Dame calidad
Bryan Ferry orquest¨® en Sant Feliu de Gu¨ªxols un ambiente lujoso en su ¨²nico concierto en Espa?a
En los a?os ochenta los cazadores de talentos de la industria discogr¨¢fica espa?ola ten¨ªan una muletilla que usaban cuando eran incapaces de explicar, si ten¨ªan la ventura de saberlo, aquello que buscaban en un aspirante a contrato. Era el sustantivo calidad, que entonces se impuso como concepto que todo lo explicaba sin en realidad precisar nada m¨¢s que el hipot¨¦tico buen gusto y sofisticaci¨®n de quien el sustantivo empleaba. ?Bozz Scaggs?, ?Steely Dan?, ?Gino Vanelli?....eso era m¨²sica de calidad, nacida en los setenta fruto de los avances de la frecuencia modulada. La calidad pues se convirti¨® en una definici¨®n imprecisa por gen¨¦rica que sin embargo todo el mundo comprend¨ªa....o pon¨ªa cara de comprender. La calidad era as¨ª un valor en s¨ª mismo. Un cazatalentos hubiese calificado al Bryan Ferry del siglo XXI como un artista...de calidad
Festival veraniego de la Porta Ferrada, en Sant Feliu de Gu¨ªxols. El escenario junto al puerto se oreaba con el salitre mientras el Club N¨¢utico contiguo exhalaba aromas de men¨²s marineros. La luna se reflejaba en el mar mientras el p¨²blico, adulto y elegante, esperaba a la figura. Apareci¨® con traje oscuro y para abrir boca se llev¨® el I Put Spell On You de Screamin' Jay Hawkins del infierno pasional a un ascensor con moqueta de lujo en rascacielos de autor. Casi engarzada como en un pupurri sonaron Slave to Love y Don't Stop The Dance con Roxy Music en la retina y a¨²n m¨¢s en el recuerdo. S¨ª, sin duda se preparaba un concierto que aspiraba a evocar clase, distinci¨®n, buen gusto y eficiencia. En escena trabajan once m¨²sicos y dos bailarinas que al modo de las burbujas de cava navide?as se contorsionaban en la parte posterior del escenario. Su funci¨®n, meramente decorativa, las convirti¨® en din¨¢micos floreros. El sonido era impecable y las tres coristas negras que flanquean a Bryan Ferry taponaban las brechas que en la voz del dandy han abierto los a?os. Todo rodaba.
El cuerpo central del repertorio que ofreci¨® Bryan Ferry fue un collage en el que se insertaron versiones, piezas de Roxy Music y apenas un par de composiciones del disco que da nombre a la gira, Olympia, ¨²ltimo en la carrera de Ferry. Las versiones (Dylan, Lennon, Neil Young, Sam & Dave) tuvieron como aspecto positivo que no se parec¨ªan en nada a las originales. Eso s¨ª, tambi¨¦n es de se?alar que el cambio no les favoreci¨® en absoluto, envueltas en capas de glamour, asaeteadas por antiguos solos de saxo que evocaron a la figura de Andy McKay, ahora sustituido por una se?orita, y cambiada su alma por el lujo de una tapicer¨ªa de cuero puesta en lugar de la piel natural y ajada de temas como Just Like Tom Thumb's Blues o Like a Hurricane. Mejor suerte tuvo Jealous guy, una pieza que ya hab¨ªa pasado en su momento por el cedazo de Roxy Music.
As¨ª las cosas, y dado que el material nuevo brill¨® literalmente por su ausencia, el meollo del concierto fue Roxy Music, mayormente los Roxy de la ¨¦poca satinada y adulta. En este sentido brill¨® Avalon como ep¨ªtome del sonido acolchado de un artista que ha decidido esperar en su punto horario a que las manillas de la moda vuelva a pasar por all¨ª. Tambi¨¦n agitaron la platea, entretenida visualmente por unas proyecciones sin mayor historia que estar all¨ª, llenando ojos, temas como Love Is The Drug, My Only Love o Editions Of You, cantados todos ellos con esa voz entonada por Bryan Ferry en clave de seducci¨®n, id¨®nea justo cuando esa voz, que nunca fue potente, camina hacia la caricia porque no queda otro remedio.
Fue entonces el concierto de Ferry un lugar id¨®neo para recordar aquella ir¨®nica canci¨®n de Ciudad Jard¨ªn, un Dame calidad que en unos intencionados versos dec¨ªa: "?l estaba en un bar medio vac¨ªo / oyendo m¨²sica de calidad, / no era muy buena ni le gustaba / pero por lo menos ten¨ªa calidad". Y s¨ª, calidad hubo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.