Blancanieves se r¨ªe de la crisis (y Fritz Lang tambi¨¦n)
Los carteles de cine se cotizan a precio de oro en los mercados del arte
Saul Bass, Drew Struzan, Stephen Frankfurt, John Alvin, Richard Amsel o Philip Gips. Todos ellos genios del s¨¦ptimo arte pero, sin embargo, desconocidos, en muchas ocasiones hasta para los propios cin¨¦filos (con la excepci¨®n de Bass, que sac¨® la cabeza gracias a su legendaria habilidad para los t¨ªtulos de cr¨¦dito). Seguramente los aficionados al cine habr¨¢n visto el trabajo de estos artistas m¨¢s de un mill¨®n de veces, pero a¨²n as¨ª les resultara dif¨ªcil asociar nombre y obra. Struzan, por ejemplo, ha dibujado los c¨¢rteles de la saga de Harry Potter desde su inicio, adem¨¢s de los de Regreso al futuro, los de la mayor¨ªa de pel¨ªculas de Steven Spielberg y George Lucas y cosas como Golpe en la peque?a China, Loca academia de polic¨ªa o Hellboy; Frankfurt es famoso en el mundillo de los dise?adores por los maravilloso t¨ªtulos de cr¨¦dito que elabor¨® para la pel¨ªcula Matar a un ruise?or y por sus trabajos para Roman Polansky (La semilla del diablo), Ridley Scott (Alien El octavo pasajero) o Bob Fosse (Empieza el espect¨¢culo). Alvin por su parte se luci¨® en los p¨®sters que ilustr¨® para Mel Brooks (especialmente los de Sillas de montar calientes y El jovencito Frankenstein) o en Gremlins, Darkman, El rey Le¨®n o La bella y la bestia mientras que Amsel y Gips dejaron su huella en El golpe, Chinatown, Flash Gordon o En busca del arca perdida.
En suma, sus obras sigue siendo un cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos pero sus nombres nunca recibieron el reconocimiento merecido, exceptuando el que les tributan sus compa?eros de gremio para los que sus apellidos son referencias obligadas a la hora de hablar de cartelismo, dise?o o ilustraci¨®n.
Por eso resulta curioso que la reivindicaci¨®n llegue ahora por la v¨ªa financiera y cuando la crisis golpea con m¨¢s fuerza que nunca, pero no por tard¨ªa (y ciertamente desconcertante) resulta menos justa. El peri¨®dico Financial Times publicaba hace apenas unos d¨ªas un art¨ªculo sobre la impresionante pujanza en los mercados del arte de los c¨¢rteles de cine. El peri¨®dico financiero explicaba las mareantes cifras que mueve el universo de papel creado en torno al de celuloide. La periodista Emma Jacobs explica en el art¨ªculo que hace apenas unas semanas un coleccionista pag¨® 260.000 euros por un p¨®ster de Blancanieves y los siete enanitos o los 555.000 que otro aficionado desembols¨® por un cartel original de Metr¨®polis, la obra maestra de Fritz Lang.
Jacobs habla con galeristas, dise?adores y fans sobre el fen¨®meno econ¨®mico que supone la revalorizaci¨®n de un mercado que hasta hace solo unos a?os hab¨ªa sufrido un par¨®n considerable. Sin embargo, ahora p¨¢ginas como eBay vuelven a bullir con miles de c¨¢rteles a la venta, que van desde los precios imposibles de un vintage de 2001: Una odisea del espacio hasta gangas con la firma de Saul Bass. Finalmente, el arte de vender una pel¨ªcula con un pedazo de papel parece poner de acuerdo a vendedores, compradores y artistas. Como declaraba Louis Danziger, dise?ador y amigo personal de Saul Bass (que muri¨® en 1996) al citado Financial Times: "el hecho de que un trabajo sea pr¨¢ctico no significa que no sea arte".
![Obras como la de Drew Struzan sigue siendo un cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos pero sus nombres nunca recibieron el reconocimiento merecido, exceptuando el que les tributan sus compa?eros de gremio para los que sus apellidos son referencias obligadas a la hora de hablar de cartelismo, dise?o o ilustraci¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UJRBYZSZ3N2BYYRO2STO5EMX7U.jpg?auth=20b218d078fdd06a729c68298ebed62eb4d94169c896deff8ca378416a28b42b&width=414)
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