Gaud¨ª, del subsuelo al cielo, en tres horas
El Palau G¨¹ell reabre hoy sus puertas, tras siete a?os cerrado por restauraci¨®n
Entre una y tres horas. Es el tiempo que hace falta, en funci¨®n del propio inter¨¦s, para visitar Palau G¨¹ell, de fachada sobria y gris situado al n¨²mero 3 de la calle Nueva de la Rambla. El edificio, primera gran construcci¨®n que hizo Antoni Gaud¨ª (a los 35 a?os), contiene muchas de las t¨¦cnicas, los materiales y los colores del universo gaudiniano. Construido entre el 1885 y el 1890, el Palau ha estado cerrado durante los ¨²ltimos siete a?os mientras se llevaba a cabo una exhaustiva restauraci¨®n dirigida por Antoni Gonz¨¢lez, jefe de Patrimonio Arquitect¨®nico de la Diputaci¨®n de Barcelona, propietaria del edificio, y que ha costado nueve millones de euros. Hoy vuelve a abrir las puertas, dispuesto a convertirse en visita obligada y demostrar por qu¨¦ es uno de los edificios m¨¢s genuinos del arquitecto.
Desde el subsuelo —donde estaban las caballerizas con las impresionantes columnas de ladrillo visto que muestran el sistema por el cual se sostiene la construcci¨®n— hasta la terraza, se propone un viaje de la tierra al cielo, pasando por la planta a nivel de calle donde una escalera de piedra, digna de Lo que el viento se llev¨®, recibe a los visitantes. En la planta noble donde est¨¢n los aposentos privados de G¨¹ell: el comedor con los ¨²nicos muebles originales o la gran sala de 80 metros cuadrados y 13 de altura, el aut¨¦ntico eje del edificio, que tan pronto serv¨ªa para actas sociales, sala de conciertos (donde el protagonista era el ¨®rgano de m¨¢s de 1.300 tubos), como de capilla, despu¨¦s de abrir las dos enormes puertas de lat¨®n dorado que ocultaban las im¨¢genes religiosas.
En el piso de arriba, est¨¢n los dormitorios de Eusebi G¨¹ell y su mujer Isabel L¨®pez (donde hab¨ªa una chaise longue que la Diputaci¨®n quiere recuperar), uno para cada uno, y otro para los hijos y cuidadores. M¨¢s arriba, en las buhardillas, donde viv¨ªa el personal de servicio, se ha instalado una exposici¨®n que explica la restauraci¨®n y, en la terraza, aparte de poder ver una vista espectacular de toda esta zona de la ciudad, se puede pasear entre 20 chimeneas de trencadis (aunque no todas son de Gaud¨ª) y la linterna que ilumina la gran sala.
Pero tambi¨¦n se puede hacer una visita m¨¢s pausada que pide ir con los ojos muy abiertos para no perder detalle. Como el palacio era la vivienda de un industrial rico, los materiales son de primera calidad: piedras, cer¨¢micas, metales y maderas ex¨®ticas que G¨¹ell transportaba con los barcos de su suegro, el marqu¨¦s de Comillas. Estos materiales est¨¢n repartidos por las ocho plantas que tiene el edificio, en las celos¨ªas de caoba de las ventanas o en el banco de ¨¦bano de la sala de fumadores. Materiales que, en manos de Gaud¨ª y de sus grandes artesanos, consiguieron crear hasta 160 tipos de techos diferentes, much¨ªsimos m¨¢s que las estancias que tiene el palacio.
Entre los suelos de piedra pulida y los m¨¢rmoles de colores, destaca uno de impacto: el de la entrada, creado con losetas de madera, para atenuar el ruido de los carruajes. "La restauraci¨®n ha demostrado que contin¨²an habiendo artesanos", asegura Gonz¨¢lez ante dos candelabros de bronce que han recuperado el aspecto original despu¨¦s de que haber eliminado una p¨¢tina oscura. A pesar de que el palacio est¨¢ construido donde antes hab¨ªa cuatro viviendas junto a la casa que G¨¹ell hered¨® de sus padres, el edificio tiene una planta reducida. A pesar de eso, Gaud¨ª supo conseguir que los espacios parecieran m¨¢s amplios.
En la Sala de los Pasos Perdidos, con aires de la Alhambra, las columnas y la tribuna crean una triple fachada y en la sala junto a uno de los dormitorios —donde destaca un plaf¨®n de Alexandre de Riquer sobre la chimenea con la imagen de Santa Isabel de Hungr¨ªa— un espejo multiplica la luz que entra por una ventana m¨ªnima. La entrada vale 10 euros, incluida la audiogu¨ªa en ocho idiomas. Por problemas de seguridad, s¨®lo lo pueden visitar 160 personas a la vez. Es recomendable, por lo tanto, concertar la visita a palauguell@diba.cat.
Babelia
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