Diario de campa?a (I)
Nunca hab¨ªa escrito un diario, y reconozco que la redac?ci¨®n de ¨¦ste me ha resultado m¨¢s f¨¢cil y divertida de lo que esperaba, sobre todo me ha oxigenado y ayudado a romper con la rutina diaria y a tomarme menos en serio lo que hac¨ªa. He tomado las notas mientras los hechos ocurr¨ªan, y las he desarrollado sin mucha reflexi¨®n por?que lo que me interesaba era la pincelada r¨¢pida, inten?sa y absorbente, corriendo incluso el peligro de resultar banal. Espero no haber pecado de excesiva autocomplacencia y tampoco de hermetismo. En este aspecto aclaro: cuando digo "marzo ataca" me refiero a la cita de los Os?car, que acontece en marzo; en ingl¨¦s tiene m¨¢s sentido y se confunde con la pel¨ªcula de Tim Burton. ?Ojal¨¢ que lo que ocurra en marzo me lo tome con la misma desenvol?tura como lo ocurrido en enero!
8 de enero
Siempre que tengo en perspectiva un viaje, largo o corto, la noche anterior duermo mal y poco. Y empezar un viaje previamente cansado es una de las cosas m¨¢s tristes del mundo (madame De Stael dijo que viajar era uno de los placeres m¨¢s tristes).
Aeropuerto de Barajas. Hago mi entrada en el hall principal ex?hausto, con gafas oscuras y dos grandes maletones, adem¨¢s del bolso de mano, regalo de Louis Vuitton. Me dirijo al stand de Ibe?ria. En el corto camino, varios pasajeros con inexplicable cara de fiesta popular me gritan entusiasmados: "?A por el Oscar!". Les dedico una sonrisa idiota, no me atrevo a decirles que las nomi?naciones no se hacen p¨²blicas hasta el 15 de febrero, no creo que aceptaran la explicaci¨®n. La cosa se repite como una consigna du?rante todo el tiempo que paso en el aeropuerto. Incluso el polic¨ªa que controla los pasaportes me dice, como si revelara un secreto que yo intento ocultar, pero que a ¨¦l naturalmente no se le pasa por alto: "?A por el Oscar, ?no?!". Yo vuelvo a sonre¨ªr con cierta aprensi¨®n. Los polic¨ªas todav¨ªa me inti?midan; ya se sabe, el efecto Pavlov.
Antes de pasar el control de pasa?portes tenemos que chequear el equipa?je; el plural incluye a mi asistente para todo (y productor asociado) Michel Ru?b¨¦n. un dulce colombiano polivalente que habla un ingl¨¦s perfecto (lo cual me viene de perlas, aunque ponga en evi?dencia las deficiencias del m¨ªo. Pero es que ¨¦l estudi¨® all¨ª, en Estados unidos, y yo en Extremadura, con los salesianos. Y claro, no hay color).
En el stand de Iberia facturo una sola maleta, y lo hago de un modo os?tentoso. Quiero que todo el mundo se en?tere de que llevo otra igual de grande en la mano (m¨¢s correctamente, Michel la transportar¨¢ sobre el lomo, a trav¨¦s de interminables pasillos). A la empleada de Iberia no le llama la atenci¨®n, o simplemente le toca el co?o. Yo esperaba que me obli?gara a facturar la segunda maleta porque no se puede transpor?tar un equipaje de mano tan voluminoso. Quiero que me lo prohi?ba, y de ese modo yo tendr¨ªa la oportunidad de quejarme de todas las maletas que Iberia me ha perdido a lo largo del a?o, tanto a la ida como a la vuelta.
No existe dinero que pueda compensar el trastorno que supo?ne tener que buscarte un modelo en el ¨²ltimo momento si, como es mi caso, viajas el d¨ªa antes para recoger un premio. La com?pa?¨ªa Iberia debe de pensar lo mismo, que no hay dinero, porque te ofrece, y se queda tan pancha, 20 d¨®lares por kilo de maleta. Te?niendo en cuenta que s¨®lo la maleta cuesta 200.000, y que dentro comparten espacio Armani, Versace, Gucci, Prada y Mugler..., con lo que Iberia ofrece no tienes ni para pagar los calzoncillos de Calvin Klein. En el momento de irnos, la empleada empieza a abrir la boca; pero no es para impedir que cargue con la maleta de los trajes, sino para felicitarme: "Enhorabuena por el Oscar".
Nos alejamos del stand.
Me gustar¨ªa dejar una cosa clara, y no quiero ser aguafiestas: no voy a Estados Unidos a recibir ning¨²n Oscar; de hecho, no es?toy ni nominado. Las nominaciones se har¨¢n p¨²blicas el d¨ªa 15 de febrero, y la entrega de las estatuillas se llevar¨¢ a cabo a finales de marzo.
?sta es la cruda y lenta realidad, pero tambi¨¦n es cierto que la raz¨®n de mi inmediato y zigzagueante viaje es la de recibir va?rios premios, todos ellos confirmados e importantes (si uno se de?dica al negocio de las pel¨ªculas): New York Film Critics Circle, L.A. Film Critics Association, National Board of Review. Broad- castCriticsAssociation. Todos ellos en la categor¨ªa de mejor pel¨ª?cula extranjera. Tambi¨¦n voy a recoger el International Filmmakers Award, en el Festival de Palm Springs. Y ya que estoy por la zona, asistir¨¦ a la ceremonia de entrega de los Globos de Oro, para los cuales estoy nominado, siempre en el apartado de mejor pel¨ª?cula de habla no inglesa (en el momento de aparecer estas l¨ªneas todo el mundo sabe que el preciado globo ya est¨¢ en casa, pero es?tas notas son anteriores).
Reconozco que la perspectiva es estupenda y no deber¨ªa que?jarme. Es mucho mejor recoger premios internacionales que, pongamos por caso, recoger cubos de basura o carto?nes. Sin embargo, la idea de este viaje me preocupa y me agobia.
