Matisse el dibujante

Para Henri Matisse (Cateau-Cambr¨¦sis, 1869 - Niza, 1954), sus dibujos eran obras de arte a parte entera, de la misma forma que sus lienzos. El Museo departamental Henri Matisse de su ciudad nativa, en el norte de Francia, agrupa por primera vez el grueso de su obra dibujada, desde los primeros esbozos y retratos de principios de siglo, hasta sus dibujos m¨¢s monumentales, en un viaje marcado por la b¨²squeda minimalista por la perfecci¨®n. La muestra re¨²ne un total de 137 obras, de las cuales unas 90 nunca se han mostrado al p¨²blico.

"El dibujo con pincel y tinta es una pr¨¢ctica que le ha acompa?ado a lo largo de toda su carrera, que ha evolucionado con el tiempo y que es esencial para Matisse", explica Patrice Deparpe, conservador adjunto del centro de Cateau-Cambr¨¦sis. "Representa la forma de expresarse en el espacio con un m¨ªnimo de material, buscando la pureza y la perfecci¨®n, es una t¨¦cnica que ha revolucionado el arte occidental".

Matisse empieza a dibujar en las calles del Par¨ªs a principios de 1900 con su amigo el pintor Albert Marquet, aprendiendo a captar el movimiento, y a partir de 1946 se centra ya en los dibujos realizados con pincel y tinta china. Empieza as¨ª con sus retratos, como el de una de sus modelos preferidas, Lydia Delectorsakaya, al que sigue una larga serie de dibujos de una extrema simpleza en los que bastaba "con una se?al para evocar el rostro", como explicaba el propio artista.

A los rostros, que evolucionan bajo la influencia del descubrimiento del arte esquimal hacia las m¨¢scaras, se suman r¨¢pidamente las naturalezas muertas y los paisajes, que poco a poco van culminando tambi¨¦n hacia un estilo muy depurado. En ese af¨¢n perfeccionista y buscando la justeza del gesto, Matisse estudia detenidamente la caligraf¨ªa china que produce con detalle.

A partir de 1948, sus dibujos alcanzan dimensiones monumentales, con los realizados para la capilla dominicana San Rosario de Vence, en el sureste de Francia, donde se ocup¨® de todos los detalles decorativos, incluido el gigante retrato de Santo Domingo y la escena del Camino de la Cruz de Jes¨²s Cristo. "Estos dibujos tienen que salirle a uno del coraz¨®n", explic¨® Matisse a Picasso en referencia a este trabajo.

Entonces se centra ya en grandes dibujos, como la impresionante serie de acr¨®batas, en la que Matisse transmite el movimiento con un solo trazo de pincel. Otra de sus obras cumbre que se puede ver en la muestra es la serie de los ¨¢rboles, unos trabajos preparatorios para los que dibuj¨® a tama?o natural y que cubren majestuosamente dos paredes del comedor de su editor, Andr¨¦ T¨¦riade, en Saint-Jean Cap Ferra, en la Costa Azul. "Cuando uno dibuja un ¨¢rbol, no hay que olvidarse que tiene ra¨ªces, aunque no se dibujen", escribi¨® Matisse.

Adem¨¢s de recordar el talante de dibujante, su dedicaci¨®n exclusiva por este arte en sus ¨²ltimos a?os, y su continua exploraci¨®n del perfeccionamiento, la exposici¨®n, que est¨¢ abierta al p¨²blico hasta el 19 de febrero, dedica el ¨²ltima apartado a artistas contempor¨¢neos, en los que busca los ecos del trabajo de Matisse.