El genial naufragio de Val del Omar
El Reina Sof¨ªa re¨²ne la obra de este inclasificable cineasta e inventor.- El museo quiere incluir en su colecci¨®n su laboratorio de trabajo
Inventor, cineasta, artista, poeta, visionario... ninguna etiqueta basta para definir a Jos¨¦ Val del Omar (Granada, 1904-Madrid, 1982), figura ¨²nica de la historia del cine y de las vanguardias espa?olas que muri¨® en el olvido rodeado de sus inventos, sus c¨¢maras, sus m¨¢quinas y sus latas llenas del cine m¨¢s audaz, raro y misterioso que pueda imaginarse. Aquel cine, aquel feroz intento de modernidad en una Espa?a demasiado alejada de cualquier avanzadilla est¨¦tica, se puede descubrir ahora en la exposici¨®n que le dedica el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa: desbordamiento de Val del Omar, viaje ¨²nico a lomos de un n¨¢ufrago, un recorrido por la obra y la vida (esta vez, como tantas, inseparable) de un hombre con algo de genio loco, de cham¨¢n m¨ªstico o de Dr. Frankenstein.
En la muestra que ahora abre sus puertas, y que permanecer¨¢ hasta el 28 de febrero del pr¨®ximo a?o, emerge no solo el cine de Val del Omar sino la construcci¨®n de ese cine, el proceso creativo ("Soy una criatura enamorada de la creaci¨®n, que vibra entre la teor¨ªa y la pr¨¢ctica") y el lugar de ese rito creativo: el laboratorio.
Con la fuerza de un barco fantasma emerge el espacio f¨ªsico donde Val del Omar se encerr¨® durante a?os para dar luz y movimiento a sus ideas. Trasladado pieza a pieza desde su casa del norte de Madrid (lentes, filtros, polarizadores, l¨¢seres, pantallas, grabadoras, hasta la caja de un infantil cine Exin...), el laboratorio PLAT (tientos en Picto Lum¨ªnica Audio T¨¢ctil) es, como explica el director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel, una pieza de arte en s¨ª misma. "Y por eso queremos qued¨¢rnosla. Es una maravilla", dice se?alando los dispositivos ¨®pticos y mec¨¢nicos de un lugar desde el que es f¨¢cil imaginar porqu¨¦ la historia de Val del Omar es la de un genial naufragio. "Ten¨ªa poca relaci¨®n con el resto del mundo porque sencillamente quer¨ªa hacer lo que le daba la gana. Era un tipo antisocial, un guerrillero de s¨ª mismo, un hombre sin profesi¨®n porque su profesi¨®n era ¨¦l", recordaba ayer Gonzalo S¨¢enz de Buruaga, su yerno y uno de los especialistas en su obra. "Era un individualista y eso se paga. Hay que estar en una tribu para que se hable de uno, y ¨¦l era un naufrago que solo cre¨ªa en s¨ª mismo. Eligi¨® vivir as¨ª".
Ahondando en la imagen del inevitable fracaso escribe V¨ªctor Erice en uno de los textos que acompa?an a esta exposici¨®n: "Se naufraga siempre, dice una voz razonable...": as¨ª se expres¨® Val del Omar en Aguaespejo granadino, dejando entrever una idea de destino que se relaciona no solo con el sentimiento de p¨¦rdida que le acompa?¨® en tantas etapas de su actividad profesional sino tambi¨¦n con algunos de los t¨¦rminos m¨¢s ¨ªntimos de su propia po¨¦tica, aquellos que brotan de su visi¨®n del cine como un fen¨®meno espiritual ¨²nico, siempre sometido a la dura prueba de la realidad. De ah¨ª el car¨¢cter extraordinario, ejemplar, de su experiencia; de ah¨ª, igualmente, su drama como artista. ?Contradicci¨®n eterna entre materia y esp¨ªritu? Su aventura m¨¢s bien, de la que el cine -arte e industria- constituye uno de sus m¨¢s precisos ejemplos.
Los tres cortometrajes del Tr¨ªptico Elemental de Espa?a, la obra m¨¢s conocida de Val del Omar, rodados entre 1953 y mediados de los sesenta, clausuran una exposici¨®n que arranca en el anonimato de Las misiones Pedag¨®gicas para cerrarse con el "Sin Fin" -y no el "Fin"- del fundido en negro de sus pel¨ªculas. Val del Omar llama a la puerta de los sentidos con su po¨¦tica para mostrar un pa¨ªs que lat¨ªa a ritmo de flamenco seco, im¨¢genes religiosas de agua y fuego. El cine al servicio del delirio art¨ªstico de un hombre que escribi¨®: "Yo soy un r¨ªo cuya alegr¨ªa es derramarse" o, tocado por un instinto m¨¢s tr¨¢gico, "Vinimos por el agua -nos hicieron barro. El fuego de la vida nos va secando".
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