Que te den premios en el extranjero es maravilloso: lo malo es que uno tiene que ir personalmente a los sitios, emo?cionarse. ser sincero y expresarlo. Todo esto en ingl¨¦s. Desde fuera parece senci?llo, especialmente si, como yo, eres hom?bre de mundo. Pero no es f¨¢cil. Recoger un premio implica mucho m¨¢s que el hecho f¨ªsico de recoger algo. Significa tomar un avi¨®n, con la incertidumbre que esto supone en los tiempos que co?rren. Significa que te siente bien el tra?je que compraste hace tres meses, te?niendo en cuenta que estoy en pleno de?sarrollo y mi talla cambia casi cada semana. Dado que tengo mal un o¨ªdo, viajar no es lo ideal para mi endolinfa (un l¨ªquido que se aloja en la profundidad de mi oreja y que es esencial para el equi?librio). Y por ¨²ltimo el discurso. Yo no s¨¦ mentir, y menos en ingl¨¦s. Y uno no puede decir s¨®lo gracias, que es lo que el coraz¨®n te pide. Ustedes dir¨¢n que con tanta complicaci¨®n por qu¨¦ no paso de todo y me quedo en casa. Ser¨ªa la soluci¨®n m¨¢s f¨¢cil, pero a m¨ª las soluciones f¨¢ciles nunca me han gustado. Por otra parte, es cierto que quiero agradecer personalmente el detalle que est¨¢n te?niendo los medios americanos distinguiendo a Todo sobre mi ma?dre como la mejor pel¨ªcula extranjera y una de las 10 mejores es?trenadas el a?o pasado (algunos la colocan en primer lugar), y me gustar¨ªa hacerlo bien, como un profesional del agradecimiento. De paso le ayudo a Sony Picture Classics, la distribuidora de la pel¨ªcula, en su campa?a para los Oscar.
Nueva York. Immigration. Nada m¨¢s pisar suelo americano, lo primero que las autoridades pretenden y consiguen demostrarte es que sigue habiendo clases (y que t¨² perteneces a una muy in?ferior), y que las fronteras siguen existiendo.
-?Por qu¨¦ viene a Estados Unidos? -me pregunta un polic¨ªa en tono tajante, con mi pasaporte en la mano.
Previendo mi respuesta, inicio una sonrisa que al polic¨ªa no le hace ninguna gracia.
-No quiero resultar pretencioso, pero vengo a recoger premios -le digo y no especifico cu¨¢ntos.
-Ah, s¨ª -gru?e de modo indefinido...
Antes de que me haga otra pregunta, le explico que soy direc?tor de cine.
La respuesta parece calmarle, o simplemente le desconcierta.
Estampa con autoridad su tamp¨®n sobre una hoja de mi pa?saporte y de momento ah¨ª queda la cosa.
El trayecto hasta Manhattan siempre es alentador. Cuando atravieso uno de sus puentes no hay vez que no admire su t¨ªpico skyline sin que me produzca excitaci¨®n. Me gusta esta ciudad, siempre me ha gustado.
Nos alojamos en pleno Soho. The Mercer es el ¨²ltimo hotel de moda, est¨¢ en Mercer St. con Prince. La ambientaci¨®n es de tipo minimalista, pero c¨¢lido, aunque parez?ca contradictorio. El interiorista del Mercer recupera costumbres ancestra?les del siglo pasado, como, por ejemplo, utilizar objetos en vez de tarjetas. Me re?fiero a cosas tan simples como una llave de metal. En The Mercer te dan una lla?ve, que sirve para abrir tu puerta. Y en vez de armarios empotrados, invisibles, encuentras en tu habitaci¨®n un armario de madera ocupando un espacio en el es?pacio. Y el suelo tambi¨¦n es de madera, en vez de m¨¢rmol (?odio los suelos de m¨¢rmol!) o moqueta. Tal vez ¨¦sta sea la raz¨®n por la que en su hall te encuen?tras siempre a la gente m¨¢s cool. El per?sonal ha sido escogido en riguros¨ªsimos castings y lo componen un grupo de chi?cos y chicas de entre 20 y 30 a?os que para s¨ª los quisiera cualquier edici¨®n de la Pasarela Cibeles.
Nada m¨¢s entrar nos chocamos con Sophia Coppola; al d¨ªa si?guiente me la presentar¨ªan, pero de momento no nos decimos nada.
Hacemos tiempo para que llegue la noche y acoplarnos -nun?ca lo consigo- a la diferencia de horario. En Nueva York, todos so?mos seis horas m¨¢s j¨®venes que en Madrid. Y eso es agotador.
9 de enero
Es muy agradable despertarse en pleno Soho. Hasta ahora, siem?pre he ido a hoteles situados en la parte alta de la ciudad (el Mer?cer es el primero que abren en la parte baja). La parte alta tiene su punto, pero prefiero el toque bohemio y la tranquilidad del sur.
El invierno de Nueva York es precioso, siempre que haya un rayito de sol. Hoy es uno de esos d¨ªas. Hay poca gente por las ca?lles y nada estresada (arriba, todo el mundo parece tener cosas important¨ªsimas que hacer y poco tiempo para hacerlas). Esto es lo bueno del Soho; sus habitantes, adem¨¢s de tener buena pinta, dan la impresi¨®n de ser due?os de su tiempo (adem¨¢s de tener un gusto exquisito en lo relacionado a restaurantes, tiendas de libros, zapater¨ªas, coffee-shops, galer¨ªas de todo tipo, desde el arte hasta la alimentaci¨®n, etc¨¦tera), el ritmo es m¨¢s humano y m¨¢s sano. Fuera de broma, hay tiendas maravillosas. Yo no puedo comprar nada porque nada me cabe, y teniendo en cuenta que voy a estar todo el tiempo volando como una paloma equivocada no deber¨ªa a?adir equipaje al que ya tengo.
A pesar de todo, me inflo a comprar objetos innecesarios, pero preciosos, en la papeler¨ªa Kate y en la tienda del Guggenheim Museum.
La tarde la dedico a preparar el primer discurso de mi cam?pa?a de agradecimientos. No quiero improvisar. No en ingl¨¦s y con jet lag. Y sobre todo no quiero improvisar cuando a bote pron?to no se me ocurre nada que decir.
