El pop hipnag¨®gico: recuerdos de una infancia perdida
Oneohtrix Point Never, estandarte del sonido on¨ªrico, act¨²a esta noche en el arranque de Primavera Sound
Hace dos a?os, el periodista musical David Keenan lanz¨® desde la revista Wire una de las nuevas categor¨ªas que defin¨ªa la m¨²sica popular de los ¨²ltimos tiempos. Keenan se?alaba hacia un n¨²mero reducido de grupos con un sonido brumoso y casi espacial que estaban sonando entonces, pero la etiqueta que cre¨® iba m¨¢s all¨¢ y defin¨ªa el ambiente musical de casi un decenio. Y a todo eso le puso el nombre de Pop hipnag¨®gico, un palabro referido a la alucinaci¨®n que se produce en el tr¨¢nsito de la vigilia al sue?o profundo. Con esta met¨¢fora, Keenan pretend¨ªa explicar que gran parte de la m¨²sica que se produc¨ªa entonces (y que se sigue produciendo) est¨¢ basada en un proceso, casi psiqui¨¢trico, en el que los m¨²sicos de una generaci¨®n nacida en los ochenta hab¨ªan filtrado sus recuerdos musicales inconscientemente en su obra. Es decir, estaban reproduciendo un sonido sin copiarlo directamente, sin crear un burdo revival, y plasm¨¢ndolo con las deficiencias propias que el paso del tiempo hubiera provocado en un soporte de grabaci¨®n. Y esa bruma on¨ªrica, ese leve y agradable zumbido de fondo, constitu¨ªa el cuerpo de lo que se ha denominado glo-fi. ?Un foll¨®n, no?
El caso es que esta noche arranca el Primavera Sound en el F¨®rum de Barcelona y act¨²a Oneohtrix Point Never (21.45). El productor estadounidense (en realidad se llama Daniel Lopatin) es uno de los estandartes de esta corriente musical que, como suele ocurrir en el mundo de las etiquetas, nadie quiere ahora que le sea asignada. En su caso, el sonido tiene que ver con un ambiente de cierto aire c¨®smico, algo as¨ª como lo que imaginamos hace 30 a?os que pod¨ªa ser el futuro. Pero alrededor del cartel del festival giran otras bandas que encajan, de alguna forma, dentro del molde que cre¨® Keenan hace dos a?os: Ariel Pink's haunted graffiti, Emeralds, Deerhunter, Ducktails, Julian Lynch o, incluso, Animal Collective.
Porque ll¨¢mese como se quiera, esa manera de revisar el pasado de una forma tan dom¨¦stica ha formado parte del presente del pop desde el comienzo de este siglo. "Gran parte de la m¨²sica popular del siglo XXI oscila entre la nostalgia y la utop¨ªa. Y gracias a lo f¨¢cil que es ahora indagar en la historia musical, somos claramente m¨¢s nost¨¢lgicos que ut¨®picos. En su mayor¨ªa los productores de esta m¨²sica son gente nacida en los ochenta. Con este movimiento est¨¢n filtrando su infancia en el material que producen. No es un movimiento que copie burdamente, sino que reproduce el recuerdo desde una visi¨®n difusa, sobre algunas impresiones que se conservan. Esta m¨²sica ser¨ªa como una de esas polaroids antiguas que conservamos en un caj¨®n y cuya imagen est¨¢ ro¨ªda por tiempo", opina Isaac Marcet, director de la web Playground. Los formatos encumbrados, claro, son el video, casette y el arte fotocopiado. "Su h¨¢bitat natural es la Red, pero los viejos formatos son el referente. Oneothrix Point Never, por ejemplo, empez¨® publicando su primera m¨²sica en casette", explica Marcet.
Todo lo hipster mir¨® en un momento dado al folk de los 70 y luego sigui¨® avanzando a los ochenta. Y es ah¨ª donde entra en conflicto la teor¨ªa de Keenan con Simon Reynolds, otro gur¨² del an¨¢lisis musical que, quiz¨¢ porque ten¨ªa su propia etiqueta para definir algo parecido (hauntology sound) se atrevi¨® a llevarle la contraria. Para el autor de Energy Flash (una de las biblias de la m¨²sica electr¨®nica), la teor¨ªa es demasiado vaga y "mal concebida". Para Reynolds, la hipnagogia tambi¨¦n podr¨ªa aplicarse al wonky y al nuevo dubstep que encabez¨® Burial. A la a?oranza por el sonido electr¨®nico primario de los videojuegos y de los primeros sintentizadores. Todo valdr¨ªa, entonces.
En Espa?a, hay algunos ejemplos como Delorean (con ese sentimiento playero de una felicidad perdida) o el Guincho que podr¨ªan tener relaci¨®n con esta manera de entender la construcci¨®n musical. Los acercamientos al sonido bale¨¢rico que ha vivido la pista de baile espa?ola en los ¨²ltimos tiempos tambi¨¦n dan una idea de esa vuelta un tanto desenfocada a los ritmos construidos con af¨®nicos sintetizadores. Pero la hipnagogia, como suele ocurrir con las etiquetas que funcionan, se ha extendido mucho m¨¢s all¨¢ de lo que Keenan quiso se?alar cuando citaba los experimentos sonoros de James Ferraro.
Algo que ¨¦l mismo, quiz¨¢ un tanto po¨¦tico, resume en su ya famoso art¨ªculo: "El resultado es una m¨²sica con una grandilocuencia barata, un sentimiento de apunte trascendente, un aura de enso?aci¨®n punk. La magia del pop hipnag¨®gico es su combinaci¨®n de inocencia y experiencia, su proceso de restauraci¨®n de las circunstancias que dieron lugar a las epifan¨ªas de una temprana juventud enmarc¨¢ndolas como realidades presentes, posibles futuros".
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