Invasi¨®n 'vintage'
Hasta los queseros neozelandeses se pelean por el uso del pen¨²ltimo extranjerismo que ha prendido en el universo de las tendencias.- Analizamos de d¨®nde viene este ya inevitable vocablo
Los queseros tradicionales neozelandeses est¨¢n furiosos. Una poderosa marca registr¨® la palabra vintage (en 1960), pero en julio los fabricantes de l¨¢cteos anunciaron que pretenden llegar hasta donde sea necesario para que solo sean sus quesos los que tengan esta denominaci¨®n. Y no solo los quesos son vintage. Esa palabra, que es inglesa (aunque pasando por el anglonormando y remont¨¢ndose a la palabra latina para vendimia -vindemia-), desembarc¨® mundialmente en las tiendas de ropa hace unos seis a?os, seg¨²n la opini¨®n generalizada de comerciantes, consumidores y blogueros. Su auge es patente, tanto que en Londres acaba de finalizar el segundo Vintage Festival; pero, ?es una tendencia, una moda o una filosof¨ªa? ?C¨®mo puede denominarse el fen¨®meno?
La palabra de moda se ha convertido en una etiqueta alrededor de la cual es posible organizar toda una jornada (o una vida) de ocio.
"Al principio no nos hac¨ªa mucha gracia que la gente entrase y nos dijese que somos una tienda de muebles 'vintage"
Al menos, en la moda, "se le puede etiquetar como un estilismo que se centra en piezas de la m¨¢s alta costura hechas por grandes dise?adores, la mayor¨ªa muertos, que son elevados al estatus de h¨¦roes de la moda por sus seguidores. Cuanto m¨¢s viejo, mejor", dice Sabine Zurel, periodista holandesa especializada en moda y responsable del blog Gossip Queen."El t¨¦rmino se populariz¨® cuando las 'celebrities' apostaron por el 'vintage'. Julia Roberts y su Valentino de 1992 en la Gala de los Oscar del 2001 marc¨® el inicio del aut¨¦ntico auge del 'vintage' como lo entendemos hoy", indica Ariadna Alc¨¢?iz, periodista de Dolcecity Barcelona.
Hoy, este esp¨ªritu revisionista ha traspasado las fronteras del universo de la ropa. De forma justa o anecd¨®tica, lo vintage, como los bio y los light, se ha convertido en una opci¨®n m¨¢s. En el madrile?o Museo del Traje, por ejemplo, no solo las prendas son vintage. Tambi¨¦n lo es la carta de su restaurante. Por unos 50 o 60 euros de media por persona, el men¨² de esta castiza instituci¨®n con 86 a?os de historia le ofrece a sus cerca de 100.000 visitantes anuales tres nomenclaturas entre las que elegir: "Trendy', 'cool' y 'vintage". Pero nada m¨¢s, porque lo ¨²nico vintage del men¨² es su nombre, "elegido por tener algo que ver con la moda y porque estamos en el Museo del Traje", comenta la responsable de cocina.
Y as¨ª, como una etiqueta, la palabra de moda cuelga cada vez de m¨¢s sitios y hasta es posible planificar toda una jornada (o una vida) de ocio con ella. Por 65 euros al d¨ªa uno puede recorrer Madrid en una Vespa vintage, pasar la tarde en una cafeter¨ªa vintage, comprarse un p¨®ster, unos auriculares o una c¨¢mara vintage y hacer una parada en lo que antes era conocido como una tienda de muebles antiguos. Un hotel del sur de Inglaterra organiza fines de semana de vintage fun en los que se "revive el 'glamour' de los a?os 20, 30, 40 y 50" (¨¦pocas predilectas de este estilismo) por unos 340 euros por cabeza. "Es una forma de evadirse hacia un pasado idealizado en el que todo el mundo puede ser ingenioso y divino durante 48 horas", comenta su responsable, Tracy Mikich, que, quiz¨¢ sin darse cuenta, regala una definici¨®n bastante fiel de lo que podr¨ªa ser el vintage.