Tengo sesi¨®n de creatividad con Michel, en mi habitaci¨®n. Lle?gamos a la conclusi¨®n de que Nueva York ha sido siempre mi ho?gar, nunca me he sentido extra?o, etc¨¦?tera; ¨¦sa ser¨¢ la base del peque?o dis?curso. Desechamos lo de que vengo de un pa¨ªs democr¨¢tico y ¨¦sa es la primera raz¨®n por la que hago el cine que hago, etc¨¦tera. Tampoco puedo dedic¨¢rselo al p¨²blico que tanto me quiere porque es un premio que concede la cr¨ªtica.
Acerca de la ceremonia hay un pe?que?o detalle que Michel aborda a me?dias. Termina de hablar por tel¨¦fono con Sony y se ha puesto p¨¢lido.
-La ceremonia va a ser en un piso alto -me dice como dej¨¢ndolo caer. -?C¨®mo de alto? -pregunto. -Lo m¨¢s alto que has estado en tu vida... Mejor que no lo sepas.
Guardamos un instante de silencio. Tengo tan buen rollo que no le monto ning¨²n n¨²mero, pero no entiendo por qu¨¦ no me lo han dicho an?tes, cuando todav¨ªa estaba en Madrid. Pero estoy en Am¨¦rica, y faltan dos horas para la ceremonia. Decido que yo tambi¨¦n pre?fiero no saber la altitud de mi condena.
Pero seguimos rumiando el asunto. Los de Sony conocen de sobra mis problemas de v¨¦rtigo, han trabajado conmigo en otras ocasiones y saben que nunca me instalo por encima del octavo piso, raz¨®n por la cual no puedo disfrutar de las maravillosas suites que corresponden a mi status porque todas est¨¢n en los pisos m¨¢s altos de los hoteles. Michel me dice que Sony se lo ha comu?nicado a los que organizan la ceremonia, pero no les ha parecido suficiente raz¨®n para cambiarla de lugar. Y lo entiendo, s¨®lo soy el representante de la pel¨ªcula extranjera.
Estoy acojonado, pero la cosa no tiene vuelta de hoja. Como an¨¦cdota me cuentan que Paul Newman tampoco pudo subir un a?o, le hab¨ªa tomado miedo a las alturas despu¨¦s de rodarThe towering inferno (El coloso en llamas) y se qued¨® en el lobby del edi?ficio. As¨ª que me l¨ªo la manta a la cabeza y le digo a Michel y a Sony que lo intentar¨¦. Le suplico a Michel que est¨¦ al loro con?migo, y si ve algo raro que me baje.- Lo malo del v¨¦rtigo no es que te caigas redondo al suelo, porque tu organismo obedece s¨®lo y ex?clusivamente a la ley de la gravedad, sino que el vac¨ªo te atrae de tal modo que te entran ganas de lanzarte por la primera ventana. En serio, es una cosa muy jodida.
Llegamos a las Torres Gemelas. Entramos en el ascensor. Cie?rro los ojos, no veo nada, pero a mi o¨ªdo no le enga?o. Y mi o¨ªdo indica que subimos a la velocidad de una nave espacial.
Cuando el ascensor se detiene y abre sus puertas, me cojo al brazo de Michel, camino muy despacio, los o¨ªdos se me han lle?nado de aire, todos los sonidos me llegan desde la distancia y mi cuerpo parece pesar mucho m¨¢s de lo que pesa, que ya es decir.
Me siento muy mal, como si fuera en un barco embestido por las olas, a punto de naufragar.
Nos hallamos en el piso 106 de una de las Torres Gemelas, no s¨¦ cu¨¢l de las dos. Hago las peores entrevistas de mi vida en el hall de la fiesta, aunque en realidad no siento dolor; es como si no tu?viera cerebro, ni o¨ªdo, ni capacidad locomotriz. Tambi¨¦n mi vis?ta se ha alterado como si hubiera tomado alucin¨®genos.
Es muy probable que estemos en la cima del mundo, como dec¨ªa James Cagney en Al rojo vivo. Hay mucha gente es?tupenda. Intento interesarme por los dem¨¢s y olvidarme de m¨ª mismo. Si no existo, tampoco existe mi problema. Ca?mino dando tumbos, pero nadie me mira raro. Estamos en Nueva York, una ciu?dad donde se domina el arte de la hipo?cres¨ªa. En el camino a mi mesa me en?cuentro con Sophia Coppola. alguien me la presenta. Su gran nariz sobresale por encima de una sonrisa dulce y t¨ªmida. Nada de pecho. A m¨ª me cae muy bien. La felicito por su primera pel¨ªcula como directora, Las v¨ªrgenes suicidas. Sophia est¨¢ casada con Spike Jonze, el director de Being John Malkovich, una de las pel¨ªculas premiadas.
Me sientan en la mesa con los de Sony, Michel y John Waters. John est¨¢ tan divertido y dicharachero como siempre. Acaba de rodar con Melanie Cecil B. Demented, parece muy satisfecho: al fi?nal de una conversaci¨®n sobre Antonio y Melanie que no pienso reproducir me pregunta: "?T¨² crees que su matrimonio es para siempre?". Yo encuentro la pregunta de una rara trascendencia. "Por el momento, s¨ª", le respondo. Pero entiendo que eso no es ninguna respuesta.
Se acerca a nuestra mesa Richard Corliss, el cr¨ªtico de la re?vista Time, con su mujer. Este buen hombre ha proclamado desde su prestigiosa tribuna que All about mymother es la mejor pel¨ª?cula del a?o. Encabeza su lista junto a nueve m¨¢s. Acaba diciendo que el espectador que no se sienta emocionado al verla deber¨ªa ir al cardi¨®logo, porque su coraz¨®n no est¨¢ bien. Cuando por fin me entero de qui¨¦n es (Michel me lo tiene que gritar varias veces al o¨ªdo) me lanzo a los brazos del cr¨ªtico y con todos los gestos posi?bles le muestro mi agradecimiento. Agradecimiento sincero, pero torpe y atropellado. El buen hombre achaca mi estent¨®rea torpe?za al jet lag y a la bebida, y no parece molesto, todo lo contrario.
