Diario de campa?a (II)
14 de enero
Llegar de noche a un lugar nuevo siempre me sobrecoge. No es justo ni para el lugar ni para m¨ª.
Nos instalan a Pen¨¦lope y a m¨ª en unas suites (no recuerdo el nombre del conjunto) y a Tin¨ªn y Michel en un hotel que est¨¢ al cruzar la calle. Lo primero que les advierten es que son habita?ciones de no fumador (de las otras ya no hay), y les obligan a fir?mar un papel en el que se comprometen a no fumar, si descubren lo contrario ser¨¢n multados con la cantidad de 300 d¨®lares (unas 45.000 pesetas) por la limpieza de la habitaci¨®n.
Alucinamos cuando nos lo dicen. Ya que sale el tema, Pen¨¦?lope nos cuenta que ella tambi¨¦n ha tenido que firmar, en su contrato como actriz, una cl¨¢usula por la que se compromete a no acosar sexualmente a nadie en los lugares del rodaje. En este pa¨ªs hay tal paranoia con los pleitos que el estudio teme que los denuncien subsidiaramente a ellos. Alucinamos again. Gran ingenuidad y atrevimiento los de nuestro pa¨ªs anfi?tri¨®n, como si la gente dejara de delin?quir por haber firmado un contrato.
La suite de Pen¨¦lope y la m¨ªa son enormes, pero sin vida. No hay nada, excepto los muebles. No funciona el room service ni ning¨²n otro servicio. Los pasillos nos recuerdan el hotel de Theshining (El resplandor) y dentro de la habitaci¨®n se refleja el desierto con toda su magnitud. No parece un lugar vivido ni para vivirlo, son como suites pilotos. Mi hermano Agust¨ªn da con la realidad, se trata de un lugar de multi-propietarios. Por eso no hay servicios ni detalles personales en las paredes. Lo que no entiendo es por qu¨¦ nos alojan en ese lugar. Por el bien de la campa?a decido aceptar la situa?ci¨®n, aunque no la entienda.
15 de enero
El Festival de Palm Springs coincide en el tiempo con el de Sundance. Para sobrevivir se ha especializado en cine extranjero, por?que las pel¨ªculas americanas prefieren ser descubiertas en Sundance. De rebote, a nosotros nos viene muy bien. Varias de las 47 pel¨ªculas que optan a ser nominadas como Mejor Pel¨ªcula Ex?tranjera est¨¢n presentes en los diferentes programas del festival.
Palm Springs es una ciudad construida en el desierto, flan?queada por monta?as, llena de palmeras y molinillos de viento. En sus alrededores se rod¨® Bugsy de Barry Levinson, filme que pasar¨¢ a la historia porque puso en contacto, full contad m¨¢s bien, a Warren Beatty y Annette Bening, la pareja m¨¢s s¨®lida de Hollywood despu¨¦s de nuestros Antonio y Melanie.
Tambi¨¦n se ha rodadoThe player, de Altman. Y entre sus ha?bitantes se encuentra la mona Chita. A sus setenta y tantos a?os, el mono vive con un familiar de su antiguo cuidador y se pasa el d¨ªa pintando y viendo la televisi¨®n.
La mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Palm Springs la componen re?tirados de Hollywood. Es un lugar totalmente artificial (todo pa?rece decorado, incluso la naturaleza parece imitarse a s¨ª misma), pero ideal para retirarse. Tiempo seco (es un desierto), pocos cam?bios atmosf¨¦ricos, temperaturas suaves. Sus habitantes viven una vida suspendida, como en formol, comenta mi hermano. Tal vez la ¨²nica relaci¨®n con la realidad y otro tipo de existencias sea este festival, especializado en pel¨ªculas extranjeras. Todos ellos son vo?tantes activos.
Lo explicar¨¦ brevemente, la categor¨ªa de pel¨ªcula extranjera es la ¨²nica categor¨ªa en la que s¨®lo puedes votar si demuestras que has visto las cinco pel¨ªculas nominadas. Resultado de lo cual s¨®lo unos pocos miembros (los m¨¢s viejos y ociosos) tienen el tiempo de ver todas las pel¨ªculas nominadas. Muchos de esos miembros viven en Palm Springs. Por eso estoy aqu¨ª. Por eso vino Roberto el a?o pasado.
