Pen¨²ltimo d¨ªa de gloria en Barcelona

De entrada, la moraleja final: si todos los d¨ªas hubiera toreros as¨ª, toros de tal calibre y una plaza llena no habr¨ªa pol¨ªtico en el mundo que no estuviera no ya prohibiendo, sino d¨¢ndose codazos por un lugar en el palco. Y a estas horas, ser¨ªa la fiesta nacional de Catalu?a, no lo duden. Si El Juli estuvo bien, Manzanares, mejor, y Morante, ya sesabe, con esos destellos y ese traje tan bonito. Mucho arte y, tambi¨¦n, mucha afici¨®n.

De entrada, lo nunca visto, la banda de m¨²sica, se lanz¨® con el himno de Catalu?a, con parte del p¨²blico puesto en pie, el que lo o¨ªa, porque la banda no est¨¢ hecha para ser o¨ªda con tanto aforo. Y despu¨¦s del himno lleg¨® el arte, con la excepci¨®n de Morante, que lleva camino de ser otro Curro Romero. Hay que seguirlo diez d¨ªas para acertar una tarde. Sus detalles son ef¨ªmeros. Bien con el capote en el primero, un toro aceptable; y fatal en el segundo, cierto es con un toro manso, el ¨²nico de Zalduend, pero con mucha fuerza y peligro. Se llev¨® la bronca de la tarde, y ya era dif¨ªcil. Sufri¨® el abuche¨® con dignidad y luego solicit¨® el sobrero.

En ese s¨¦ptimo de la tarde, los tres maestros banderillearon con arte y acierto, especialmente Morante, descalzo, y as¨ª sigui¨® en su faena de muleta, ya confiado y artista. Y se llev¨® las dor orejas, ya como fin de fiesta , cerrada la noche.

El Juli es de esos toreros que enganchan al p¨²blico por su alegr¨ªa y sus ganas. Con los a?os le ha a?adido arte y temple, sin menguar un ¨¢pice de ganas a este reciente padre de mellizos que ha matado toros a miles. En su primero hizo una buena faena, arriesgando, templando poco a poco para conseguir las dos orejas. En el segundo el toro ten¨ªa su peligro, lo dobleg¨® para acabar haciendo lo que ¨¦l quer¨ªa. Y con todo en su vida ganado, se volc¨® sobre las astas para matar con una estocada espectacular. ?Qu¨¦ pundonor? Algunos le llamar¨ªan profesional, pero es mucho m¨¢s que eso, es un pasional.

Manzanares es m¨¢s fr¨ªo, pero tiene una hondura art¨ªstica que impregna al p¨²blico. Sus ver¨®nicas son agua bendita, tanto las del primero como las del segundo toro. Con el primero, Rescoldito, consigui¨® una faena redonda, llena de exquisitez y elegancia con un toro bombonero; el segundo era manso, se quedaba, cualquier lo hubiera despachado, pero Manzanares, sin prisas, insisti¨®, d¨¢ndole aire al toro para sacarle unos naturales bell¨ªsimos, majestuosos. Tambi¨¦n mat¨®, recibiendo, como en su primero, y tambi¨¦n mat¨® con calidad.

Qu¨¦ tarde para el recuerdo, para la historia. Por favor, sigan prohibiendo para seguir viendo tardes de gloria.