Las trampas de la identidad y el compromiso latinoamericano
Segunda entrega del Debate cultural latinoamericano con Juan Villoro, Laura Restrepo, Pablo Casacuberta, Guillermo Arriaga y Lucrecia Martel.
Am¨¦rica Latina lucha contra los t¨®picos fue el titular que ayer abri¨® esta serie Debate cultural latinoamericano. Este encuentro busca reflexionar sobre los diferentes aspectos del ¨¢mbito de la cultura y la creaci¨®n del continente, en lo que concierne a los autores, sus obras o pol¨ªticas culturales. Participan cinco de los escritores, artistas y cineastas con m¨¢s rodaje y proyecci¨®n internacional, una caracter¨ªstica que les permite una mejor observaci¨®n desde el interior, como latinoamericanos que son, y desde el exterior, como autores globales y cosmopolitas en continuo encuentro con el resto del mundo y su cultura.
Mientras el tema de ayer gir¨® en torno a la ruptura con la tradici¨®n y la cultura como capital importante, el de hoy se centra en La identidad y el compromiso del autor con la su obra o con el entorno.
LA IDENTIDAD Y EL COMPROMISO DEBEN ESTAR EN LA OBRA
Winston Manrique Sabogal. Siempre se habla de la identidad de los pa¨ªses o regiones, y de la que busca etiquetar a los creadores. ?Qu¨¦ es eso de la identidad? ?Para qu¨¦ sirve?
JUAN VILLORO. Una de las cosas m¨¢s misteriosas de la literatura es que corresponde a alg¨²n lugar. Yo leo a Fernando Pessoa y siento a Lisboa o leo a Ram¨®n L¨®pez Belardi y siento a Jerez, hay un sentido de lugar muy especial . Creo que no se puede escapar del sentido de pertenencia, que es distinto de lo ex¨®tico, porque nadie puede ser ex¨®tico para s¨ª mismo. Es dif¨ªcil que en la ma?ana Guillermo Arriaga o yo nos despertemos sinti¨¦ndonos muy mexicanos, pero ?qu¨¦ mexicanos nos sentimos?. Los personajes de los que escribimos, de vez en cuando beben un tequila porque son alcoh¨®licos o porque tienen ganas, pero no porque pensemos: "Quiero que este personaje tenga un gesto t¨ªpico mexicano". Inevitablemente est¨¢ el sentido de la pertenencia, y la literatura crea esta ilusi¨®n de estar en un sitio definido y no en otro. Entonces el hecho de que no se escriba literatura ex¨®tica no quiere decir que no tenga que ver con el lugar de donde venimos. Simple y necesariamente lo que pasa es que no es auto-referente, no es t¨ªpico para s¨ª mismo.
PABLO CASACUBERTA. Hay una palabra que t¨² has mencionado tambi¨¦n, y es la palabra inevitable: Identidad. No hay nada m¨¢s pat¨¦tico que tratar de tener una identidad. La identidad viene por a?adidura. Si uno se concentra en contar lo que quiere, la identidad va a estar all¨ª de cualquier manera; y el ¨¦nfasis en esa parte, que es la parte inevitable, en cierta medida es trist¨ªsimo.
GUILLERMO ARRIAGA. Aunque creo que no hay progreso en la literatura, s¨ª hay avance en el arte. Al mismo tiempo, creo que as¨ª como no hay progreso, tampoco hay voluntad; y no hay voluntad en el arte porque no puedes decir: "Voy a escribir una novela con la que me voy a ganar el Premio Nobel de Literatura"; ni siquiera puedes decir: "Voy a escribir una novela que va a ser un best seller". No se puede ejercer voluntariamente un control sobre la calidad de lo que estas produciendo; no es como un atleta que siempre puede mejorar sus tiempos. Por eso creo que en lo personal no ser¨ªa v¨¢lido discutir si hacemos o no literatura ex¨®tica. Lo que lo que tenemos que hacer es concentrarnos en contar la historia. Hay que contar la historia que nos llega a nosotros y de manera inevitable. Pienso que hay avance en la cultura cuando somos capaces de seducir a la sociedad y somos capaces de hacer que la cultura sea importante para la sociedad y no para el gobierno. Creo que la cultura es un proceso de seducci¨®n constante. Escribir un libro y escribir un gui¨®n es un arte de seducci¨®n. Los avances est¨¢n en los espacios que vamos creando. Hay avances en la libertad de expresi¨®n, hay avances en la capacidad de publicar, hay avances en la capacidad de producir pel¨ªculas, hay avances en tener galer¨ªas donde se exponga el arte. No hay progreso en el arte, pero s¨ª hay avance en la forma como vamos captando espacios para la cultura.
J. VILLORO. En la relaci¨®n entre el autor y la forma como ejerce su trabajo es importante reconocer que se haya terminado un poco la ¨¦poca de los caudillos culturales, quienes precisamente por detentar una excesiva facilidad por interpretar la realidad desde el lenguaje o la imaginaci¨®n, en un continente donde mucha gente no sabe leer, se convert¨ªan en una especie de or¨¢culo que pod¨ªa hablar de muchas cosas, incluso de las que ignoraba. Este l¨ªder social ha ido desapareciendo en favor del contador de historias en Am¨¦rica Latina. Creo que hay una normalizaci¨®n en el sentido de que los escritores son menos importantes por lo que representan social y pol¨ªticamente, y espero que m¨¢s significativos en el futuro por las historias que cuentan.
G. ARRIAGA. El talento es pr¨¢cticamente inexistente. Pero cuando el talento existe no hay caudillos culturales ni poder, ni nada que lo detenga. Nada detuvo a Juan Rulfo, a quien en su momento se le auguraron escasas ventas; sin embargo, hay que ver en lo que se convirti¨®. Garc¨ªa M¨¢rquez, no s¨¦ a que caudillismo cultural haya pertenecido en Colombia, pero el talento se abre paso. Yo creo que el escritor o el creador debe estar vinculado a su obra y comprometido con su obra. Si empezamos a pensar en t¨¦rminos del poder y no de la obra, entonces hay un obst¨¢culo grande.
LAURA RESTREPO. Uno no debe preguntarse si eso es bueno o malo, pues no ser¨ªa una pregunta licita. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, con toda la energ¨ªa y con todo el compromiso, pero si es bueno o malo, eso no es un problema; es as¨ª porque as¨ª tiene que ser, si se lee o no se lee, es totalmente ajeno a ti, en el momento en el que te lo planteas est¨¢s perdido.
Con respecto a lo que dec¨ªa Juan de no perder el arraigo, es que no hay que perderlo ni siquiera cuando el arraigo es el desarraigo. Este es un aspecto muy propio de estos tiempos, donde la di¨¢spora de alguna manera tambi¨¦n nos ha llegado a los latinoamericanos y estamos contando historias que ya ni siquiera tienen el terru?o como eje. Existen formas de identidad un poco m¨¢s complejas, mucho menos t¨ªpicas. El humor, por ejemplo, es una forma de desarraigo. Esto me parece importante, porque si algo rompe con la ¨¦pica y con el tono mayor de la grandilocuencia es el humor. Es un terreno nuevo que empiezan a recorrer nuestras artes, la del humor, la de desarraigo; y en medio de todo eso: la identidad. La identidad no se busca, la identidad es. Esos presupuestos que hab¨ªa antes, esos cajones en los cuales se mov¨ªa un escritor latinoamericano esos ya no los tenemos m¨¢s.
Ma?ana tercera entrega: 19 nacionalidades, 19 realidades
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