?ste es uno de los anzuelos del festi?val, y el encanto personal de sus organi?zadores. Como todo festival no competi?tivo resulta relajado, agradable e ins?tructivo, aunque (recordemos el asunto de las suites-piloto) algunas cosas no fun?cionan, pero esto ocurre hasta en San Sebasti¨¢n.
Por la noche asistimos a la Gran Gala del Festival, hay profusi¨®n de me?dios en la consabida entrada de tapete rojo, pero el acto no se transmite por televisi¨®n, lo cual siempre es mejor. Hay mucho famoso (estaba George Chakiris. Pen¨¦lope y yo lo buscamos con la mirada pero no le encontramos), pero la pareja de la noche son Warren Beatty y Annette Benning, a ella le ha?cen un tributo a lo largo de la gala. La suya es una pareja que emana poder, sobre todo ¨¦l. L¨¢stima que haya decidido apearse de la pol¨ªtica, en cualquier caso hay algo presidencial en la pa?reja. De broma, entre nosotros, a ¨¦l le llamamos el presidente de Hollywood.
Sentados en su mesa, Warren y Annette reciben en audiencia a casi todos los presentes, en grupos de dos o cuatro. Con Pen¨¦lope comento la presencia de Beatty en Esplendor en la hierba (Kazan) y Lilith (de R. Rossen). A los dos nos gusta m¨¢s que James Dean, en todos los aspectos. A m¨ª me lo present¨® Madonna, el d¨ªa despu¨¦s de no ganar un Oscar por Mujeres, hace justo 11 a?os, en el set de Dick Tracy. Por entonces ella compart¨ªaset and bed con Warren.
El anfitri¨®n de nuestra mesa, Dr. Kaminski (encantador y ge?neroso, por eso no quise amargarle la noche con el asunto de nues?tras suites piloto) parece leernos el pensamiento. ?Quer¨¦is cono?cer a Warren y Annette? Seguro que a ellos les encantar¨¢.
Nos levantamos Pen¨¦lope y yo y atravesamos parte del enor?me sal¨®n con cierta aprensi¨®n. La mesa presidencial est¨¢ de bote en bote. Annette est¨¢ con el torso vuelto, como una figura egipcia (incomod¨ªsima, pero como es la homenajeada no se queja). Pare?ce una endemoniada de ¨¦sas que giran la cabeza sobre s¨ª misma, la pobre trata de o¨ªr lo que le dice uno de los visitantes. Warren atiende de pie, junto a la mesa. Nada m¨¢s vernos nos llama y juro que pasan del resto, que son multitud, y se centran en nosotros, con?versaci¨®n a ras de mesa, Warren me saluda efusivo, los dos de pie. Le digo que nos conocimos hace 11 a?os. "En el plato de Dick Tracy", especifica ¨¦l. Me halaga mucho que se acuerde. ?D¨®nde est¨¢is?, me pregunta. En el SunsetMarquis, le respondo. De pron?to, me recita de memoria el tel¨¦fono del Sunset. (Supongo que ha debido tener a m¨¢s de una amante instalada en alguna de sus vi?llas. La gente dice que a Warren nunca le elegir¨ªan presidente de Estados Unidos porque se le conocen demasiados amor¨ªos. Yo creo que eso deber¨ªa constituir una garant¨ªa especialmente cuan?do, como en su caso, goza de enorme reputaci¨®n como amante). De todos modos, me gusta que me recuerde y me sonr¨ªa amplia?mente con sus ojillos ambiciosos. "Os llamaremos para cenar la pr¨®xima semana", me dice.
Cuando me inclino y me pongo en cuclillas para poder hablar con Annette (est¨¢ embaraza de seis meses, por eso sigue sentada) le confieso lo mucho que la admiro. Y no lo hago por cumplir. Vean American beauty y comprobar¨¢n que no exagero. Annette es una actriz ideal tanto para comedia como para drama, y sobre todo cuando ambos g¨¦neros caminan juntos. Le digo que ella es mi tipo de actriz. Annette sabe que no miento y me lo agradece de coraz¨®n.
16 de enero
Me levanto muy tarugo, totalmente embotado, y hoy es el d¨ªa de mayor actividad. En la terraza de mi suite piloto repaso con mi hermano el tema de la mesa redonda e intento hilvanar un dis?curso de agradecimiento para el premio que me concede Va- riety.
No me sale nada, s¨®lo t¨®picos. Mi hermano me da varias ide?as sobre el tema del cine en lo que queda del milenio, pero segui?mos sin encontrar las palabras, sinceras y originales, para agra?decer el premio. Tin¨ªn me entrega una botellita que contiene adem¨¢s de ginseng, alfalfa y equin¨¢cea y me invita a dar un lingotazo. La equin¨¢cea es ahora la panacea.
