Brian Cox, escoc¨¦s con garant¨ªa
El actor estrena en Espa?a su pel¨ªcula 'The good heart' con junto a Paul Dano como protagonista
Tantos a?os imitando acentos, cambiando de disfraces, de personajes y continentes, engordando y adelgazando seg¨²n lo requiriera el proyecto, y en cuanto abre la boca a Brian Cox (Dundee, Escocia, 1946) le salen a borbotones los or¨ªgenes. El acento escoc¨¦s marca las palabras de un actor que asegura disfrutar "con el buen cine indie", en el que inyecta toda su energ¨ªa. "Por eso tambi¨¦n ruedo grandes producciones: porque me pagan bien. Aunque es cierto que de vez en cuando aparecen en los filmes de Hollywood personajes atractivos".
El p¨²blico espa?ol tuvo consciencia de la existencia de Cox con Agenda oculta (1990), el filme que tambi¨¦n mostr¨® al gran p¨²blico a Ken Loach, su director. Pero cuatro a?os antes, Cox hab¨ªa sido el primer Hannibal Lecter de la historia del cine en Manhunter. Poca gente lo recuerda, y ¨¦l tampoco lo saca a colaci¨®n. Desde entonces, una ristra de trabajos como aciertos como Rob Roy, Braveheart, L.I.E., The boxer, Academia Rushmore, Troya, Match Point, la saga Bourne, La ¨²ltima hora o X-men 2. No ha habido temporada en la que no haya rodado al menos dos pel¨ªculas. "El problema", confiesa riendo, "es que vivo en Nueva York, una ciudad cara, y tengo ni?os peque?os. Y cuando ruedo lejos, me los llevo conmigo. Hay que hacer caja. M¨¢s en serio, me llegan guiones interesantes, historias que me provocan y logran que viaje".
A lo largo de la charla, veinte minutos para seis preguntas, obligado por sus largas explicaciones, Brian Cox recuerda y defiende tiempos pasados. Porque la pel¨ªcula que le trae a Espa?a, The good heart, se rod¨® en Islandia con un director de esa nacionalidad -Dagur K¨¢ri- imitando a Nueva York (cosas de la producci¨®n moderna), porque la trama habla de aquellos viejos bares en los que solo entraban los clientes habituales y nadie m¨¢s, y porque The good heart tiene aroma a teatro, medio que Cox ama, sin basarse en un drama. "Conoc¨ª bares as¨ª en mi Escocia natal, en los viejos tiempos en que los hombres pasaban horas y horas en sitios as¨ª, cayendo en el alcoholismo, con la mujer y los ni?os esperando en casa".
The good heart se centra en la relaci¨®n entre el solitario due?o del bar (Brian Cox) y otra alma en pena que se encuentra por la calle, un adolescente (Paul Dano) que acaba trabajando como camarero en el local. "Paul Dano es brillante. Ya trabajamos en L.I.E., antes de que ¨¦l se hiciera popular con Peque?a Miss Sunshine. Es tan listo que yo creo que se pasar¨¢ a la direcci¨®n. Es que hoy en d¨ªa ser actor joven es muy duro. Debes cumplir unas expectativas brutales, hacer un tipo de cosas que por suerte yo no tuve que realizar. Y Paul no est¨¢ a estas zarandajas, quiere expresarse en el cine, y por eso dirigir¨¢. Hace tres d¨¦cadas pod¨ªas labrar tu carrera paso a paso, curti¨¦ndote en teatro. Hoy, o rompes la taquilla a la primera o te entierran. Y eso vale tanto para los int¨¦rpretes como para las pel¨ªculas. Otra raz¨®n para defender el buen cine indie: que en muchos casos se libra de esta presi¨®n".
El filme island¨¦s ha salido de esa presi¨®n de forma curiosa: se estren¨® antes en X-Box live que en las salas. "?Ves? Claro que entiendo que han cambiado las maneras de ver las pel¨ªculas y todo eso, pero prefiero los cines, la magia de juntarnos con otras personas para vivir esa experiencia com¨²n... No s¨¦, no s¨¦. Estoy sonando a viejo, ?verdad?". Antes de acabar, da tiempo a preguntarle por Spike Lee, con el que trabaj¨® en La ¨²ltima hora, uno de los primeros filmes pos 11-S. "Es un genio. Visualmente he conocido muy pocos como ¨¦l. Nos colocaba en un lugar exacto y en pantalla ve¨ªas el porqu¨¦. El mon¨®logo sobre Nueva York de Edward Norton es magistral. Y no ¨²nicamente por lo que dice, sino por c¨®mo lo acompa?a con im¨¢genes. Trabajar¨ªa con ¨¦l cuantas veces fuera, y ¨¦l deber¨ªa estar rodando sin parar". Al menos hay algo que no cambia: Cox levanta cualquier gui¨®n, y su nombre garantiza al menos un personaje con fuerza.
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