Devaluad¨ªsima puerta grande

Juan Bautista sali¨® por la puerta grande porque cort¨® una oreja en cada toro, y una y una son dos, que son las necesarias para que un torero vea la calle de Alcal¨¢ a hombros de los capitalistas. Pues muy bien; que lo disfrute con salud. Pero que no se deje enga?ar. Su actuaci¨®n fue meritoria, pero no de puerta grande. Ni por asomo. No hubo faena de categor¨ªa, no hubo conmoci¨®n ni tarde de arrebato general. No. Hubo, eso s¨ª, un torero ilusionado, que busc¨® el triunfo con ah¨ªnco, que super¨® con ventaja la noble soser¨ªa de su lote, y que protagoniz¨® pasajes muy estimables. Pero, no; Juan Bautista no redonde¨® una actuaci¨®n de la categor¨ªa suficiente para ser elevado a hombros -el primero en todo el ciclo isidril- y gozar de las mieles que ello supone.

Esta situaci¨®n vuelve a poner de manifiesto la obsoleta e incomprensible costumbre de las dos orejas en esta plaza, que dice ser la primera del mundo y permite injusticias como la de ayer. Para ser la m¨¢s importante, debe ser la m¨¢s exigente, y, que sepa, una oreja en cada toro no es, en principio, baremo suficiente que evaluar un triunfo ¨²nico.

Es una pena que esta china le haya tocado a un torero modesto que lucha por salir de la zona de nadie en la que se encuentra, pero as¨ª de dura es la realidad.

Quede constancia, no obstante, de que Bautista manifest¨® una extraordinaria voluntad de triunfo, y embebi¨® por momentos la embestida de su ¨¢spero primero en una labor correcta. Mejor¨® en el quinto, al que banderille¨® superiormente Curro Robles, y lo meti¨® en la muleta en una faena decidida y airosa, pero falta de peso y hondura. Mat¨® bien las dos veces, y, ya saben, a hombros.

Abell¨¢n, por su parte, demostr¨® que sigue vivo, que hay que seguir contando con ¨¦l, y, para ello, se mostr¨® valent¨ªsimo, pundonoroso y arrojado con un lote inc¨®modo. Sobre todo, el primero, deslucido, ante el que porfi¨® con la dignidad de un torero bien plantado y aguant¨® impert¨¦rrito derrotes y ga?afones. Mejor en el cuarto, m¨¢s noble, al que luci¨® de lejos, y tore¨® en largos muletazos por ambas manos que, en alg¨²n momento, alcanzaron hondura y elegancia. Parec¨ªa un diestro nuevo, ilusionado, enrabietado y enardecido, lo que dice mucho de su nueva actitud.

Y el peor lote, para el mexicano Arturo Mac¨ªas, valiente, esforzado y poco placeado, que pretende dibujar un toreo hier¨¢tico y resulta anodino. Sorte¨® las dificultades sin perder la compostura y qued¨® claro su deseo de agradar, pero a su mala suerte uni¨® su falta de gracia.