Yo creo que me espabila.
Cuando estamos en pleno pannel resulta que el tema no es el que nos especificaron por fax en Madrid, sino otro: influencia del cine americano en el cine europeo y viceversa. Me sorprendo, pero no me importa, el nuevo tema es m¨¢s f¨¢cil.
Compartimos mesa cinco directores con pel¨ªcula nominable (Carlos Diegues, Toni Bui, SasaGedeon, SorenKragh-Jacobsen y yo) y dos que ya han sido galardonados, H¨¦ctor Babenco y Milos Forman, con el colmillo retorcido porque su Man of the moon no funciona como a ¨¦l le gustar¨ªa. Modera la mesa un periodista de Variety.
La sala est¨¢ a reventar, y a juzgar por las risas del personal to?dos tenemos intervenciones divertidas.
A las tres de la tarde, Variety me hace entrega del premio Best International FilmakerAward. En la sala han puesto un buf¨¦ li?bre para los asistentes a la ceremonia. No es mala idea, teniendo en cuenta la hora. La comida convierte la entrega del premio en un evento popular. La gente est¨¢ tan hambrienta que concentra su atenci¨®n en conseguir un plato y pasa bastante de la presenta?ci¨®n que H¨¦ctor Babenco hace de mi trabajo en una peque?a ta?rima improvisada como escenario.
Lejos de importarme, este caos me relaja.
Babenco dice cosas muy bonitas sobre mis pel¨ªculas, con acen?to argentino aunque se exiliara en Brasil hace d¨¦cadas. Junto a ¨¦l aparece un artista grueso de aspecto bohemio, Dale Chihuly, con un ojo tapado con un parche a lo pirata. Saca cuidadosamente de una caja el objeto que ha dise?ado como premio. Es muy bonito y de cristal. A su lado aparece un cr¨ªo de dos o tres a?os, su hijo su?pongo. Cuando el ni?o ve que el padre est¨¢ dispuesto a entregar?me el objeto de cristal que ¨¦l pensaba que era suyo, empieza a be?rrear y trata de impedirlo con todo su cuerpecito.
A los asistentes en busca de alimento no les parece raro que el peque?o irrumpa en el escenario en plena ceremonia, bus?cando el trofeo que su pap¨¢ bohemio hab¨ªa hecho para m¨ª, pero que ¨¦l cre¨ªa de su posesi¨®n. Los gritos del ni?o convocan a dos ni?as de tres o cuatro a?os que tambi¨¦n suben a la tarima. Le digo por el micr¨®fono al artista bohemio que me gusta mucho su premio, y aprovecho la presencia de los ni?os en el escena?rio para dedic¨¢rselo a ellos, consigo que se sienten en el borde de la tarima, los tres juntitos. Improviso un discurso dirigido exclusivamente a los tres crios. Les digo que ellos son el futuro del cine, adem¨¢s del futuro de Am¨¦rica. Los ni?os se callan por primera vez y me miran muy serios. Les explico que el premio me lo dan por una pel¨ªcula que ellos no han podido ver porque salen personajes muy fuertes y que yo muestro con todo cora?z¨®n.
Los asistentes, sin dejar de comer, vuelven sus cabezas hacia el escenario y empiezan a prestar un poco de atenci¨®n a la cere?monia (?es que los americanos son incapaces de dar un premio sin cenar o comer durante la entrega?).
No recuerdo qu¨¦ m¨¢s les dije a los ni?os, pero al final el padre de una de las cr¨ªas se me acerca emocionado y me dice que es lo m¨¢s hermoso que nadie le ha dicho a su hija, est¨¢ muy orgulloso y al borde de las l¨¢grimas.
Cuando termino el discurso les entrego el micr¨®fono a los ni?os y les pido que me canten una canci¨®n. Ni cortos ni perezo?sos, comi¨¦ndose el micr¨®fono entre los tres, empiezan a cantar Twinkle, twinkle, littlestar que es como "el patio de mi casa", una canci¨®n de guarder¨ªa.
Me pierdo entre la multitud que no puede estrechar mi mano ni felicitarme porque en ese momento sostienen platos abarrota?dos de comida.
Tin¨ªn y yo estamos de acuerdo, la ceremonia no ha podido aca?bar mejor.
