con potencia y demostraron que, pese a la p¨¦sima ac¨²stica del coso taurino, cuando se lleva un buen equipo y ganas se pueden hacer virguer¨ªas.
Los m¨¢s maledicentes se han apresurado a meter el regreso de Spandau en el mismo saco del oportunismo de otras bandas ¨¢vidas de dinero. Pero lo cierto es que Gary Kemp ya manifest¨® en Londres a EL PA?S: "El dinero no tiene nada que ver. Solamente ten¨ªa unas ganas terribles de volver a tocar en directo y de terminar con nuestra pelea de una buena vez". Lo dice un tipo que gana una millonada por derechos de autor de parte de los himnos que definieron una d¨¦cada.
Spandau suenan estupendamente en directo. Ya quisieran muchos nuevos grupos conseguir ese sonido propio que ha sobrevivido y contin¨²a vigente 30 a?os m¨¢s tarde. En Vistalegre se bail¨® mucho con las contorsiones t¨ªpicas de los ochenta; alguno que otro a lo agarrao, como en los guateques de tocadiscos, y hubo una vuelta al pasado que tiene mucho futuro.
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