Rock in Rio se funde a negro

El metal es cosa seria en Brasil. La tercera jornada del festival Rock in Rio, con la que se cierra el primero de sus dos fines de semana de la vuelta de la cita a la ciudad en la que naci¨® en 1985, fue una palmaria prueba de ello. Unos 100.000 asistentes (las entradas, como las del resto de los d¨ªas llevaban agotadas meses) han inundado como una marea negra (pese a no haberse pedido etiqueta, todo el mundo cumpli¨® con el riguroso negro en la vestimenta) el recinto de 150.000 metros cuadrados de la Ciudad del Rock.

Era el broche a un fin de semana en el que hubo tiempo para bucear en el vasto oc¨¦ano de la m¨²sica brasile?a en el escenario Sunset, gracias a una programaci¨®n de conciertos basados en las curiosas alianzas armadas por el m¨²sico Z¨¦ Ricardo, y tambi¨¦n para los espect¨¢culos de masas poco dados a la sutileza. Los problemas de seguridad saltaron a las primeras planas de los peri¨®dicos nacionales. Los hurtos a los desprevenidos y entregados asistentes y una serie de atracos el s¨¢bado en las inmediaciones del recinto obligaron a la organizaci¨®n a solicitar a la Prefectura de R¨ªo el aumento de un 50% de la seguridad asignada a la cita. En cuanto al resto de los problemas log¨ªsticos, no parece demasiado confiar en que se solucionar¨¢n para el fin de semana que viene.

Metallica ofreci¨® un demoledor concierto monol¨ªtico y extremadamente profesional

El floreciente oeste de la ciudad fue el domingo por un d¨ªa tambi¨¦n decididamente salvaje, gracias a un cartel que inclu¨ªa a grandes nombres del g¨¦nero como Metallica, Mot?rhead, Coheed and Cambria o Sepultura. Estos ¨²ltimos abrieron fuego a primera hora en el escenario peque?o con un proyecto compartido con Tambours du Bronx. La obsesi¨®n de sus ritmos convenci¨® tambi¨¦n a los incr¨¦dulos a la ca¨ªda del sol.

Luego llegar¨ªa el turno de Mot?rhead y su legendaria aproximaci¨®n al metal desde la actitud punk de Lemmy, carism¨¢tico l¨ªder de la banda brit¨¢nica desde hace casi cuarenta a?os, que se present¨® tocado con uno de sus caracter¨ªsticos sombreros de cowboy del infierno. El delirio se desat¨®, como era de esperar, con su cl¨¢sico Ace of spades.

P¨²blico fiel

Entre el p¨²blico, uno de los m¨¢s fieles del negocio, los c¨®digos -cuernos en alto, guitarras imaginarias, sacudir de cabezas...- se respetaron escrupulosamente. No en vano, esta es la gran fiesta brasile?a "dos metaleiros", como le gusta llamarlos a Roberto Medina, fundador del festival. Y, de eso no hay duda, estuvieron a la altura de los acontecimientos mientras esperaban el gran advenimiento de Metallica.

El cuarteto ofreci¨® un demoledor concierto monol¨ªtico y extremadamente profesional. No escatimaron a los aficionados cl¨¢sicos de su repertorio. No en vano, Kirk (Hammett), Lars (Ulrich) y James (Hetfield) andan celebrando sus 30 a?os juntos. Acaso por eso mismo hubo tiempo para recordar al fallecido bajista de la banda, Cliff Brurton (hoy lo sustifuye Robert Trujillo), que muri¨® en un accidente de coche, aplastado por la furgoneta de la gira.

One, Master of Puppets, Nothing Else Matters o Enter Sandman sonaron en la recta final, antes del cl¨ªmax, que pusieron los fuegos artificiales. Porque, ?que es una comuni¨®n de los hermanos del metal sin una buena pirotecnia?