Por la noche tenemos la fiesta en casa de los Kaminski, me gustar¨ªa ser justo con ellos porque fueron maravillosos. Real?mente defend¨ªan (de modo totalmente desinteresado) la nomi?naci¨®n de mi pel¨ªcula como si fueran parte de ella. Fue una no?che para m¨ª confusa, porque tuve que hablar con todos los in?vitados y estaba muy cansado, y desde mi ascensi¨®n a las Torres Gemelas mi o¨ªdo estaba afectado. A los invitados acad¨¦micos se les distingu¨ªa del resto por la edad y porque llevaban la car¨¢tu?la del v¨ªdeo de Todo sobre mi madre y me ped¨ªan que se la fir?mara. Todo rebosaba buena intenci¨®n y ese olor dulz¨®n t¨ªpico de la captura de votos. Aunque nunca se sabe. Nos recogemos pronto, porque hay que hacer las maletas. Al d¨ªa siguiente vol?vemos a Nueva York.
17 de enero
Volvemos a Los ?ngeles en limusina, dejamos tirada a Pen¨¦lope en el Sunset y cogemos un avi¨®n para Nueva York. Se nos pasa el d¨ªa volando.
Cuando nos instalamos en el Trump Tower de Nueva York ya es casi medianoche. Baj¨®n de temperatura, estamos a -20 grados.
El Trump Tower se halla en la plaza de Columbus, frente al Central Park y a pocos metros del edificio Dakota, donde vivi¨® y muri¨® John Lennon. Es un hotel dise?ado para "putos amos del universo", pero reconozco que despu¨¦s de las suites piloto esto es la gloria. Todo es bonito, colosal y pr¨¢ctico. Nada m¨¢s llegar te dan una carpetita y dentro ya tienes impresas tus pro?pias tarjetas con la direcci¨®n, tu n¨²mero de fax y de tel¨¦fono. Una pasada.
Salimos a dar una vuelta, a comprar chucher¨ªas en un deli, como me he olvidado todos mis gorros en Madrid (un art¨ªculo de dif¨ªcil susti?tuci¨®n porque todos me sientan mal. cuando me pongo algo en la cabeza doy inevitablemente agrario) me cubro la cabeza y los o¨ªdos con dos bufandas, y parezco tal que Do?a Rogelia. Pero es que no hay Dios que soporte este fr¨ªo. Y menos si eres mediterr¨¢neo.
18 de enero
Hoy se lleva a cabo la entrega de los Premios National Board of Review. un galard¨®n antiqu¨ªsimo y superpresti- gioso. Como no quiero repetir el mode?lo del New York Critics Circle, ni el de Palm Springs, voy a Barney's-New York, mis grandes almacenes favoritos, y me someto a una sesi¨®n de autocastigo. Barney's est¨¢ al otro lado del par?que, as¨ª que decidimos caminar un poco. En el trayecto nos en?contramos en la puerta de m¨¢s de un edificio gente aterida, que ha bajado seg¨²n estaba (con ropa de interior) a fumar un ciga?rrillo, tiritando. Tin¨ªn comenta, que por una raz¨®n o por otra, aqu¨ª el fumador est¨¢ condenado a morir (o bien por las sustan?cias que como explican en El dilema crean adicci¨®n y por ¨²lti?mo c¨¢ncer, o por la pulmon¨ªa que cogen al tener que salir a la calle a fumar, con semejantes temperaturas, y sin abrigo). En Barney's encuentro un traje negro de Armani. que despu¨¦s de bastantes arreglos podr¨ªa quedarme bien. Son m¨¢s de las doce de la ma?ana y la ceremonia empieza a las seis. Por ser yo quien soy prometen arregl¨¢rmelo en el d¨ªa.
El traje me queda bien, como todo Armani, el ¨²nico problema es que aparento la edad que tengo.
Hago una entrevista con TVE, el periodista es encantador, pero yo me muero de fr¨ªo, tengo la impresi¨®n de que la cara me va a estallar. Estoy lleno de bufandas. Hay un leve rayo de sol. pero las temperaturas no suben de los -20 grados. En ese mo?mento empiezo a incubar un catarro al que voy a serle fiel du?rante varias semanas.
