Primavera Sound alza tel¨®n apelando a la memoria
El Poble Espanyol se llen¨® por completo hasta la bandera en la jornada de calentamiento
El Primavera Sound del a?o 2011 ya corre. Sus primeros pasos los dio ayer al atardecer, volviendo la mirada atr¨¢s en un doble sentido. Por una parte, el protagonismo musical recay¨® en Echo & The Bunnymen, banda que fundament¨® su repertorio en sus dos primeros discos, editados all¨¢ cuando la d¨¦cada de los ochenta justo nac¨ªa. Por otra, porque tras cinco a?os en el F¨®rum, el festival volv¨ªa all¨ª donde se hizo grande, un Poble Espanyol que tuvo que abandonar en 2005 empujado por su propio ¨¦xito y que en este nuevo reencuentro dej¨® a cientos de aficionados en los accesos al no poder darles cabida. Con la primera jornada, no exhaustiva, el Primavera se marc¨® un primer hito. Su techo parece m¨¢s arriba.
Ya a media tarde, con el sol cayendo de plano sobre la plaza central del Poble Espanyol, el p¨²blico se arracimaba en las zonas exentas de castigo solar. Hab¨ªa un punto de nostalgia en el ambiente y muchos recuerdos intent¨¢ndose ordenar en la memoria. Pero tambi¨¦n cosas que han cambiado, por ejemplo el p¨²blico. Y es que, manteniendo la pauta de los ¨²ltimos a?os, la presencia for¨¢nea result¨® abrumadora. Con muchas de ellas ya con la piel enrojecida y muchos de ellos evidenciando que aunque menos, en el extranjero tambi¨¦n se llevan las camisas de cuadros que inmortaliza el cartel del festival.Unos cuantos ni?os, con cara de no saber qu¨¦ pintaban all¨ª, proteg¨ªan sus orejas con auriculares mientras sus progenitores se preparaban para recordar tiempos sin compa?¨ªa.En suma, el tradicional ambiente festivalero marcado por el calor, el olor a alimentos de procedencias insondables y un punto de algarab¨ªa y conversaci¨®n a vuelapluma espoleada por los primeros grupos, un tr¨ªo femenino de Costa Rica aplic¨¢ndose al rock, Las Robertas, y un combo desali?ado y ca¨®tico que bajo el nombre de Comet Gain lograban hacer bastante ruido.Y casi nada m¨¢s que eso.
El sonido, a un volumen id¨®neo para que los otorrinos no acusen la crisis, marc¨® tambi¨¦n la actuaci¨®n de Echo & The Bunnymen, que pod¨ªa temerse ap¨¢tica y funcionarial, y que quiz¨¢ por ello apareci¨® aseada. Ahora bien, cuesta creer que Ian McCulloch se crea art¨ªsticamente a s¨ª mismo recurriendo a temas que fueron ¨¦xito hace tres d¨¦cadas, aunque lo cierto es que no se le not¨® en demas¨ªa. No en vano siempre mostr¨® un punto de indiferencia sobre el escenario. Pelo ahuecado como en la ¨¦poca, gafas oscuras, chaqueta militar y su pose de siempre, fijo junto a un micro que tomaba con ambas manos, compusieron una estampa para la que no parec¨ªa haber pasado el tiempo. Luces s¨®lo blancas y cantidades ingentes de humo ambientaron un concierto en el que igual que algunos cantantes andaluces solo muestran acento al hablar, no al cantar, la voz de McCulloch pareci¨® m¨¢s tocada al presentar los temas que al cantarlos.
El tu¨¦tano del concierto result¨® tirando a anacr¨®nico, aunque, todo sea dicho, los sonidos oscuros propios de la ¨¦poca sintonizan perfectamente con los tiempos que ahora toca lidiar. No es que los temas del grupo no resistan el paso del tiempo, es que no son necesarios para entender casi nada de lo que hoy ocurre, por mucho que el pospunk y lo ¨¦pico se haya puesto de moda, y el color negro, inmarchitable, sea una ense?a est¨¦tica. Tras hora y media de actuaci¨®n, Echo & The Bunnymen enfilaron hacia los camerinos tras tres bises que el p¨²blico no requiri¨® en demas¨ªa. Quiz¨¢ la asistencia ya ten¨ªa ganas de cerrar la noche con Caribou. Y adem¨¢s hoy empezaba lo gordo.
Nombres para atiborrar tres d¨ªas
Los veteranos son uno de los grandes atractivos del Primavera Sound de este a?o. Manteniendo una constante iniciada ya hace unas cuantas ediciones, el festival f¨ªa parte de su poder de convocatoria a la comparecencia de bandas y artistas con largas trayectorias que acudir¨¢n al parque del F¨®rum a interpretar sus discos m¨¢s significativos. Es el caso de John Cale, Mercury Rev, Suicide, Pere Ubu y Dean Wareham (Galaxie 500), que revivir¨¢n aquellas obras que les lanzaron a la popularidad. Otra serie de veteranos acuden al Primavera centr¨¢ndose en su actualidad, tales como P.I.L., la banda de John Lydon, Grinderman, la de Nick Cave, Arto Lindnsay, unos de los activos de la no-wave neoyorquina, del inclasificable y siempre arriesgado Glenn Branca, o de Swans. Dado que el festival no puede vivir solo de la memoria, nuevas y seminuevas propuestas, como las de Fleet Foxes, Connan Mockasin, Smoke Fairies, The Fiery Furnaces, M Ward, Animal Collective y James Blake, anclan el festival a los nuevos-viejos sonidos, que son de nuevo visitados para aplicarles una vuelta de tuerca. El Primavera ha roto moldes este a?o con el hip-hop, que ha ganado peso espec¨ªfico en la programaci¨®n gracias a nombres como Big Boi (la mitad de Outkast), Odd Future y Das Racist. Otro suculento apartado de un cartel nutrido como los lineales de un hipermercado es el de los cl¨¢sicos m¨¢s o menos recientes, caso de Pulp, Belle and Sebastian, PJ Harvey, Sufjans Stevens, The Flaming Lips, Mogwai, Seefeel y Low. En el apartado de las ¨²ltimas escuelas de la electr¨®nica, l¨¦ase dub y posdub destacan referencias como Kode 9, Caspa y Darkstar. Si a todo ello a?adimos la aportaci¨®n nacional, servida por artistas como El Guincho, Trio¨¢ngulo de Amor Bizarro, John Talabot, Za, Mujeres, Cuchillo y Me and The Bees entra otros muchos, se conformar¨¢ un cartel inabarcable, tirando a exhaustivo y para cuyo consumo se sugiere una planificaci¨®n prusiana marcada con la puntualidad de los ferrocarriles japoneses. O eso o dejarse llevar por el albur y disfrutar de un festival en el que no est¨¢n todos los que son, pero s¨ª son todos los que est¨¢n.
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