La Islandia literaria pugna contra la econ¨®mica en Fr¨¢ncfort

Aunque parezca imposible, Islandia, pa¨ªs invitado de honor este a?o en la Feria de Fr¨¢ncfort, ha conseguido alejar por unas horas el obsesivo fantasma del libro digital. Su pabell¨®n es uno de los m¨¢s bellos de las ¨²ltimas ediciones. Y no porque no hayan muchos libros, como sorprendentemente ocurre. La puesta en escena es genuina y ha apostado por lo que es bien propio de la isla: unas pantallas gigantes muestran parajes naturales del pa¨ªs en los que, de golpe, aparecen casi camuflados libros. En otras, se ve a islandeses de todas las edades y condici¨®n leyendo en sus frondosas bibliotecas dom¨¦sticas, desprendiendo una enorme calidez. Tambi¨¦n de improviso, lentamente, esos lectores an¨®nimos (seleccionados previamente tras un concurso fotogr¨¢fico nacional en que se les ped¨ªa que se retrataran en su rinc¨®n de lectura favorito) cobraban vida y le¨ªan en voz alta fragmentos de autores de su tierra. Todo muy acorde a un pa¨ªs con una media por persona de ocho libros le¨ªdos al a?o, que cuenta con unas 170 editoriales y donde se venden 2,5 millones de ejemplares. Todo entre apenas 320.00 habitantes.

Un pa¨ªs de apenas 320.000 habitantes, con una media por persona de ocho libros le¨ªdos al a?o, que cuenta con unas 170 editoriales y donde se venden 2,5 millones de ejemplares

Exactamente 39 de esos autores islandeses estar¨¢n hasta el domingo explicando la riqueza y sensibilidad de su longeva tradici¨®n literaria, que en el siglo XIII recopil¨® buena parte de la tradici¨®n narrativa oral n¨®rdica y cuyas sagas inspiraron desde a Tolkien hasta a Borges. Una buena muestra ya la proporcion¨® ayer Arnaldur Indridason, padre desde 1997 de la novela negra islandesa con t¨ªtulos tan emblem¨¢ticos como La mujer de verde y El hombre del lago, el autor que m¨¢s vende dentro y fuera del pa¨ªs y que ha sido el encargado de inaugurar oficialmente la feria con su discurso.

Ante un selecto auditorio a rebosar, sus palabras fueron dulcemente contundentes, de plena reivindicaci¨®n de lo peque?o y lo minoritario. De entrada, record¨® a sus ancestros literarios, los de "un pueblo de reci¨¦n llegados a un lugar donde nada ten¨ªa nombre". Quiz¨¢ esto les llev¨®, "por miedo a olvidar" a la "constante urgencia de hacer la cr¨®nica de nuestra historia", evocando as¨ª las famos¨ªsimas sagas de sus latitudes.

Fundamentado lo est¨¦tico, Indridason sac¨® a relucir la raz¨®n de fondo, como hace siempre con los motivos de sus criminales. "Todos los pa¨ªses, grandes o peque?os, tienen algo ¨²nico que ofrecer a la aldea global y en nuestro caso es nuestra lengua y nuestra literatura, que nos sigue formando como pueblo; a¨²n hoy lidiamos nuestros problemas contempor¨¢neos a trav¨¦s de nuevos libros". Y a¨²n es m¨¢s importante en los tiempos que corren, esos en los que "el mundo se sigue encogiendo y las caracter¨ªsticas que nos diferencian tienden a desaparecer con cada nuevo Facebook. Nuestra literatura testifica la importancia de lo peque?o. Y eso no es poco en tiempos de grandes papeles sin valor", cit¨® jugando con la grave crisis econ¨®mica que sufre su pa¨ªs desde 2008. Entre el discurso y el ambiente del pabell¨®n island¨¦s, una invitaci¨®n ¨²nica a la lectura.