A partir de las seis de la tarde, en pleno coraz¨®n del Central Park. The Tavern on the Green. se celebra la cena de entrega de los premios National Board of Review. La velada seguir¨¢ la mis?ma mec¨¢nica que la de los cr¨ªticos de Nueva York, pero esta no?che hay muchas m¨¢s celebrities. Alguien que admira al premiado hace una glosa de ¨¦l, le entrega el premio y el micr¨®fono para que constate lo emocionado que est¨¢. A m¨ª me presentar¨¢ el maestro Stanley Donen.
A base de patearme festivales, y probablemente gracias a mi simpat¨ªa, descubro que conozco a casi todo el mundo. Antes de instalarme en mi mesa abrazo a John Turturro. Adorable como siempre, comparte mesa con sus compadres SusanSarandon y Tim Robbins. Premiado por Cradlewill rock, a Susan le explico que tengo una espina con ella y que me gustar¨ªa arranc¨¢rmela. Me mira nerviosa. Cuando fue a San Sebasti¨¢n. Susan declar¨® a EL PA?S que me hab¨ªa mandado un gui¨®n y que yo ni siquie?ra me hab¨ªa dignado contestarle. Le juro que ese gui¨®n nunca lleg¨® a mis manos, y que si todav¨ªa le interesa le sugiero que me lo env¨ªe de nuevo. Le confieso mi admiraci¨®n reverencial, vuelvo a darle mi direcci¨®n, le ofrezco una vez m¨¢s mis fan¨¢ticos servicios y la besuqueo en ambas manos. Se queda m¨¢s tranquila. A su marido Tim Rob?bins le sonr¨ªo y le doy un golpecito en la espalda porque acabo de ver a Ant?hony Minghella. Me echo en sus bra?zos, mide exactamente la mitad que Tim Robbins, y est¨¢ m¨¢s gordo que yo. Nos declaramos mutua admiraci¨®n y yo le digo que todos los libros que me gustan se los encargan dirigir a ¨¦l, des?pu¨¦s de Ripley, de Higsmith. har¨¢ El lector, novela por la cual babeo.
Veo de lejos a Sigourney Weaver, sobresale como medio me?tro por encima de la gente. Le doy dos besos a la altura de las caderas y supongo que me dice que se volvi¨® loca con mi pel¨ª?cula porque no la oigo, empieza a haber mucho ruido. De sus brazos me arranca Rub¨¦n Blades. con gran esc¨¢ndalo me grita que le saque de tanta mediocridad (me lo dice en espa?ol, y sue?na a canci¨®n protesta) y que lo lleve a trabajar a Espa?a. Conoc¨ª a Rub¨¦n hace 15 a?os y sigue exactamente igual. Tiene muy buena reputaci¨®n entre el elemento femenino. Tremenda y enorme reputaci¨®n, por lo visto. Por suerte, Ted Demme, en?cantador y rechoncho sobrino de Jonathan, me coge del brazo y me lleva a un extremo de la sala donde se halla su t¨ªo. No veo a Jonathan desde el rodaje dePhiladelfia. Nos conocimos en el 85 en el festival de R¨ªo, fue amor a primera vista, aunque en los ¨²ltimos ocho a?os no nos hayamos visto. Nos besuqueamos mu?cho y de verdad, como viejos cuates. Jonathan le recuerda a Ted que yo le present¨¦ a Antonio durante la proyecci¨®n de La ley del deseo en el MOMA y que Antonio no hablaba una sola palabra de ingl¨¦s. Tambi¨¦n recuerda que se lo entregu¨¦ como si fuera mi hijo y le advert¨ª: "A ver c¨®mo le tratas". Yo no me acordaba de este detalle. Ted comenta que le dije lo mismo con Pen¨¦lope. ?Tan paternal y posesivo soy con mis actores?, me pregunto. In?terrumpe mi reflexi¨®n Julianne Moore y no puedo por menos que com¨¦rmela a ella tambi¨¦n. Est¨¢ nominada y premiada por lo menos por cuatro pel¨ªculas: Magnolia (Paul Thomas Ander- son),Theend of theaffair (Neil Jord¨¢n), A map of theworld(con SigourneyWeaver) y Un marido ideal (con Rupert Everett). Por si no tuviera bastante, adem¨¢s agoniza por trabajar conmi?go. Deseo rec¨ªproco. Desde que la descubr¨ª enVania en la calle 42, de Louis Malle, siento gran admiraci¨®n por esta pelirroja.
Michel corta de golpe mi petardeo social para decirme que Stanley ha llegado.
