Hot Chip maquilla el invento fallido de Casablancas en el FIB
La segunda jornada del FIB arranca con la banda brit¨¢nica, la actuaci¨®n del l¨ªder de The Strokes en solitario y unos d¨¦biles Vampire Weekend
Con ese nombre, Julian Fernando Casablancas, podr¨ªa ser uno de los artistas que ayer reivindicaron con acierto el talento patrio. Pero no, ¨¦l es una estrella que lleg¨® el ¨²ltimo al escenario, que no habla ni gota de espa?ol y que tiene un grupo que revolucion¨® hace unos a?os las tendencias en el rock. Pero eso eran o son The Strokes, quiz¨¢ el poderoso motivo por el que fue capaz ayer de congregar en el escenario grande del FIB Heineken a una multitud que no se sab¨ªa ni una de las canciones de su proyecto en solitario, pero que quer¨ªa pronto su raci¨®n de estrella. Quiz¨¢ por eso, muy escaso de pundonor, tuvo que recurrir a alg¨²n tema de su formaci¨®n original (todav¨ªa en activo, por cierto) para animar a un p¨²blico que se mec¨ªa sobre si mismo mientras unos cuantos incautos, al fondo, centrifugaban su est¨®mago en una inquietante atracci¨®n de feria.
Casablancas, culpable hace unos a?os de una cierta vuelta a las esencias del rock, abraza ahora sin rubor los apa?os electr¨®nicos en sus canciones. Con dos bater¨ªas sobre el escenario, filtros de voz y la contribuci¨®n inestimable de un sonido deficiente, logr¨® formar un barullo sonoro considerable. "?Qu¨¦ es esto? ?De qu¨¦ va?", le dec¨ªa una chica a su hermana gemela. De nuevo, el p¨²blico volvi¨® a animarse cuando la banda ocasional recurri¨® a temas de The Strokes (con bis incluido), cuyos miembros deben estar alucinando en su sof¨¢ con la cara que tiene Casablancas. La pr¨®xima vez, si puede ser, que se los traiga a tocar.
Suerte que luego llegaron Hot Chip para arreglar un poco el desaguisado, la banda que ha revolucionado el sonido indie para convertirlo en carne de pista de baile. "Buenas fucking noches", gritaron cachonde¨¢ndose abiertamente de de la impostura soez de Casablancas. Su ¨²ltimo disco, One life stand, suena mucho m¨¢s org¨¢nico, m¨¢s natural, sobre un escenario como el de ayer, donde Alexis Taylor subi¨® con sus gafas de empoll¨®n y vestido de blanco para recordarle a todos los raros del mundo que ellos tambi¨¦n pueden ser los reyes de la discoteca. El p¨²blico, que tiene la muy molesta costumbre de lanzar vasos semillenos al auditorio, no termin¨® de entrar en la propuesta de los londinenses, que parec¨ªan un poco agotados de tanta gira. S¨®lo con hitazos de la talla de Over and over aquello alcanz¨® el nivel que dej¨® la noche anterior, sin efectismos, el bueno de Ray Davies.
Pero el plato fuerte del d¨ªa (es un decir) fueron Vampire Weekend. Unos ni?os bien que se conocieron en Columbia y que han desempolvado con cierta inteligencia un pop fresco con insistentes referencias a la m¨²sica africana. Algo que ya exprimi¨® en su d¨ªa, con m¨¢s originalidad, Paul Simon en su Graceland (peor es inventar al estilo Casablancas). Pero a estos chicos, muy buenos m¨²sicos, les colgaron ayer un cartel que les ven¨ªa grande. El escenario estaba lleno, pero carecen de fuerza, y no es su culpa, para agitar a 30.000 personas y poner un transatl¨¢ntico como el FIB a navegar a esa hora.
La tarde fue de las bandas locales. Todos los espa?oles que hab¨ªa en el recinto a las ocho y media, muy sorprendidos de saludarse en su idioma, se encontraron en el enorme escenario donde tocaban Tri¨¢ngulo de amor bizarro (que deben su nombre a New Order, la banda de Peter Hook, que lleg¨® m¨¢s tarde). Para verles conviene llevar tapones para los o¨ªdos. Tienen un directo explosivo de incontables decibelios al estilo de My Bloody Valentine quiz¨¢ poco adecuado para esa hora. Pero cumplieron de sobra. Lo mismo que Antonio Luque, el Sr. Chinarro, uno de los responsables de que haya surgido una nueva generaci¨®n sin complejos en Espa?a, aunque haya tenido que predicar un tiempo en el desierto.
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