Como no hay televisi¨®n, la gala resulta distendida y a un rit?mo m¨¢s acorde con las emociones que con el tempo televisivo. Cada premio va precedido del discurso de alguien que dice cosas muy bonitas sobre el premiado, al cual le entregan una placa y despu¨¦s el premiado lo agradece como mejor puede. Tengo la im?presi¨®n de que todo lo que se dice es de verdad. Sarah Jessica Par?ker presenta y alaba a Catherine Keener, mejor actriz secundaria por Being John Malkovich. El espectador espa?ol la conoce por las pel¨ªculas de Tom Dicillo y Amigos y vecinos (Neil La Bute). La Keener es de esas actrices, de personalidad ¨¢rida, con una pinta m¨¢s inteligente de lo normal y que hace muy bien de bollera. Es un premio muy neoyorquino, ella est¨¢ estupenda en la pel¨ªcula de Spike Jonze, pero por los rumores no parece probable candidata al Oscar. El gui¨®n, sin embargo, seg¨²n todas las quinielas, cuen?ta con muchas posibilidades.
Lily Taylor, con su t¨ªmida calidez, presenta y piropea a Hillary Swank, mejor actriz porBoys don't cry. Me gusta ver a las actrices emocion¨¢ndose al hablar de otra actriz. Se nota que no existe gui¨®n previo. Hillary Swank es una joven actriz, oriunda de la televisi¨®n, muy guapa, delgada, con p¨®mulos acera?dos, y parece destinada a compartir el olimpo final con otras cuatro diosas. De?dica el premio a todos los que hicieron la pel¨ªcula, y especialmente a su marido, Chad Lowe, hermano de RobLowe.
Todos los premiados fuimos muy aplaudidos, pero la ovaci¨®n se la llev¨® el operador Freddie Francis. Recib¨ªa el premio a la mejor fotograf¨ªa porThe straight story, de David Lynch. Me ale?gro much¨ªsimo, espero que Lynch est¨¦ entre los cinco nominados cuando mar?zo ataque... El se?or Francis anda por las ocho d¨¦cadas, ya hab¨ªa trabajado con Lynch en El hombre elefante, pero antes se hab¨ªa encargado de colorear los t¨ªtu?los m¨¢s famosos de la Hammer. Un ma?estro. A pesar del v¨¦rtigo, a la salida me arrodillo ante ¨¦l, en muestra de veneraci¨®n.
Cuando le llega el turno a John Waters, los invitados se r¨ªen bastante con la presentaci¨®n que hace de mi trayectoria. El mo?narca del trash defiende el resto de mi filmograf¨ªa, frente a los que s¨®lo se han fijado en Todo sobre mi madre, y dice que mis perso?najes son el tipo de gente que a ¨¦l le gustar¨ªa invitar a cenar. "Como creador de personajes femeninos, Almod¨®var hace que George Cukor parezca Otto Preminger". ?sta es una de las frases que m¨¢s carcajadas levanta entre los invitados.
Cuando me llama al estrado, escucho muchos aplausos, aun?que por mi estado los oigo desde muy lejos. Siento que camino a c¨¢mara lenta. La voz me suena d¨¦bil, creo que debo hacer una menci¨®n a la altura, aunque s¨®lo parece afectarnos a Paul Newman y a m¨ª. Estoy a punto de explicarles la raz¨®n de mi inestabi?lidad: a principios de los cincuenta, yo ten¨ªa unos tres a?os, me dio o cog¨ª el sarampi¨®n (no recuerdo mi grado de responsabili?dad); en Espa?a no se conoc¨ªa bien el efecto de los antibi¨®ticos. El practicante de mi pueblo se excedi¨® en el uso de la estreptomici?na, resultado de lo cual yo perd¨ª totalmente la audici¨®n de un o¨ªdo. Por eso tuerzo la boca, tengo v¨¦rtigo a veces y doy respues tas surrealistas. No s¨¦ por qu¨¦, me parece que no procede contar?le a tan sofisticada audiencia la historia de la posguerra espa?o?la. Les hablo, sin embargo, de mi relaci¨®n con Nueva York, una ciudad en la que nunca me he sentido un extra?o... No s¨¦ c¨®mo, pero consigo hilvanar unas cuantas palabras, tras las cuales re?cojo mi premio y vuelvo a mi mesa.
Le comento a Michel y a John el poco control que tengo de mi voz y de mis movimientos, pero seg¨²n ellos no se ha notado nada. O sea, que s¨®lo yo s¨¦ que floto. Cosas de la endolinfa.
Una vez terminada la ceremonia, mientras esperamos el as?censor, David Lynch me cuenta que en 1974 estren¨®Eraserhead y que no iba casi nadie a verla. Un d¨ªa descubri¨® una enorme cola delante de la taquilla del cine, y no dio cr¨¦dito: cuando se acerc¨® comprob¨® que no era para ver su pel¨ªcula, si noFemaleTrouble, de John Waters.
John completa el comentario con alg¨²n recuerdo. Me gusta verlos juntos, a John Waters y a David Lynch, tan distintos, tan salvajes, tan impropios para la cinematograf¨ªa americana, tan amigos m¨ªos y tan educados.
Pienso con nostalgia en el cine inde?pendiente americano de hace 30 a?os, dos de cuyos puntales me acompa?an mientras me lanzo al abismo desde un piso 106, en ascensor.
10 de enero
Un d¨ªa de perros.
Hacemos una larga entrevista en v¨ª?deo para incluirla en la versi¨®n ameri?cana del DVD de Todo sobre mi madre.
Llueve de la ma?ana a la noche. Mi?chel y yo nos metemos en el Quad, un cine hist¨®rico (de los pocos que han so?brevivido) donde han puesto algunas de mis primeras pel¨ªculas. Encuentro un cartel anunciando M¨¢s que amor frenes¨ª. "De la tie?rra de Almod¨®var...", dice el anuncio. Es fe¨ªsimo, pero muy gra?cioso, y adem¨¢s aparece Bibi. Le hago una foto para ense?¨¢rsela.