Stanley Donen posee uno de los rostros m¨¢s simp¨¢ticos que co?nozco, una sonrisa de pillastre con ojillos ad hoc compone su ex?presi¨®n habitual. Hollywood planea rehacer Dos en la carretera y Charada, esta ¨²ltima ya en preproducci¨®n ser¨¢ dirigida por mi cuate Jonathan Demme. Le deseo mucha suerte, 30 a?os despu¨¦s ambas pel¨ªculas parecen reci¨¦n salidas del laboratorio.
El mismo d¨ªa que se estren¨® Mother en Nueva York recib¨ª un fax de Stanley Donen en el que manifestaba la emoci¨®n que le hab¨ªa producido mi pel¨ªcula, todav¨ªa lo conservo, para m¨ª es como un trofeo. Cuando llego a la mesa y me siento junto a ¨¦l le agra?dezco, con toda humildad, que haya aceptado presentar mi pre?mio. Yo se lo ped¨ª a los de Sony
Stanley parece muy animado. Se saca dos folios del bolsillo del esmoquin y me pregunta: "?Quieres leer lo que he escrito sobre ti?". A m¨ª me da mucho apuro, pero naturalmente cojo los folios y los leo (despu¨¦s del acto me los regala y los guardo en mi cha?queta). Soy muy t¨ªmido y todo esto me embaraza un poco: le doy las gracias de nuevo y hablamos de sus remakes. Insisto que es in¨²til tratar de poner al d¨ªa m¨¢s de lo que est¨¢n Dos en la carre?tera o Charada. Stanley se frota los dedos, el ¨ªndice y pulgar con expresi¨®n picara. Money, money.
Cuando empieza la ceremonia, ¨¦l gira su silla y la pone mi?rando al escenario, como un ni?o con ganas de salir.
Hay muchos premios, adem¨¢s de las categor¨ªas habituales: In?ternational Freedom of Expression (Joan Chen. ahora converti?da en directora), Mejor TV Movie, Mejor Pel¨ªcula Independiente,Premio Billy Wilder (para John Frankenheimer). Actor y Actriz Revelaci¨®n, etc¨¦tera.
Vuelvo a coincidir con Hillary Swank, en esta edici¨®n Me?jor Actriz Revelaci¨®n. Su discurso es m¨¢s o menos el mismo, in?cluyendo a su marido Chad Lowe. hermano de RobLowe. La presenta Angelina Jolie. Por fin la veo en persona, aunque no me la presentan. A todo lo que he dicho de ella a?ado cierta chepa, pero no le queda mal. Hace una apolog¨ªa del individuo frente a la sociedad, la sociedad decide lo que uno debe ser en la vida y si el individuo o individua piensa que lo suyo es exac?tamente lo contrario ah¨ª viene el problema, problema que como en el caso de Theena Brandon (el personaje de Hillary Swank en Boys don't cry) acaba con la vida de la persona. Con esta in?troducci¨®n, Angelina est¨¢ defendiendo su propio derecho a po?nerse el mundo, y en especial la sociedad americana, por mon?tera. Tiene todo el derecho. El vestua?rio, a cuya libertad de elecci¨®n le asiste id¨¦ntico derecho, yo lo encuen?tro inadecuado para el sal¨®n caldeado del Tavernonthe Green. Angelina lle?va una especie de sobretodo largo, con capucha.
Premian tambi¨¦n a Russel Crowe por El dilema. El australiano es un gamberro gracioso. Enciende un ciga?rrillo en el escenario. No s¨¦ si era una provocaci¨®n (en sus pel¨ªculas denun?cia a las tabacaleras por introducir en los cigarrillos sustancias altamente adictivas) o simplemente que es t¨ªmi?do. Actorazo de raza, da igual lo que haga cuando recibe el premio. Sidney Pollack presenta a Minghella, elegido mejor director porThetalented Mr. Ripley,Pollack es el productor ejecutivo de la pel¨ªcula, funci¨®n que pone a mis pies si me decido a rodar en ingl¨¦s. Se lo agradezco. Buenavista Social Club de Wim Wenders gana como Mejor Do?cumental, me hab¨ªa olvidado de ella, pero se los est¨¢ llevando todos. Y me alegro, aunque el documental me hubiera gustado rodarlo a m¨ª, por cultura, genes, biograf¨ªa y afinidades me co?rrespond¨ªa m¨¢s a m¨ª que a Wim. Me da mucha envidia, as¨ª que mejor me callo, porque acabar¨¦ encontr¨¢ndole alg¨²n defecto (a la pel¨ªcula, no a los cuatro discos producidos por Ry Cooder que son joya).
