"Estoy bastante cansado de Catalu?a"
Claret Serrahima, dise?ador del cartel de la Merc¨¨
Claret Serrahima (Barcelona 1950), tiene un peque?o estudio de dise?o, el Estudi Cla-Se, en un espacio sorprendente del barrio G¨®tico, porque en un momento dado decidi¨® que le interesaba ser peque?o, no crecer y controlar su producci¨®n. As¨ª ha conseguido mantener su prestigio de dise?ador, "de maestro ebanista", como le gusta definirse, intacto. Y ahora ocupa la actualidad porque, por un lado, ha hecho el cartel de La Merc¨¨ de este a?o, -lo sorprendente es que todav¨ªa no formara parte de la lista de quienes han convertido este reto en un cl¨¢sico- y por otro ha conseguido sacar adelante la imagen corporativa de Catalunya Caixa, la Caja resultante de la fusi¨®n de Caixa Catalunya, Caixa Manresa y Caixa Tarragona.
Si lo primero es puro placer creativo, y as¨ª lo reconoce -"no se si me lo encargaron o hice que me lo encargaran, porque creo que ya me tocaba"-, lo segundo se parece m¨¢s a una interminable sesi¨®n de psicoan¨¢lisis compartida a tres banqueros que deben aceptar la imagen bajo la que se fusionar¨¢n y bajo la que, en cierto modo, desaparecer¨¢n. En ambos casos ha tenido ¨¦xito, aunque el camino no haya sido precisamente una l¨ªnea recta.
Pregunta. ?C¨®mo surgi¨® el cartel de La Merc¨¨?
Respuesta. Yo no quer¨ªa s¨®lo hacer un cartel. Se me ocurri¨® una idea m¨¢s divertida, una acci¨®n colectiva, algo que se quedara en la ciudad, y pens¨¦ en crear un pastel t¨ªpico de La Merc¨¨, como las cocas de Sant Joan, los bu?uelos de cuaresma o el pan de Sant Jordi, que es un invento reciente. Quer¨ªa inventar un pastel de higos, una fruta de septiembre, muy mediterr¨¢nea, b¨ªblica y tambi¨¦n catalana. Habl¨¦ con los mercados, con el gremio de pasteleros; hicimos algunas pruebas, el proyecto fue creciendo, pero lleg¨® un momento en el que me di cuenta de que no llegar¨ªa a tiempo si lo quer¨ªa hacer bien. Decid¨ª aparcarlo, aunque no lo olvido, y pens¨¦ otra idea que fuera tambi¨¦n colectiva y llam¨¦ a una serie de gente de Barcelona para que hicieran las tipograf¨ªas de La Merc¨¨.
P. ?C¨®mo respondieron?
R. Se lo ped¨ª a 30 porque quer¨ªa 15 o 20 y pensaba que unos cuantos fallar¨ªan. Pero todos aceptaron encantados agradeci¨¦ndome que los hubiera escogido. Son gente del mundo de la cultura: poetas, escritores, pintores... y tambi¨¦n cocineros o deportistas, gente muy buena en su trabajo pero no especialmente famosos. Hay tres carteles que recogen a 15 y el resto de las letras salen en los programas, en las camisetas y los dem¨¢s objetos de La Merc¨¨.
P. Es una nueva v¨ªa, lo que no es tan f¨¢cil porque los carteles de La Merc¨¨ son ya un cl¨¢sico y muy a menudo levantan pol¨¦mica, desde el de Nazario con la caligraf¨ªa arabizante hasta el de Perajaume, por citar dos.
R. S¨ª. Tengo que decir que el ayuntamiento de Barcelona lo hace de forma ejemplar. Buscan y escogen al autor, m¨¢s o menos pol¨¦mico, pero le dan libertad absoluta y no controlan, como sucede a menudo cuando trabajas para una administraci¨®n. Por eso el cartel se ha convertido en un cl¨¢sico.
P. ?C¨®mo dise?ador, como artista, como ve la evoluci¨®n de Barcelona? ?No cree que la ciudad est¨¢ perdiendo su personalidad, con la excusa del... dise?o?
