Fallece Patrick Leigh Fermor, el viajero eterno a Bizancio
El escritor brit¨¢nico es autor de cl¨¢sicos de la literatura de viajes como 'El tiempo de los regalos', 'Entre los bosques y el agua' o 'Mani'
Paddy ha cruzado el definitivo Helesponto y ha llegado por fin a la ¨²ltima Bizancio. Sus amigos y lectores alberg¨¢bamos la absurda esperanza de que nunca nos dejar¨ªa. Pese a su edad provecta y las alarmantes noticias sobre el progresivo, inexorable deterioro de su salud. Le imagin¨¢bamos siempre en el camino, eternamente joven, avanzando hacia la meta de todos sus sue?os -y los nuestros-: Constantinopla. Sir Patrick Leigh Fermor (Londres, 1915), fallecido el viernes en su casa de Worcestershire (Reino Unido) seg¨²n confirm¨® hoy su editor, John Murray Publishers a The New York Times, era mucho m¨¢s que el refinado, incre¨ªblemente culto y de prosa deslumbrantemente hermosa escritor de viajes autor, entre otros obsequios literarios, de El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el agua (RBA), maravilloso relato de su periplo adolescente y mochilero -¨¦l dir¨ªa Wanderv?gel- en los a?os treinta a pie por una Europa a punto de evaporarse bajo el despiadado sol de la guerra.
Era el helenista enamorado de Grecia que luch¨® por su libertad cual Byron reencarnado y conquist¨® al tiempo la amistad de sus grandes poetas, de Seferis, de Katsimbalis. Era el h¨¦roe de guerra que combati¨® a los nazis junto a los legendarios andartes cretenses ataviado como para una mascarada veneciana gan¨¢ndose el rudo respeto de esos combatientes capaces de crucificar a un Fallschirmj?ger -a ¨¦l le encantar¨ªa que pusiera la palabra-, un paracaidista alem¨¢n, sin dejar de masticar su rancio queso de cabra.
Mil aventuras vivi¨® Paddy, que en su adolescencia ya hab¨ªa participado como invitado en una carga de caballer¨ªa griega durante el golpe de Estado de Venizelos, en tiempos de la II Guerra Mundial en la isla cuna de Zeus. Miembro del m¨ªtico servicio de operaciones especiales brit¨¢nico que deb¨ªa incendiar la Europa ocupada, protagoniz¨® una de las m¨¢s grandes y disparatadas acciones de la contienda al secuestrar por propia iniciativa, junto a su no menos osado camarada W. S. Moss y un pu?ado de guerrilleros, al comandante de las tropas alemanas en Creta, el general Kreipe. Episodio tan famoso como los trabajos de H¨¦rcules o el desaf¨ªo de Scevola a Porsena, el rapto, audaz -los dos brit¨¢nicos se disfrazaron con uniformes enemigos, detuvieron el autom¨®vil del general y luego cruzaron con ¨¦l diversos controles-, tuvo a toda la guarnici¨®n nazi persiguiendo a Paddy, alias Michali, y su partida, que se refugiaron con cl¨¢sica coherencia en las laderas del monte Ida. Fue entonces cuando nuestro hombre traz¨® con la pluma de su verbo y su cultura, el gesto m¨¢s hermoso de su vida, por el que ser¨¢ inmortal: al ver la cumbre de la monta?a Kreipe y ponerse el general estupendo recitando el primer verso de la oda de Horacio Ad Thaliarchum: "Vides ut alta stet nive candidum Soracte", "Ya ves c¨®mo la alta nieve blanquea el Soracte", Leigh Fermor continu¨® el poema hasta el final, de carrerilla, para asombro del militar alem¨¢n que cre¨ªa estar entre una pandilla de desarrapados degolladores. Paddy gan¨® la Orden de Servicios Distinguidos (DSO) por el secuestro, acci¨®n de la que se hizo una pel¨ªcula, con Dirk Bogarde como un m¨¢s que improbable Leigh Fermor.
Reto?o de la clase alta brit¨¢nica con la que intim¨® toda la vida -es apasionante su correspondencia con una de las Mitford, la duquesa de Devonshire-, el escritor era hijo de un importante ge¨®logo -descubri¨® la femorita: el mineral con el que deb¨ªa estar hecho Paddy- y una mujer inteligente y audaz que trat¨® de ser aviadora. Viaj¨® toda su vida, dej¨¢ndonos un reguero de libros que son una aut¨¦ntica orfebrer¨ªa de palabras y una org¨ªa de cultura y delicadas emociones. Entre los m¨¢s c¨¦lebres Mani y Roumeli (que publica Acantilado), sobre su amada Grecia, y Un tiempo para guardar silencio, sobre su estancia en recintos mon¨¢sticos. Aparte de las cr¨®nicas viajeras, cultiv¨® ocasionalmente la novela (Los violines de Saint Jacques, Tusquets). Se instal¨® en Kardamyli, al sur del Peloponeso, donde se construy¨® una casa que se convirti¨® en lugar de peregrinaci¨®n para toda una generaci¨®n de escritores que quisieron, literalmente, seguir sus pasos, entre ellos Bruce Chatwin, ese ?caro, del que fue amigo y mentor.
Casado con una hija de la gran aristocracia brit¨¢nica, Joan Elizabeth Rayner, fallecida hace unos a?os, y que fue su inseparable compa?era, la gran obra de Paddy, aparte de su vida y sus amigos, es el relato del viaje de juventud que arranca con El tiempo de los regalos. Adolescente inquieto y rebelde, insatisfecho, se propuso ir caminando hasta Estambul. Y lo hizo. Ese periplo, narrado muchos a?os despu¨¦s, desde la madurez pero conservando de manera incre¨ªble la frescura y la inocencia originales es no s¨®lo la m¨¢s bella cr¨®nica de viajes jam¨¢s escrita sino uno de los monumentos de la literatura toda. Paddy plane¨® su escritura como una trilog¨ªa, pero s¨®lo lleg¨® a publicar los dos primeros vol¨²menes. Se empe?aba en escribir el tercero, pero ha partido hacia ese ¨²ltimo viaje sin que saliera a la luz. Habr¨¢ que ver ahora que material habr¨¢ conseguido esculpir. Crucemos los dedos para que al fin, siguiendo la estela del ¨²ltimo gran personaje rom¨¢ntico de nuestro tiempo, lleguemos con ¨¦l a Constantinopla iluminados por el deslumbrante esplendor de su recuerdo.
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