Cuando sale Stanley Donen a presentarme se nota que le gus?ta el escenario. Lee con iron¨ªa sus dos folios, en los que habla de los ¨®rganos con los que yo elaboro mis pel¨ªculas: cerebro, coraz¨®n y sexo. Todo ello muy bien articulado, pero a m¨ª me da apuro transcribirlo palabra por palabra.
No tengo v¨¦rtigo ni excusa, nada me impide expresar el agra?decimiento que siento por Stanley (le recuerdo su gran perfor?mance cuando recogi¨® hace dos a?os un Oscar honor¨ªfico. Cant¨® y bail¨® que es lo que hay que hacer cuando a uno le premian) y el amor hacia la mayor¨ªa de los presentes. A ellos les dedico el pre?mio y a mi hermano y productor: "Ser mi productor es un buen negocio, pero ser mi hermano a veces no es tan f¨¢cil". La frase les hace gracia y no s¨¦ por qu¨¦.
En la fiesta que organiza la William Morris despu¨¦s de la ce?remonia estamos s¨®lo unos minutos. Saludo a Wes Bentley (Mejor Actor Revelaci¨®n), es el chico de mirada fija y ceja ¨²nica que tan?to ha llamado la atenci¨®n en American beauty. Mejor Pel¨ªcula esta noche. Me entrevist¨¦ con ¨¦l hace dos meses para uno de los prota?gonistas de Paperboy, en el caso de que la haga, que todav¨ªa sigo con dudas. Sidney Pollack vuelve a ofrec¨¦rseme como interme?diario (productor ejecutivo) protector si me decido. Minghella me lo recomienda personalmente. Pollack me presenta al interesante Kevin Spacey, sin premio esta noche pero con un morbo que te ca?gas. Nos decimos las dos frases protocolarias: "Me encanta tu tra?bajo y me encantar¨ªa trabajar contigo". En mi caso no miento.
Cuando la cosa empieza a animarse tenemos que salir co?rriendo como nuevas cenicientas, porque ma?ana temprano vo?lamos a Los ?ngeles. ?S¨ª! Hay otro premio esperando que lo reco?ja, y como es el de la Asociaci¨®n de los Cr¨ªticos de Los ?ngeles, la ceremonia de entrega se lleva a cabo all¨ª. En el Bel Age Hotel.
19 de enero
Llegamos al Bel Age Hotel por los pelos. Gracias que una housekeeper latina me plancha el traje en diez minutos, de lo contrario me veo con uno de esos mode?los arrugados que dise?a Issei Miyake que s¨®lo le sientan bien a Carmen Alborch o a Alicia Moreno.
En Los ?ngeles estamos a 30 grados m¨¢s que en Nueva York, pero no me im?porta porque tenemos otra vez a Pen¨¦lo?pe con nosotros (a mis bronquios y a mi garganta s¨ª le importan, pero ese es otro cap¨ªtulo, el humano, que aqu¨ª no viene a cuento).
La entrega, como es habitual, se hace a lo largo y ancho de una cena. En nuestra mesa se sientan algunos cr¨ªticos y un t¨ªmi?do Curtis Hanson, egregio director de L. A. Confidential, entre otras. Me lo reservo para el postre.
Como siempre, no tengo ni puta idea de lo que voy a decir, pero no me importa (?en este continuo trasiego han dejado de im?portarme tantas cosas!) ahora mi ¨²nica ambici¨®n es llegar a los sitios. Preveo que voy a estar sobrio y neutro en los agradeci?mientos. por un d¨ªa no creo que pase nada...
En lugar de celebrities, en esta ocasi¨®n son los cr¨ªticos los que presentan y entregan los premios. Todo es similar y, sin embargo, distinto a como ocurri¨® en Nueva York. No intento explicarlo por?que es demasiado sutil...
Desde el principio, la recogida y presentaci¨®n de los premios se muestra muy extrovertida, los premiados montan bastante n¨²?mero; no me extra?ar¨ªa que le hubieran dado al tarro en el c¨®ctel previo a la ceremonia (al cual nunca llegamos porque siempre es?tamos de camino). Todo el tufo que si me descuelgo con un simple gracias, o dedic¨¢ndoselo a los cr¨ªticos, o a la ciudad de Los ?nge?les la gente me va a silbar.