Vemos Boys don't cry. La pel¨ªcula est¨¢ basada en una historia real, la de Teena Brandon. que quiere vivir como Brandon Teena. Es decir, una chica que se siente chico y ansia vivir como tal. Em?pieza a llamarse Brandon Teena y a utilizar ropa masculina en un pueblo donde nadie la conoce. Pronto se hace con un grupo de amigos muywhitetrash, se enamora de una chica..., pero despu¨¦s de varios meses, la gente con la que convive descubre su primera identidad. Dos de sus amigos la violan y la matan.
Entiendo el premio que la noche anterior le otorgaron a la des?conocida Hillary Swank. Est¨¢ impresionante. Oiremos hablar mu?cho de ella. La pel¨ªcula cuenta bien lo que quiere contar, pero lo extraordinario son las interpretaciones de las actrices. Hillary Swank est¨¢ acompa?ada por una Chlo¨¦ Sevignv radiante de ino?cencia y sordidez. Chlo¨¦ posee una mirada pegajosa, no recuerdo haber visto una mirada tan l¨²brica en una pantalla.
Fuera sigue lloviendo.
11 de enero
Me levanto pronto para terminar de hacer las maletas. Viajamos a Los ?ngeles.
En el hall del hotel, Gus van Sant desayuna con dos chicos. Me quedo hablando con ellos hasta que llegue Michel. Despu¨¦s de felicitarme, Gus me pregunta por un antiguo proyecto, El hombre que se enamor¨® de la luna, seg¨²n la novela de Tom Spanbauer. Le explico que nuestra opci¨®n expir¨® hace un a?o, no en?contr¨¦ al escritor adecuado para coescribir el gui¨®n. Actual?mente, los derechos est¨¢n en manos del productor de The fight club.Gus vive en la misma ciudad que Spanbauer; son amigos, me dice que el autor de la novela en que est¨¢ basadaThe fight club es alumno de Tom. Por lo visto, Spanbauer tiene una espe?cie de taller para escritores en Portland, Oregon.
El viaje a Los ?ngeles es eterno. No llego a aceptar del todo que dure casi tanto como el de Nueva York-Madrid. Me molesta un poco la sinusitis, as¨ª que ni leo ni tomo notas. Nada. Vegeto, que es como los budistas llaman a la meditaci¨®n trascendental.
A m¨ª se me hace eterno.
En Los ?ngeles somos nueve horas m¨¢s j¨®venes que en Madrid, pero ni a Michel ni a m¨ª se nos nota. Nos instala?mos en el hotel Sunset Marquis. Desde Mujeres..., siempre que vengo a la ciu?dad me alojo aqu¨ª. Las habitaciones y las villas est¨¢n construidas alrededor de un precioso jard¨ªn interior. El piso m¨¢s alto es un segundo piso. Tengo tantos recuerdos que los tristes neutralizan a los alegres. Pero me gusta reconocer el lugar y a parte del personal. En una ciu?dad como Los ?ngeles, esto se agradece.
Aunque el viaje ha sido largo, tene?mos todav¨ªa medio d¨ªa por delante. Ventajas de viajar en el tiempo.
Para combatir eljet lag llamamos inmediatamente a la habitaci¨®n de Pen¨¨lope Cruz, que tambi¨¦n se hospeda en el Sunset. Se quedar¨¢ tres meses, hasta que termine el rodaje deBlow, una pel¨ªcula di?rigida por Ted Demme (Beautiful girls) y protagonizada por ella y Johnny Depp. El rodaje empieza a mitad de febrero.
La presencia de Pen¨¦lope nos alegra el d¨ªa. Amo a Pen¨¨lope. Est¨¢ un poco m¨¢s morenita (en la peliinterpreta a una colom?biana, por eso la morenez). Pen¨¨lope trata de tomar el sol cuan?do puede: el que piense que Los ?ngeles -como Tenerife- tiene seguro de sol, se equivoca; tambi¨¦n hay d¨ªas grises. La historia est¨¢ basada en la vida de un narco colombiano, colaborador de Pablo Escobar, y de su mujer. Pen¨¦lope est¨¢ aprendiendo a decir todo tipo de tacos en colombiano y spanglish; cuando nos los re?pite nos tronchamos. Va a estar maravillosa. Ella es la esposa del narco, claro, y adem¨¢s de cocain¨®mana acaba convertida en les?biana. Supongo que porque as¨ª ten¨ªa que ser, no porque la coca lleve a lo otro.
Michel y yo no pens¨¢bamos hacer nada por la noche, excep?to matar el tiempo para no acostarnos demasiado pronto. Pen¨¨?lope ha quedado con unos amigos y pos invita a acompa?arla, van a ir a jugar a los bolos.Los amigos de Pen¨¨lope son antiguos compa?eros de traba?jo. El director y actor Billy Bob Thornton, con el que ha rodado Ali the pretty horses.Matt Damon. protagonista de la pel¨ªcula y actual nominado al mejor actor en los Golden Globe por The talented Mr. Ripley, de Minghella. A Matt le acompa?a su novia, Winona Ryder. Avanzada la noche se nos une Charlize Theron; para mi sorpresa, sin los mofletes con que suele fotografiar en cine.
Billy Bob surgi¨® del anonimato cuando hace unos cinco a?os fue nominado como mejor guionista, director y actor porSling biade.Tipo talentoso donde los haya, nadie le conoc¨ªa hasta en?tonces: despu¨¦s le hemos visto en montones de pel¨ªculas como actor, pero sus cualidades camale¨®nicas impiden a veces reco?nocerle.Pretty horses est¨¢ basada en la novela de Cormac McCarthy, ganadora de un Pulitzer. es la segunda pel¨ªcula que di?rige, y en Hollywood se espera mucho de ella.
Todos adoran a Pen¨¦lope.
A Michel se le nota impresionado, creo que es el ¨²nico sin?cero. y que Matt. Winona y yo tratamos de disimular lo encantados que esta?mos de coincidir en la bolera. A Billy Bob ya le conoc¨ªa de la vez anterior y no me puede caer mejor.
