"Mi ambici¨®n era mucho mayor que ganar el Nobel, era escribir buenas novelas"
Mario Vargas Llosa asiste en Madrid al lanzamiento mundial en espa?ol de su nueva novela, 'El sue?o del celta'
Los periodistas no aplauden. Seg¨²n la definici¨®n cl¨¢sica, cuentan a la gente lo que le pasa a la gente pero, discriminando entre informaci¨®n y opini¨®n, no juzgan. Por eso no aplauden en las ruedas de prensa. Pero a veces ocurre. Hoy, por ejemplo. Pasado el mediod¨ªa, Mario Vargas Llosa (Arequipa, Per¨², 1936) entr¨® en el auditorio de la Casa de Am¨¦rica de Madrid. All¨ª le esperaba una nube de flashes, micr¨®fonos, c¨¢maras, cuadernos y bol¨ªgrafos, alg¨²n ordenador y alrededor de 200 reporteros que rompieron a aplaudir en cuanto vieron al ¨²ltimo premio Nobel de literatura.
"El mundo ha repetido su visita a Vargas Llosa", dijo Pilar Reyes, directora de la editorial Alfaguara, recordando las horas que siguieron en octubre pasado al anuncio del galard¨®n m¨¢s importante de las letras universales. Esta vez el motivo de la visita de decenas de medios de Europa y Am¨¦rica Latina era la aparici¨®n de El sue?o del celta, una novela con una tirada de medio mill¨®n de ejemplares (la mitad distribuidos en Espa?a) que hoy mismo ha desembarcado en 17 pa¨ªses de habla hispana, incluyendo el segundo mayor por el n¨²mero de hablantes: Estados Unidos. Entre tanto, 22 editores y 20 lenguas extranjeras trabajan ya en la traducci¨®n de la nueva obra de un cl¨¢sico vivo que adem¨¢s el pr¨®ximo 10 de diciembre entrar¨¢, v¨ªa Estocolmo, en el Olimpo de los m¨¢s grandes.
Cuando la representante de la radio de Suecia le pregunt¨® si no ten¨ªa miedo a caer en el mismo silencio que agarrot¨® a muchos de los que le han precedido en el palmar¨¦s del Nobel, Vargas Llosa fue rotundo: "?Ning¨²n peligro! A m¨ª la muerte me encontrar¨¢ con la pluma en la mano". Poco antes hab¨ªa citado a su maestro, Flaubert: "Escribir es una manera de vivir".
Despu¨¦s de contar que el anunci¨® del premio hab¨ªa interrumpido la redacci¨®n de La civilizaci¨®n del espect¨¢culo, el ensayo en el que estaba trabajando cuando se levant¨® el "torbellino sueco". "A los veinte minutos de saberse, mi departamento se llen¨® de gente que no conoc¨ªa; periodistas daneses, fineses". Esa pausa forzada era solo un presagio: "Mis horarios han saltado por los aires", explica, "aunque no me quejo, en el desequilibrio no me siento c¨®modo".
"Voy a seguir hablando como una cotorra", a?adi¨®. Y hoy habl¨® y habl¨®. S¨®lo guard¨® silencio sobre un asunto concreto: su discurso de recepci¨®n del Nobel. "Voy a guardar el secreto", dijo. Eso s¨ª, aunque lleva cerca de un mes con la cabeza en las nubes -"duermo dos o tres horas al d¨ªa"- no ha despegado un mil¨ªmetro los pies del suelo. Por eso el galard¨®n no ha frenado el impulso que le llev¨® siendo un veintea?ero a escribir novelas como La ciudad y los perros o La casa verde. "Nunca estuvo entre mis aspiraciones literarias ganar el Premio Nobel. Mis ambiciones eran mayores: yo quer¨ªa escribir buenas novelas", afirm¨®. "Mi ambici¨®n era que mis libros se leyeran como yo le¨ªa los libros que me cambiaron la vida".
