El baile desconocido de Pola Negri
La filmoteca de Madrid proyecta 'Mania', una pel¨ªcula desaparecida de 1918 y recuperada ahora por la Cinemateca Nacional de Polonia
Barbara Apolonia Chaluoiec, m¨¢s conocida como Pola Negri, fue una de esas inigualables divas del cine mudo. La actriz falleci¨® en 1987 pero anoche, en la Filmoteca de Madrid, se proyect¨® en una sesi¨®n especial con m¨²sica en vivo un filme suyo desaparecido, Mania, de 1918. La historia del drama amoroso de una empleada de una f¨¢brica de tabaco que dirigi¨® Eugen Ill¨¦s se daba por perdida desde hace a?os pero ha sido rescatada y restaurada por la Filmoteca Narodowa (Cinemateca Nacional de Polonia) y ahora viaja por Europa en sesiones especiales con la orquesta Leopoldinum de Wroclaw como brillante ejemplo de un patrimonio que no debe perderse en el olvido.
La pel¨ªcula (que fue rodada en Berl¨ªn) cuenta la historia de amor de Mania con un joven compositor, Hans. Ella baila y ama su m¨²sica y a ella, a su vez, la ama un mecenas del arte, que tienta a la bella joven con un futuro como amante de lujo y con una salida para el sue?o art¨ªstico de su amado. El sacrifico, sobra decirlo, est¨¢ servido. Mania fue rescatada en 2006 por la filmoteca polaca, un coleccionista checo guardaba una copia y la instituci¨®n la compr¨® y digitaliz¨®.
Pola Negri apenas ten¨ªa 20 a?os cuando rod¨® la pel¨ªcula, le quedaba por delante una de las carreras m¨¢s famosas del cine mudo. Cuando Max Reinhardt la invit¨® a viajar a Berl¨ªn para trabajar con su equipo su futuro de estrella qued¨® marcado. El siguiente, ya en Alemania, fue Ernst Lubitsch, quien molde¨® a la actriz y le dio el pasaporte definitivo a la gloria. De esa ¨¦poca datan su Carmen y su Madame du Barry.
En 1923 viaja a Hollywood. Sus romances con dos de los hombres m¨¢s influyentes de la ¨¦poca, el d¨¦bil Rodolfo Valentino y el coleccionista de ninfas Charles Chaplin, le dieron una aureola de femme fatal. Finalmente, se cas¨® con un pr¨ªncipe georgiano. Es en ese momento cuando el estrellato de Negri llega a su punto m¨¢s ¨¢lgido, puede interpretar con igual gracia a una pobre bailarina o a una arist¨®crata, su exotismo f¨ªsico le permite todo. Son imborrables las im¨¢genes que se conservan de ella en el funeral de Valentino, "consigui¨® robar el show a todos, llegando en volandas, desde Hollywood, disfraza con sus malas elegantes tocas de viuda. Deshaci¨¦ndose en l¨¢grimas, se desmay¨® ante el at¨²d...", recuerda Kenneth Anger en su fundamental Hollywood Babilonia.
Como pas¨® con tantos, el cine sonoro acab¨® con la estrella de la actriz. La expresividad de los int¨¦rpretes mudos chocaba de frente con las nuevas tecnolog¨ªas. Volvi¨® a Europa, pero en el viejo continente se cocinaba algo mucho peor que el cine sonoro: el nazismo. En v¨ªsperas del estallido de la 2? Guerra Mundial, regres¨® a EE UU.
Billy Wilder pens¨® en ella antes que en Gloria Swanson para una de las cumbres de la historia del cine, Sunset boulevard, pero la polaca se tom¨® aquello como un insult¨® y no accedi¨® a interpretar la gran obra maestra sobre el ocaso de aquellas divas del cine mudo que hoy, aunque sea con cuentagotas, las filmotecas rescatan..
Babelia
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