Anto?ete, adi¨®s al aroma del mejor toreo
El diestro, espejo de figuras del toreo, muere en un hospital de Madrid
Un mech¨®n, una forma de romper plaza, de hacer el pase¨ªllo y de ir a la cara del toro, con fragilidad. Antonio Chenel (Madrid, 1932), Anto?ete en los carteles, ha fallecido en la tarde del s¨¢bado en Madrid, aquejado de los problemas respiratorios que le hicieron dejar los ruedos. El tabaco, su compa?ero de miedos y soledades, le fue apagando poco a poco hasta tenerle recluido en su finca de Navalagamella. Hace cinco d¨ªas le ingresaron aquejado de un pertinaz enfisema pulmonar. "Nos dijeron que durar¨ªa diez horas y hasta hoy", dice la familia.
El cuerpo del torero, un mito de la tauromaquia moderna, se velar¨¢ el lunes a las nueve de la ma?ana en Las Ventas donde se exhibe una placa: "Esta fue su casa, esta es su plaza". A las cuatro de la tarde el cortejo f¨²nebre saldr¨¢ camino del cementario de la Almudena. Hijo de un monosabio y cu?ado de Paco Parejo, el mayoral de la plaza, quiso ser torero a la antigua usanza, siguiendo la estela del Manolete que conoci¨® en su infancia.
Su estilo, su clasicismo y su historia de superaci¨®n personal quedan para la historia. Siempre le dieron igual los triunfos, la fama o la cuenta corriente, al maestro Chenel lo que le gustaba era usar su mu?eca de seda para dome?ar las embestidas. Siempre destac¨® por su conocimiento del toro, por saber en qu¨¦ terreno deb¨ªa hacer la faena sin deformar la figura, fiel al canon.
Espejo de toreros, C¨¦sar Rinc¨®n y Curro V¨¢zquez han sido quienes mejor entendieron que su toreo era el de ayer, hoy, ma?ana y siempre, que la t¨¦cnica tiene como consecuencia la est¨¦tica, que dar todas las ventajas al toro, engradecen la fiesta y levantan a la afici¨®n del tendido. V¨¢zquez, nada m¨¢s conocer la noticia, entre l¨¢grimas, apenas pod¨ªa articular palabra: "Ha sido como mi padre, como un hermano. Mi maestro y mi ejemplo".
Tras probarse en algunas becerradas hizo campa?a de novillero entre 1949 y 1952. Como promesa del toreo tom¨® la alternativa el 8 de marzo de 1953 en Castell¨®n de la Plana, a primeros de temporada. Confirm¨® el 13 de mayo de ese mismo a?o con Rafael Ortega de padrino y Julio Aparicio, como testigo con astados de Alipio P¨¦rez Tabernero. A partir de ah¨ª comenz¨® el mito, hasta siete puertas grandes en la plaza m¨¢s importante del mundo. La ¨²ltima, el d¨ªa de su 66 cumplea?os, regal¨® dos toros, vestido de luces, dos toros a la afici¨®n vente?a, la que siempre supo entender su mundo interior, esperarle y comprenderle.
Pronto empezaron sus se?as de identidad, un mech¨®n blanco que le dio un aire nost¨¢lgico al principio, de ni?o de la guerra, y que m¨¢s tarde le convirti¨® con sus ternos lila y oro, con el rosa palo, con el verde, en un aut¨¦ntico emperador romano. Su fragilidad, "?qu¨¦ quieres?, si no prob¨¦ la leche hasta los 14 a?os", le hizo padecer m¨¢s fracturas que cornadas. Viv¨ªa en la sierra pero recluido el invierno en su microclima, para andar descalzo.
Sus vicios, su aire cheli, tambi¨¦n fueron se?as de identidad. Muy poca gente se permite construir un bar en el jard¨ªn, con su barra, sus mesas con tapete y hasta m¨¢quina tragaperras. "Jugu¨¦ tanto a esta que me la regalaron", se justicaba.
Su vida sentimental fue tan ajetreada o m¨¢s que la taurina. Tras un matrimonio, corto en el tiempo pero con amplia descendencia, con Pilar L¨®pez Quesada, mantuvo una relaci¨®n con la actriz Charo L¨®pez. En Navalagamella encontr¨®, junto a Carine Bocos, su esposa y madre de Marco Antonio, el menor de sus v¨¢stagos, la paz y el sosiego. El 16 de febrero de 2001, el Consejo de Ministros reconoci¨® su trayectoria con la medalla al M¨¦rito de las Bellas Artes.
Hace tres a?os interrumpi¨® su sue?o de ganadero de Murube, el encaste que ahora solo se lidia en festejos de rejones y que a ¨¦l tantas satisfacciones le dio. All¨ª, de cuando en cuando, deleitaba a los amigos con unas tientas en su estilo, con el empaque de siempre enfundado en playeras, pantal¨®n de chandal y chaqueta de guata. No era un lila y oro. No hab¨ªa p¨²blico. Daba lo mismo. Lo que no dej¨® nunca fue su labor como comentarista en Canal + y sus an¨¢lisis, hasta el pasado domingo, en el programa Los Toros de la Cadena SER.
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