Jugamos dos rondas. Yo estoy fatal, muy por debajo de mis posibilidades demostradas en mi a?orada Stella, cuando Alaska llevaba el local.
Nos relajamos enseguida. Todos es?tamos encantados de compartir bolos y Pen¨¨lope. Winona tiene una cara pre?ciosa, una piel blanca privilegiada para acaparar la luz, ojos, nariz y labios vi?vos y perfectos. Brazo gordo (!). Me sor?prende, en cine no da brazo gordo. Va vestida ideal para el lugar. (A prop¨®si?to, la bolera se llama Hollywood Bow?ling. Es un lugar con mucha solera, yaparece enThe big Lebowsky, de los hermanos Coen. Es la bole?ra a la que suelen acudir Jeff Bridges y John Goodman, y don?de tambi¨¦n est¨¢ John Turturro interpretando a un extra?o per?sonaje latino vestido de morado. En el mostrador donde nos dan los zapatos hay una foto de la pel¨ªcula). Winona va de Jean Seberg caminando por los Campos El¨ªseos en A bout de souffl¨¦;tal vez no lo haga a prop¨®sito:nicki a rayas, ce?ido y con manga cortita y delatora; pantal¨®n ce?ido, negro, por encima de los tobi?llos; zapato bajo, y pelo muy corto. Me dice que est¨¢ dispuesta a aprender espa?ol para trabajar conmigo. El brillo de sus ojos te impide prestarle atenci¨®n al resto. Le digo que soy yo el que debe mejorar su ingl¨¦s para trabajar juntos.
Matt Damon, como suele ocurrir, gana al natural. Las porta?das del Premiere americano insisten en mostrarle como el t¨ªpico americano rubio, brutote y de eterna y desmesurada sonrisa. Y no es eso. Es cierto que el chico sonr¨ªe, pero con timidez y dis?creci¨®n. lo cual multiplica su encanto personal. No es tan rubio y resulta mucho m¨¢s inteligente de lo que da en las fotos. Est¨¢ lleno de inquietudes, es aplicado y aprende con rapidez, como demuestra enThe talented Mr. Ripley (Highsmith-Minghella).
Ca?¨®n de chico, con un punto muy especial e inquietante.
Aunque pierdo en los bolos, me olvido del jet lag.
Inevitable comentario: "Te est¨¢s especializando en trabajar con los novios de Winona", le digo a Pen¨¨lope. Billy Bob escucha mi comentario y sonr¨ªe con su bocaza dentona. "Si te apetece", me ofrece, "ma?ana puedes ver algunos rollos de Ali the prettyhorses. Estoy terminando de mezclar la pel¨ªcula".
Acepto. Justamente ma?ana es el ¨²nico d¨ªa que tengo libre en todo lo que queda de a?o.
12 de enero
Me bajo a la piscina y nado un poco. El mero hecho de no tener compromisos (excepto el de Billy Bob) me hace feliz. La ¨²nica contrariedad es que quer¨ªa adelgazar varios kilos hoy, aprove?chando que no tengo obligaciones. As¨ª que me autocondeno a ensaladas y ejer?cicio f¨ªsico.
Nado un poco m¨¢s y como con Michel al aire libre, mientras veo una y otra vez las cifras delVariety. Estamos entre los 30 primeros y ya hemos pasa?do los tres quilates de d¨®lares.
El personal del restaurante nos co?noce y nos trata con familiaridad. Chachi.
Pido s¨®lo ensalada, sin postre. Me he inventado una frase que a los cama?reros les hace gracia: "I don't deserve a dessert" (no merezco postre). Todos sonr¨ªen cuando la digo.
Vemos llegar a Diane Ladd. bastan?te gorda, embutida en dos piezas que, aunque no lo sea, su volumen las con?vierte en algo parecido a un ch¨¢ndal. Yo dudo un momento, el camarero me recuerda en voz baja qui¨¦n es. Poco despu¨¦s llega Billy Bob Thornton, pasa de nosotros y se re¨²ne con ella y el hombre que la acompa?a. Ahora caigo que Billy Bob es la pare?ja de Laura Dern. hija de Diane, que a su vez es hija de Alan Ladd, y en alg¨²n momento de su vida concibi¨® a Laura con Bru?ce Dern.
Ahora la recuerdo perfectamente haciendo de madre de su hija en Wild at heart, creo que estuvo nominada. Michel me re?cuerda que tambi¨¦n estaba maravillosa en Alicia ya no vive aqu¨ª. Cierto. Siempre me ha gustado Diane, incluso en su talla actual. Me acerco a su mesa, saludo a Billy Bob, me recuerda que una hora m¨¢s tarde nos veremos en el estudio donde est¨¢ mezclando.
Rindo pleites¨ªa a Diane Ladd y vuelvo a mi ensalada.
Cuando llegamos a los estudios, lo primero que me llama la atenci¨®n es el hall, como con piedras y palmeras; miro hacia abajo y descubro en el suelo una combinaci¨®n ins¨®lita: ?pizarra con moqueta! No doy cr¨¦dito a mis ojos.
Cuando hacemos nuestra entrada en la sala, todo se detiene, hombres y m¨¢quinas. Michel es testigo. Los humanos, es decir, los t¨¦cnicos, est¨¢n a punto de darme ima ovaci¨®n. Billy Bob me presenta, y todo el mundo se deshace en elogios. Al poco tiempo llega Diane Ladd con su marido. Billy Bob debi¨® de invitarles a ellos tambi¨¦n. Vemos dos rollos con varias intermpHnnet: en las que el director corrige algunos detalles. El material tiene una pinta mejor que buena. Western on¨ªrico, hipn¨®tico, sentimental y melanc¨®lico: en estos dos rollos ya sobresalen la m¨²sica, la fo?tograf¨ªa, Matt Damon y nuestra Pen¨¨lope. Cuando aparece ella, parezco la madre de la artista. La Ni?a est¨¢ maravillosa, se lla?ma Alejandra y es mexicana. Se la entiende perfectamente en ingl¨¦s y rebosa ternura y emoci¨®n. No s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ con la pel¨ª?cula, para el gusto americano tal vez sea demasiado arty y un poco larga. Dura m¨¢s de tres horas. De lo que estoy seguro es de quePen¨¨lope va a arrasar. Por lo visto, el estudio quiere llevar?la a Cannes; o sea, que pronto oiremos hablar de ells..