Uno de esos libros decisivos fue El coraz¨®n de las tinieblas, y en una biograf¨ªa de su autor, Joseph Conrad, Vargas Llosa se top¨® con una figura fascinante: Roger Casement. Diplom¨¢tico brit¨¢nico nacido en el Ulster, su conversi¨®n al nacionalismo irland¨¦s le llev¨® a conspirar con Alemania durante la Primera Guerra Mundial para dar el impulso definitivo a la independencia de Irlanda. Aquella conspiraci¨®n dio con sus huesos en la c¨¢rcel londinense de Pentonville.
Ah¨ª arranca El sue?o del celta, el relato de las horas de celda de un hombre que recuerda la otra gran peripecia de su vida: sus d¨ªas en el Congo y en la Amazon¨ªa peruana como testigo de los horrores -mutilaciones, asesinatos, prostituci¨®n, esclavitud- a los que los europeos somet¨ªan a los ind¨ªgenas que trabajaban en la explotaci¨®n del caucho. "Cuando desaparece la legalidad prevalece la ley del m¨¢s fuerte y brota la barbarie", explic¨® Vargas Llosa. Casement encontr¨® el horror donde pensaba encontrar cristianismo, comercio y civilizaci¨®n. "Fue tal vez el primer europeo en denunciar los cr¨ªmenes del colonialismo", explic¨® el novelista. Hoy, sin embargo, apenas nadie lo recuerda ni en ?frica ni en Per¨². El escritor lo comprob¨® sobre el terreno cuando viaj¨® a los escenarios de su novela. All¨ª comprob¨® tambi¨¦n que buena parte de las situaci¨®n actual del Congo viene de aquella "vertiginosa brutalidad": "Los descendientes de las v¨ªctimas todav¨ªa no han podido recuperarse".
Casement, un "h¨¦roe inc¨®modo", vivi¨® entre 1864 y 1916, y hoy la charla de Vargas Llosa se movi¨® entre la crisis de aquellos a?os y la de ahora mismo. De todo lo preguntaron y de todo habl¨®. Ya se tratara de la elecciones en Brasil -elogi¨® la pol¨ªtica interior de Lula y critic¨® su complacencia con reg¨ªmenes autoritarios como el de Cuba- o en Estados Unidos - "el debate es si las pol¨ªticas sociales deben pasar por el Estado o por la sociedad civil" en un pa¨ªs que tradicionalmente desconf¨ªa de la intervenci¨®n estatal-. Habl¨® tambi¨¦n sobre la situaci¨®n argentina tras la muerte de N¨¦stor Kirchner -el mal del pa¨ªs tiene, para ¨¦l, un nombre: peronismo, es decir populismo-, sobre la pirater¨ªa de los libros -"fruto de la falta de conciencia de que la legalidad es la civilizaci¨®n", afirm¨® tras contar que su editor de Alfaguara Per¨² le dijo que por cada copia legal de sus libros se vend¨ªan siete ilegales-, sobre el nacionalismo -"una plaga que ha llenado de sangre la historia"- y hasta sobre sus aficiones como mel¨®mano -"en m¨²sica soy m¨¢s bien conservador, llego hasta Mahler", dijo con una sonrisa alguien que sabe que en pol¨ªtica muchos le han puesto hace tiempo esa etiqueta-.
Esta tarde, a las 19.30, Mario Vargas Llosa seguir¨¢ hablando sobre su nueva novela, el premio Nobel, lo humano y lo divino. Lo har¨¢ con el periodista I?aki Gabilondo en los Teatros del Canal de Madrid. Como muchos de sus libros, las intervenciones p¨²blicas del nuevo premio Nobel van m¨¢s all¨¢ de los g¨¦neros al uso, son entrevistas, coloquios, ruedas de prensa, charlas magistrales y tambi¨¦n algo m¨¢s. Tal vez por eso a veces hasta los periodistas se lanzan a aplaudirle.
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