Cr¨®nicas de guerra sobre seda
Los tapices de Pastrana narran gloriosas haza?as militares de la corona portuguesa en el siglo XV. Pueden visitarse en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes antes de que viajen a Washington
Antes de la universalizaci¨®n de los libros se narraron historias sobre la piedra de las catedrales. Y antes de los peri¨®dicos se hicieron cr¨®nicas sobre otros soportes. Los tapices de Pastrana, tejidos sobre seda y lana en el siglo XV en un telar de Tournai, son una minuciosa e imaginativa cr¨®nica del despegue de la expansi¨®n mar¨ªtima portuguesa antes de que un viaje de 1492 trastocase el conocimiento del mundo. Descomunales en tama?o (11 metros de largo por cuatro de alto), son igualmente grandiosos por su valor art¨ªstico e hist¨®rico. El estudio de las armas, las naves o los escudos da tantas pistas sobre la ¨¦poca como cualquier descriptivo tratado. A lo ya conocido, se sumar¨¢ lo que pueda aportar el estudio de un conservador del Metropolitan de Nueva York sobre el armamento para incluir en el cat¨¢logo que acompa?ar¨¢ a la exposici¨®n de los cuatro tapices en la National Gallery en Washington, pr¨®xima escala tras la actual muestra de Madrid, que se puede visitar en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes hasta el 19 de junio.
Pero volvamos a los tapices. A su contexto hist¨®rico. "Las apetencias de las monarqu¨ªas peninsulares por controlar territorios y rutas de comercio exterior se manifiestan claramente desde el momento en que al-Andalus entra en su ¨¦poca de recesi¨®n a mediados del siglo XIII", recuerda Miguel ?ngel de Bunes Ibarra, del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), en el cat¨¢logo de la exposici¨®n Las haza?as de un rey.
Se construyen nuevos tipos de embarcaciones para navegar por el Estrecho, las monarqu¨ªas ib¨¦ricas se reparten las zonas de influencia y los papas jalean las aventuras militares mediante bulas e invitaciones a expandir el cristianismo en territorio infiel.
Alfonso V de Portugal (1438-1481) fue tan activo -y exitoso- en sus campa?as b¨¦licas que acab¨® recibiendo el sobrenombre de El Africano. Conquist¨® para la corona lusa T¨¢nger, Arcila y Larache. Sus haza?as le permitieron darse con el botafumeiroy autoproclamarse tambi¨¦n rey "d'alem mar em ?frica". Ignoramos si el rey dej¨® un diario de campa?a, pero los pa?os flamencos tejidos tras las tomas de Arcila y T¨¢nger reproducen con tanta fruici¨®n como idealismo lo ocurrido en ambas plazas norteafricanas en 1471. Tres piezas est¨¢n dedicadas al cerco y conquista de Arcila. En ellas se describe el desembarco de las tropas portuguesas -incluidos los ahogamientos de algunos soldados-, el sitio de la ciudad y finalmente la entrada en la misma, en los que participan el rey Alfonso V y su hijo (el futuro Juan II).
El cuarto tapiz relata la toma de T¨¢nger, facilitada por la huida de sus habitantes. En el pa?o hay mujeres con una suerte de mochilas a la espalda para portar a sus beb¨¦s, ni?os que caminan de la mano de sus padres y hombres con rostro triste dejando atr¨¢s la ciudad. Tienen rasgos asombrosamente cauc¨¢sicos. Y ninguno est¨¢ envilecido por el mero hecho de ser el derrotado. "No se ha deshumanizado al adversario como luego ocurrir¨ªa", subraya Miguel ?ngel Aguilar, presidente de la Fundaci¨®n Carlos de Amberes. Aguilar, periodista, tiene un titular claro para los refinados tapices de Pastrana: "Un reportaje del siglo XV a todo color".
Una restauraci¨®n de 150.000 euros
Son de un innegable valor hist¨®rico, pero no se conoce toda su historia. Con rigor, no puede atribuirse el encargo al rey portugu¨¦s. "La l¨®gica dice que fue ¨¦l, pero no se sabe a ciencia cierta", plantea Aguilar. Tampoco est¨¢ documentado el taller flamenco concreto donde se tejen, aunque se sabe fue en Tournai. Finalmente se desconocen la fecha y las circunstancias que amparan el traslado de los cuatro panos de armar a Espa?a. "La hip¨®tesis que re¨²ne m¨¢s consenso es la de que fueron dados al rey Felipe II por Rui Gomes da Silva (pr¨ªncipe de ?boli), que vino a tener, entre otros t¨ªtulos, el de primer duque de Pastrana", sostiene la historiadora del arte Dalila Rodrigues. El ¨²nico hecho constatado es la donaci¨®n en 1664 del duque del Infantado a la colegiata de Pastrana, donde han permanecido desde entonces salvo interrupciones tormentosas como la Guerra Civil. Los tapices salieron hacia Europa junto a las obras del Prado en la operaci¨®n de salvamento de los tesoros art¨ªsticos realizada por el Gobierno de la Segunda Rep¨²blica.
La Fundaci¨®n Carlos de Amberes descubri¨® el p¨¦simo estado de conservaci¨®n de los tapices cuando solicit¨® la cesi¨®n de uno para una exposici¨®n. Apolillados, humedecidos y marchit¨¢ndose. Montaron entonces su particular cruzada para lograr fondos para salvarlos de la degradaci¨®n. Un taller belga de Malinas (Manufacturas De Wit) les ha devuelto lustre y vida: rehusan el t¨¦rmino restauraci¨®n para definir esta operaci¨®n, que han denominado en puridad "conservaci¨®n curativa". El coste, m¨¢s de 150.000 euros. El resultado, el reconocimiento con la concesi¨®n del premio Europa Nostra de 2011.
Los pa?os han sido expuestos ya en Bruselas, Guadalajara y Toledo. Y Lisboa, una escala de gran valor simb¨®lico porque nunca antes se hab¨ªan mostrado en Portugal unas obras que recrean un momento desu perdida gloria, un toque bals¨¢micocontrasu presente depesadumbre.

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