En una de las interrupciones para que los t¨¦cnicos hagan una correcci¨®n en el sonido, salgo al gran hall y me dirijo a una especie de buf¨¦ permanente. Los americanos son muy dados a tener siempre cosas de comer en los lu?gares de trabajo. Me olvido de que me he prometido a m¨ª mismo perder tres kilos hoy. Lo malo de comer s¨®lo una ensalada es que a la hora vuelves a te?ner hambre. Me preparo un t¨¦ muy rico y se me va la mano inconscientemente hacia una magdalena tama?o gigante hecha con harina integral, por eso su color marr¨®n oscuro. Al poco tiempo llega Diane Ladd y le echa un vistazo a una magdalena restante. Me pide per?miso con los ojos, yo la animo mientras mojo la m¨ªa en el t¨¦. Como vo. Diane se siente culpable. Es el momento de ma?yor complicidad de cuantos he vivido en este inmenso pa¨ªs. Y ocurre sobre un suelo de pizarra y moqueta, lo que demuestra que no hay que tener pre?juicios con la decoraci¨®n, lo que importa son las personas. Y las magdalenas, que aunque parezca innecesario, aqu¨ª las llaman muffin.
13 de enero
En la calle Alta Loma, justo frente a mi villa del Sunset Marquis. hay un edificio alt¨ªsimo cuya superficie sirve de soporte a las grandes campa?as publicitarias. La fachada que da a Sunset Boulevard la ocupa en su totalidad el p¨®ster dePlnyitto the bone, la ¨²ltima pel¨ªcula de Antonio, con WoodyHarrelson, diri?gidos por Ron Shelton. Shelton, hasta ahora, s¨®lo ha hecho pel¨ª?culas de deportes, cuyo mayor ¨¦xito sigue siendo Los b¨²falos de Durham. La pel¨ªcula de Antonio se proyecta s¨®lo en un cine para poder optar a alguna nominaci¨®n, pero me temo que se han decidido demasiado tarde. Este a?o hay saturaci¨®n de pel¨ªculas nominables. Y casi todas estrenaron en diciembre. Es un mila?gro que Mother (as¨ª abrevian el t¨ªtulo de mi ¨²ltima pel¨ªcula en los medios) est¨¦ sobreviviendo a tanta inflaci¨®n.
De todos modos, me impresiona ver la imagen de Antonio, tama?o edificio de 12 pisos, en electo,bigger than Ufe (size), do?minando el panorama trufado debillboards de Sunset Boule?vard.
Le llamo por tel¨¦fono. Noto a Antonio un poco decepciona?do, pero se le olvida pronto.
Esperaba que los Golden Globe se hubieran fijado al menos en Melanie, protagonista de Crazy in Alabama (la nominan de todos modos, por su papel en una pel¨ªcula de televisi¨®n sobre la RKO; Melanie interpreta a la actriz Mari¨®n Davis). Tampoco Play itto the bone ha tenido mejor suerte en el reparto de nomi?naciones. Pero Antonio est¨¢ lleno de proyectos que suenan muy bien: el inmediatoDancing in thedark con Angelina Jolie, la ni?a mala de aqu¨ª.
Mi hermano Agust¨ªn llega a Los ?ngeles por la tarde, y lo hace con todo su equipaje, no entiendo c¨®mo. Una vez en el ho?tel le muestro el campa?¨®n que est¨¢ ha?ciendo Sony enVariety, L.A. Times y The New York Times. P¨¢ginas enteras con el cartel, fotos en solitario de Ceci (para que la consideren en el apartado de mejor actriz) y foto m¨ªa con la Sa?grada Familia de fondo, mirando por la c¨¢mara, pidi¨¦ndoles a los acad¨¦micos que tengan el mismo detalle con un ser?vidor en el apartado de meior director. A mi hermano le impresiona y satisfa?ce. Por un momento se olvida deljeilag, al cual los Almod¨®var somos muy propensos. A eso y a la obesidad, pero todo el mundo sabe que no somos per?fectos.
Por la noche vamos a casa de los Banderas. Antonio est¨¢ hecho un roble, se machaca diariamente en su gimnasio y no est¨¢ tan delgado como el verano pasado. "Toca, toca", me in?vita a comprobarlo por m¨ª mismo. Le toco el brazo, los m¨²sculos tensos. Roca de acero. Antonio ansia estar en plena forma f¨ªsica para su pr¨®xima pel¨ªcula. "Hace tiempo que no me ofrec¨ªan este tipo de papel", nos comenta (conmigo han venido Pen¨¦lope, Tininy Michel). Antonio se refiere a papeles fuertes con alto con?tenido carnal. "?se es tu origen", le digo en broma. "Recuerda que en ?tame eras un atleta sexual, por no mencionar tu incur?si¨®n en el soncore con Rebecca DeMornay" (No hables con ex?tra?os). Antonio lo recuerda, se r¨ªe y nos habla con entusiasmo deDancing in the dark y de su explosiva compa?era, Angelina Jolie. Yo cre¨ªa que con ese nombre era una actriz porno o un tra?vestido. Todo el mundo en Hollywood habla de ella, especial?mente ella habla demasiado de s¨ª misma. De su afici¨®n a los cu?chillos, a las drogas y a las chicas. Es excepcional que consiga trabajar en esta ciudad y en esta industria, sin duda las m¨¢s pu?ritanas del orbe. La chica tiene talento, extremidades intermi?nables, labios supergordos (por lo visto naturales), brazos tipo palillo. Mirada l¨ªquida y felina, toda ella respira pecado. De su padre, John Voight. haheredadado unos graciosos mofletes.Hablamos espa?ol mientras Melanie nos prepara algo de co?mer. De pronto nos dice, con esa sonrisa tan suya: "Yo estar¨¦ las veinticuatro en el rodaje". Lo dice como en broma, pero tengo la impresi¨®n de que, llegado el caso, no le importar¨ªa.
