Anto?ete, humano y generoso
Las figuras de ayer y de hoy y sus amigos recuerdan los valores del maestro
El 11S Anto?ete compart¨ªa mesa en Salvador, en el barrio de Chueca, con cuatro amigos Julio Stuyck, hijo de Livinio, el creador de la feria de San Isidro, Jos¨¦ Luis Su¨¢rez Guanes, lo m¨¢s parecido a un 'anto?et¨®logo', Luis de Haza, abogado con abono en el 9, y Carlos Abella, escritor. "Vino el camarero a avisarnos y seguimos a lo nuestro. ?Qu¨¦ m¨¢s nos daba que una avioneta se estrellase contra las torres gemelas cuando se tiene un mito as¨ª delante? Con la segunda torre ya nos fuimos a ver la televisi¨®n", relata Abella. Ahora, como gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid ha seguido los deseos de la familia: "Todo espera en Las Ventas para velar al maestro, junto al traje lila y oro de su despedida fallida. No cort¨® orejas y su plaza le sac¨® a hombros. Eso no pasa con nadie. Solo con ¨¦l".
Curro V¨¢zquez tiene previsto ir a primera hora para recibir a su maestro. "Fue como mi padre, me ense?¨® mucho, sin reservas. Tuve la suerte de entrenar con ¨¦l y vivir momentos humanos muy bonitos, muy sincero. Toreaba como era, con mucha verdad", dice con voz entrecortada.
El cite de Cayetano Rivera recuerda mucho al de V¨¢zquez, su t¨ªo, que a su vez beb¨ªa de las fuentes de Anto?ete. "Pude tentar en su finca, escucharle y disfrutar de una fuente de sabidur¨ªa del toro. Ve¨ªa las condiciones del ganado muy pronto, sin esperas".
Miguel Abell¨¢n se deshace en agradecimientos. A su padre, 'El Maletilla de oro' le tuvieron que cortar una pierna. "Lo recuerdo desde peque?o, siempre fue tan generoso con nosotros. Tore¨® en Madrid y Valencia para que a mi familia no le faltase nada. Me dec¨ªa que ten¨ªa carita de torero. Nadie puede imaginar la ilusi¨®n que me hizo verme en un patio de cuadrillas a su lado. Primero en Pontevedra y despu¨¦s, en su ¨²ltima tarde, en Burgos".
Poco antes de torear en Guadalajara (M¨¦xico), Alejandro Talavante, se enfundar¨¢ el traje de luces con la mente puesta en Chenel, al que a base de depurar su t¨¦cnica convirti¨® en partidario: "Anto?ete es la primera imagen en blanco y negro que se me viene a la cabeza cuando me acuerdo de Las Ventas. ?A quien no le hubiera gustado ser el maestro en aquellas tardes, en las que se hac¨ªa due?o del tiempo? Por fortuna no se puede, porque solo ha habido uno y eso es lo que har¨¢ que nunca lo olvidemos".
El 18 de mayo de 1994, Julio Aparicio D¨ªaz, hizo una faena memorable, dando distancia al toro. Con las dos orejas se fue llorando a Anto?ete y le dijo: "me he acordado de usted, maestro". Su padre, Julio Aparicio, estaba muy afectado: "Hace pocos meses perd¨ª a mi mujer. Ahora a mi ahijado. Yo di la alternativa a Chenel en Castell¨®n. Le debo lo mucho que apoy¨® a mi hijo. Anto?ete es el torero, es todo".
Chenel dio pocas alternativas. Solo uno de sus apadrinados lleg¨® a lo m¨¢s alto. Era el colombiano C¨¦sar Rinc¨®n: "Me explic¨® todo con respeto y cari?o, muy paternal. A?oro el d¨ªa de la alternativa como uno de los m¨¢s felices. Tuve la suerte de que me la diera el torero que m¨¢s admiraba y al que m¨¢s me quise parecer". Rinc¨®n considera que la distancias, los tiempos y el respeto al toro son valores inmutables que le inculc¨® el maestro. "Tambi¨¦n me hizo ser perserverante, a creer en m¨ª, a seguir en mi camino hasta llegar a lo m¨¢s alto", recuerda hasta que la emoci¨®n le impide seguir hablando.
Santiago Mart¨ªn 'El Viti' es el torero que m¨¢s veces ha cruzado el umbral de la puerta grande de Las Ventas, 14. Del diestro del mech¨®n destaca lo mucho que se hac¨ªa querer. Como torero se queda con "la regeneraci¨®n de los valores cl¨¢sicos. Mantuvo la profesi¨®n con una profundidad y una est¨¦tica que se estaban perdiendo: Hac¨ªa el toreo de siempre, el que no pasa de moda".

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