R. Ha puesto el dedo en la llaga: la falsa modernidad de Barcelona. Estoy bastante cansado de Catalu?a y agotado de Barcelona por esta falsa modernidad de los pol¨ªticos a quienes se les ocurre sacar los conejos y los periquitos de las Ramblas para vender helados con gorros de mexicanos y cocas remojadas. Ese es el error, la obsesi¨®n de los pol¨ªticos de dejar su huella. Habr¨ªa que pagarles para que durante cuatro o cinco a?os no hicieran nada ni tocaran nada. Pero, reconozc¨¢moslo, los pol¨ªticos no vienen de Marte ni de Venus, son catalanes y representan la cultura catalana, la de este falso progreso, esta falsa modernidad, porque hay m¨¢s modernidad en Santa Maria del Mar que en el Edificio Vela de Bofill; moderno es el Bar Manolo de Gracia. Barcelona es una ciudad cada vez m¨¢s dif¨ªcil de vivir porque est¨¢ perdiendo la esencia de la vida. Este es un pa¨ªs que ya no tiene amorosidad, es un pa¨ªs devastado, porque el catal¨¢n es un c¨ªnico que lo que ama de verdad es su cuenta corriente. Barcelona, aseguran, es "la millor botiga del mon". Yo no quiero vivir en una botiga.
P. Pero ahora usted ha tocado els cuartos (el dinero) de Catalu?a, ha hecho la imagen corporativa de Catalunya Caixa, la segunda caja m¨¢s importante del pa¨ªs. ?C¨®mo ha sido esta experiencia?
R. Fueron a una multinacional para que les arreglara la cuesti¨®n de la imagen resultante de la fusi¨®n, y no se lo arregl¨®. Recurrieron a m¨ª, tal vez porque buscaban m¨¢s a un maestro, en el sentido de un peque?o profesional, como una especie de m¨¦dico de cabecera. Tengo que decir que este ha sido uno de los trabajos m¨¢s grandes que he hecho. Es cierto que he realizado proyectos importantes a lo largo de mi carrera, pero este es el mas grande de extensi¨®n y tambi¨¦n complicado porque en realidad se trataba de encontrar el nombre. Y lo primero que me dijeron fue: "Es una entidad nueva que no se puede llamar ni caixa, ni Catalunya, ni puede utilizar los colores rojo, negro y calabaza, de las tres entidades que la forman". Y a partir de este punto empezamos a trabajar. Me reun¨ªa casi cada semana con el consejo en el que estaban los presidentes de cada una de las cajas: Narcis Serra, Gabriel Ferrater... o los representantes de las Diputaciones. Lo interesante es que empezamos de cero. Lo cocin¨¢bamos y yo lo gestionaba. Al principio hab¨ªa silencios que se pod¨ªan cortar con un cuchillo. Yo, por un lado les provocaba y les hac¨ªa hablar y por otro hac¨ªa de notario del reino, iba recogiendo todo lo que dec¨ªamos y me lo tra¨ªa al estudio y aqu¨ª lo analiz¨¢bamos. Lo importante es dudar. Soy un fan¨¢tico de la duda, porque es de donde salen las cosas. En este caso consegu¨ª darle la vuelta total al punto de partida para llegar Catalunya Caixa.
P. ?C¨®mo lo hizo?
R. Lo primero fue llegar a la conclusi¨®n de que no pod¨ªa desaparecer Caixa, por muchos motivos, pero sobre todo porque era regal¨¢rselo en exclusiva a La Caixa. Aceptado esto empezamos a buscar nombres y salieron hasta 200. En un momento determinado se plante¨® si era necesario que desapareciera Catalunya, y entonces se abri¨® otro gran debate, esencialmente sobre la idea de que lo que se quer¨ªa transmitir es que la nueva entidad se articula sobre el territorio, que atiende las necesidades del panadero, del carpintero, del botiguer, de la gente... en contraposici¨®n a la gran entidad internacional, ?Y entonces quereis hacer desaparecer Catalunya?, les dije, si sois la ¨²nica instituci¨®n que se puede llamar as¨ª. Y como ten¨¦is la propiedad, a?ad¨ª, pues nada m¨¢s f¨¢cil. El problema eran Manresa y Tarragona, pero finalmente entendieron que para el negocio era lo mejor. Entonces la idea fue simplemente darle la vuelta y llamarla Catalunya Caixa. Han sido meses de trabajo, pero la sensatez, la s¨ªntesis, es lo evidente, lo m¨¢s claro. He escogido el negro de fondo, que es Caixa Tarragona, el color teja, que es lo m¨¢s parecido al de Manresa... De aqu¨ª seis meses, de aqu¨ª un a?o se ver¨¢ muy claro. Ahora estamos haciendo aqu¨ª todo lo que es la identidad, desde las fachadas hasta las tarjetas de cr¨¦dito o los cheques...
P. ?Y esto es posible en un estudio de este tama?o?
R. S¨ª, claro, si el cliente se porta bien y no tiene demasiadas prisas, s¨ª.
P. ?Y cuando tendremos un pastel de higos?
R. Pronto. No me olvido. Lo tendremos.
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