M¨¢s que el comentario, nos sorprende que nos entienda cuando hablamos en espa?ol a velocidad vertiginosa.
Las visitas a los Banderas suponen siempre un relajo en nuestro programa americano. Antonio posee la casa m¨¢s gran?de de Hollywood. De estilo espa?ol, construida en los a?os vein?te, tiene unas 29 habitaciones distribuidas en dos pisos. Suelo de barro cocido, artesonado de madera en los techos, forja de hie?rro en alguna de las ventanas. Adem¨¢s de las habitaciones tiene tres o cuatro salones grandes, piscina interior y ¨¢rboles en la en?trada tan antiguos como el siglo. La casa es bonita, llena de de?talles; posee una atm¨®sfera deliberadamente sombr¨ªa. En Los ?ngeles y en Nueva York encuentran que la oscuridad es ele?gante. Al menos para los interioristas, es tipo dogma de fe. Por buena vista que uno tenga, nadie puede leer el men¨² en un res?taurante m¨ªnimamente cool. He o¨ªdo que Robert de Niro lleva su propia linterna cuando sale a comer fuera.
Estamos comentando el detalle de Sharon Stone: despu¨¦s de ser nominada por La musa (Albert Brooks), como mejor actriz de comedia, envi¨® de regalo a todos los miembros del ForeignPressun reloj marca Coach. de unos 300 d¨®lares. La totalidad de los miembros se lo devolvi¨®. El incidente aparece expuesto con toda crueldad en toda la prensa americana. Nosotros tambi¨¦n nos hacemos eco. De pronto, Antonio y Melanie salen corriendo despavoridos, dej¨¢ndonos con la palabra en la boca. Vuelven a aparecer enseguida, Melanie trae enrollada en las caderas y en el cuello a la peque?a Stella. "Se ha despertado y ha ido a nues?tra habitaci¨®n, y como no nos ha visto se ha asustado", explica Antonio. La ni?a pasa de los brazos de la madre a los del padre, y viceversa. El pelo, rubio con cantidad de mechas naturales, le cubre la cara. Es preciosa. M¨¢s guapa que la madre. Melanie la arrulla, le promete que nunca la dejar¨¢, papi tampoco. Stella ronronea, m¨¢s tranquila.
Nos despedimos de los tres.
Pen¨¦lope, Michel, Tin¨ªn y yo nos dirigimos en silencio hasta donde tenemos aparcado el coche. A los cuatro se nos queda en la cara expresi¨®n de arrobamiento.
14 de enero
Viajamos a Palm Springs en limusina, los cuatro.
Compromisos: tenemos que asistir a la gran gala del festival. Yo tengo tambi¨¦n que participar en una mesa redonda (un pan- mi, dicen aqu¨ª) acerca del futuro del cine en el nuevo milenio. Variety me va a dar un premio, al cual debo asistir, claro, para recogerlo. Tambi¨¦n hay una proyecci¨®n de la pel¨ªcula. Se supo?ne que entre el p¨²blico habr¨¢ bastantes acad¨¦micos, retirados y residentes en Palm Springs. Tambi¨¦n hay organizada una re?cepci¨®n en mi honor en casa del doctor Kaminsky, organizador en el festival de algunas de sus secciones. Cuando mi generoso anfitri¨®n mencionaba todo esto en el fax que recibimos en Ma?drid. me insist¨ªa en que a la recepci¨®n asistir¨ªan cantidad de vo?tantes activos a la mejor pel¨ªcula extranjera.
El fax a?ad¨ªa: "Todo esto lo hizo el a?o pasado Roberto".
Al igual que miles de penitentes (entre ellos Shirley McLaine) hacen el Camino de Santiago, yo he emprendido sin saberlo el camino de Roberto. Cada paso que doy, cada premio que reci?bo provoca a mi alrededor id¨¦ntico comentario. Igual que Be?nigni el a?o pasado.
Cuando me muestro un poco reticente, el publicista de la Sony esgrime impasible su argumento m¨¢s contundente: "Esto lo hizo Roberto Benigni el a?o pasado y ya ves c¨®mo le fue".
No s¨¦ cu¨¢nto tardar¨ªa mi admirado Roberto en llegar a Palm Springs; a nosotros nos dijeron que el camino se hac¨ªa en dos ho?ras y tardamos cinco. Es viernes y rush hour.
Pero el viaje no se nos hace largo. Pen¨¦lope extrae de su zurr¨®n de piel de Chanel un ejemplar del GQ americano. La re?vista saldr¨¢ en dos d¨ªas, y Pen¨¦lepe viene en portada, una Pen¨¦?lope leonina, demasiado maquillada para mi gusto, pero en cual?quier caso arrebatadora. "Cruz control", reza el gran titular, "Jennifer L¨®pez, watch your back" (Jennifer L¨®pez, mira qui¨¦n viene detr¨¢s). A Pen¨¦lope, siempre discreta, le molesta la refe?rencia innecesaria a Jennifer L¨®pez, pero si yo fuera una actriz latina afincada en Hollywood me preocupar¨ªa mucho la irrup?ci¨®n de Pen¨¦lope. O har¨ªa lo que ya ha hecho la otra latina en liza, Salma Hayek: convertirme en ¨ªntima de Pen¨¦lope y alejar?me lo m¨¢s posible de donde ella est¨¦. Ya que Pen¨¦lope est¨¢ ha?ciendo cine en ingl¨¦s en Hollywood. Salmita ha vuelto a rodar en espa?ol, y en Espa?a.
Se nos hace de noche en el camino. Paramos para desaho?garnos y estirar los miembros.
A la vuelta en el seno de la limo hablamos de temas trascen?dentes mientras comemos pipas de calabaza que Tin¨ªn ha com?prado-en la gasolinera. Parecemos una escena de Todo sobre mi madre, la de la fiesta en casa de Manuela.
Babelia
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