En muchos casos, son los clientes los que demandan y rebautizan los objetos y la industria la que se adapta: "Al principio no nos hac¨ªa mucha gracia que la gente entrase y nos dijese que somos una tienda de muebles 'vintage", comenta Lidia, una de las encargadas de la barcelonesa 'Fusta'm'. Reconoce que aunque el t¨¦rmino est¨¢ muy de moda, ella prefiere pensar que lo que vende son muebles de otras ¨¦pocas. "Justo eso es lo que los diferencia de las antiguedades, que mientras estas son piezas con no menos de 100 a?os, lo que nosotros vendemos son muebles con caracter¨ªsticas de la ¨¦poca, como la pop, con sus formas redondeadas y sus vinilos", a?ade la responsable de una tienda con una clientela "moderna y siempre en busca de nuevas tendencias" de entre 30 y 40 a?os. Al igual que con la ropa, los muebles tambi¨¦n pueden ser exclusivos. La ¨²ltima novedad de su cat¨¢logo es un mueblecito auxiliar de bamb¨² con la forma de un barril denominado tiki-bar que vale 240 Euros.
El matiz entre la palabra antiguo y vintage se difumina cada vez m¨¢s. Ambas palabras son adoptadas y convertidas en sin¨®nimos por diferentes grupos sociales para, por ejemplo, vender en Ebay una camiseta del grupo Kiss por 1.000 d¨®lares (unos 700 euros). Justine, una joven brit¨¢nica aficionada a la moda, es la clase de persona que se gastar¨ªa 200 d¨®lares (m¨¢s de 140 euros) en una camiseta del grupo Poison. Lo acaba de confesar en su cuenta de Twitter. "A veces desear¨ªa haber vivido esa ¨¦poca y supongo que comprando esta camiseta estoy un poco m¨¢s cerca de ella, hasta que inventen la m¨¢quina del tiempo", aclara por correo electr¨®nico.
Y tambi¨¦n hay g¨¹isqui. Entre las a?adas (cosechas) de la escocesa Glenrothes se puede encontrar la Vintage 1994 o la Vintage 1991. Seg¨²n la responsable en Espa?a, Carolina G¨®mez, la diferencia reside en que son las barricas, y no los a?os, las que le dicen cu¨¢ndo embotellar, es decir, el momento en el que se alcanza un punto que ellos denominan el "momento ¨®ptimo de madurez".
Lo vintage reinventa productos y tambi¨¦n palabras. En 2009, el informativo de la cadena estadounidense CBS hablaba de un nuevo algo al que bautizaban como Pop-up store phenomenon y que hace referencia a la instalaci¨®n de comercios y exposiciones itinerantes en plazas y locales libres por un tiempo limitado. Son comercios que, en algunos casos, abren solo un par de d¨ªas y en todos es posible encontrar la palabra que todos los fans del vintage parecen ansiar: exclusividad. Las Pop-up stores, ahora muy en boga tambi¨¦n en ciudades espa?olas, empezaron a registrar un volumen masivo de b¨²squedas en internet en diciembre de 2010 con motivo de la apertura (o construcci¨®n) de una tienda de la marca Herm¨¦s en Toronto. Una sucursal temporal de moda que despu¨¦s hizo paradas en Nueva York y Par¨ªs, entre otras. Hasta ese d¨ªa, la presencia de la susodicha palabra en las b¨²squedas de los usuarios del portal hab¨ªa sido residual.
Popularmente, se dice que una prenda ha de tener 20 a?os, como m¨ªnimo, para ser considerada vintage pero los m¨¢s puristas aseguran que el adjetivo solo es v¨¢lido para la ropa fabricada en la primera mitad del siglo pasado. Sea como sea, el origen de la borrachera vintage seguir¨¢ siendo un misterio; tejida tan silenciosamente como el resto de las modas, si no se manifest¨® antes fue porque, precisamente, se basa en la rememoraci¨®n de lo de antes. Aunque sea fabricado ahora.
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