El oficio y la personalidad
No debe ser f¨¢cil -quiz¨¢, es imposible- abstraerse de la enorme presi¨®n de Las Ventas. Sobre todo, para los chavales que acuden inmersos en una peligrosa disyuntiva: si vienen y no triunfan corren el serio peligro de ser presos del olvido; y si no viene, no existen. La otra opci¨®n es triunfar, pero ¨¦sa es una loter¨ªa dif¨ªcil, muy dif¨ªcil.
Los novilleros de hoy no est¨¢n placeados, y llegan a Madrid desnudos de oficio, cargados de sue?os y con una olla a presi¨®n como cerebro. Les han calentado la cabeza desde que salieron los carteles; el hotel ha sido un hervidero de consejos bienintencionados; reciben ¨®rdenes del subalterno que est¨¢ en el burladero, y sus apoderados les hacen se?ales desde el callej¨®n. Y, por si fuera poco, los tendidos, a veces, son injustos, profundamente injustos, con frases destempladas, casi insultantes, a quienes no son m¨¢s que un manojo de nervios en un mar de desconocimiento
Guadaira/Sald¨ªvar, Casares, Escribano
Novillos de Guadaira, bien presentados, a excepci¨®n de segundo y tercero; desiguales en el caballo y manejables con un punto de genio. Tercero y cuarto, ovacionados.
Arturo Sald¨ªvar: media y siete descabellos (silencio); estocada (palmas).
Luis Miguel Casares: estocada (silencio); estocada (silencio).
Cristian Escribano: pinchazo _aviso_ y estocada (divisi¨®n de opiniones); dos pinchazos, estocada que asoma, dos descabellos _aviso_ y descabello (silencio)
Plaza de las Ventas. 24 de mayo. D¨¦cimo noveno festejo de la feria de San Isidro. Casi lleno.
Despu¨¦s, est¨¢ el toro, que sale como sale, al margen de ilusiones y novenas familiares. Ayer, por ejemplo, sali¨® una novillada dificultosa para la noviller¨ªa andante porque se movi¨® y lo hizo con un punto de casta picante o de genio encastado, de modo que hac¨ªa falta oficio, mucho oficio, para mandar en aquellas embestidas desobedientes. Pero el oficio es insulso si no va acompa?ado de la personalidad; de nada sirve el aceptable manejo de los enga?os si no se dice nada, si no se comunica, si se es incapaz de hacer brotar la emoci¨®n.
Cualquiera sabe lo que estar¨ªa pasando por la cabeza de Cristian Escribano cuando trataba de ahormar la dificultosa embestida del tercero mientras parte del p¨²blico se mofaba de su labor. Lo recibi¨® de muleta en el centro del ruedo con dos pases cambiados por la espalda, y aguant¨® en varias tandas por la derecha el genio del novillo, que siempre sali¨® triunfante del envite. La faena fue larga y laboriosa, pero no supo o no pudo el torero mandar en su oponente. No le perdi¨®, no obstante, la cara al novillo, como no se la perdi¨® al complicado sexto, con el que tampoco pudo lucirse.
Algo parecido le ocurri¨® a sus dos compa?eros. El mexicano Sald¨ªvar parece que tiene maneras, pero tampoco pudo remontar la soser¨ªa de su lote. Lo intent¨® una y otra vez, pero no destac¨® ni ante el descastado primero ni ante el cuarto, que desarroll¨® genio.
Y Luis Miguel Casares se ve que ha toreado en el campo, y se muestra suelto en los distintos tercios. Pero su concepci¨®n del toreo dice poco de su capacidad para la creatividad. Dio muchos pases, algunos largos y elegantes, pero, en general, resultaron aburridos e inocuos.
Quiz¨¢, adem¨¢s del cerebro a presi¨®n y de la exigencia exagerada de parte de la plaza, el problema de estos j¨®venes sea que les falta ambici¨®n; que no tienen hambre, vamos, y eso se nota demasiado en el ruedo. Ninguno de los tres se comport¨® como un novillero dispuesto a morir para triunfar. Dicho as¨ª, queda muy duro, pero es tan real como esta profesi¨®n. Quiz¨¢, por ello alguien pueda pensar que el futuro se les ha complicado sobremanera a partir de ayer; y la culpa ser¨¢, fundamentalmente, de ellos mismos, hijos de una ¨¦poca de toreros conformistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.