Entre otros, reciben sus premios Cristopher Plummer (igualito que en La familia Trapp), enorme actor, que lucha a brazo par?tido con la peor de las edades. Se le premia por El dilema, de Michael Mann, la pel¨ªcula ha recibido gran apoyo por parte de la cr¨ª?tica (tambi¨¦n le dan el premio como Mejor Pel¨ªcula), pero no aca?ba de arrancar en taquilla. La protagoniza Pacino, pero a ¨¦l es al ¨²nico que no premian. El australiano Russell Crowe se lleva de nuevo el premio al Mejor Actor, siempre por El dilema. Rusell mon?ta un n¨²mero gestual y oral distinto al de la noche anterior, yo s¨®lo entiendo las dos palabras finales:thank you. Es impulsivo y venal, parece que en Australia son todos as¨ª de ingenuos salvajes.
Esta noche, el premio a la Mejor Actriz Secundaria cae en ma?nos de Clo¨¦ Sevigny, maravillosa joven white trash en Boys don't cry. Cuando Cloe deposita su mirada sobre uno, notas toda tu piel chorreando: son sus ojos.
Por fin presentan muestro premio. Sin haberlo decidido me pon?go a improvisar (a veces cuando estoy muy cansado entro en un es?tado de semiinconciencia y delirio que desde fuera se confunde con elocuencia e inspiraci¨®n). No recuerdo exactamente lo que digo por?que estoy como en trance. Recuerdo que yo "no juzgo a mis perso?najes, aunque muchos de ellos parezcan freaks o estrafalarios" (doy ejemplos y el p¨²blico se r¨ªe). El ¨¦xito de Mother es que el especta?dor tampoco los juzga, o ¨¦sa es mi impresi¨®n. Cuando hablo de la celebraci¨®n de las actrices incluyo a Hillary Swank y a Clo¨¦ Se?vigny Ellas me miran asustadas, pero despu¨¦s se relajan cuando les digo queBoys don't cry ser¨ªa inconcebible sin ellas. Llegado este mo?mento charlo directamente con el p¨²blico, en plan cabaret. Esto siempre funciona. Al final repet¨ª lo de mi hermano productor (ser mi productor es un buen negocio, pero ser mi hermano a veces no es f¨¢cil), la gente se r¨ªe exactamente igual que en Nueva York. Y yo sigo sin entender por qu¨¦, aunque como un mal c¨®mico acabo co?locando el chiste. Al final le doy gracias a todo el mundo, incluso a Curt¨ªs Hanson, por haberse sentado en nuestra mesa.
Mi discurso calienta el ambiente, ya de por s¨ª bastante caldea?do. Cuando le dan el premio, Hillary Swank est¨¢ mucho m¨¢s suel?ta, incluso nombra a su compa?era Clo¨¦ Sevigny y me dedica unas palabras, tipo que no abandone Los ?ngeles. Termina de todos mo?dos dedic¨¢ndole el premio a su marido, Chad Lowe, hermano de Rob Lowe.
Cuando vuelvo a mi mesa, Curt¨ªs Hanson ha olvidado su ti?midez y parece que llev¨¢ramos varios meses cenando, quiero de?cir que todo el mundo tiene mucha m¨¢s confianza conmigo. In?tercambio elogios con Curt¨ªs, y a los dos nos sabe a poco.
M¨¢s all¨¢ del morro inherente en mi persona creo que hay algo en el acento de los espa?oles cuando hablamos ingl¨¦s que a los americanos les encanta. Y hay algo (probablemente mucho y f¨ªsi?co) en Pen¨¦lope que vuelve loco a Russell Crowe.
Nos lo encontramos en la terraza, antes de salir del hotel, ro?deado de amigotes y cervezas. Me llama por mi nombre. No tardo ni un segundo en materializarme a su lado, nos damos la mano y nos felicitamos. Su mirada de toro desbocado traspasa mi cuerpo y se detiene ante el de Pen¨¦lope. que est¨¢ de ch¨¢chara con Agust¨ªn y Michel. La llamo para present¨¢rsela.
Pe ha venido muy espa?ola, pelo tirante hacia atr¨¢s, recogido en discreto mo?o. Este peinado pone de relevancia los maravillosos detalles de su rostro, los ojos, la nariz, la bocaza, y una paz interior que no se sabe de d¨®nde la saca. Torea fina y segura al se?or Cro?we, que enviste sin disimulos desde el primer momento. Decido que mejor vuelvo al hotel, Pen¨¦lope dice que se viene conmigo y Michel y Tin¨ªn. Russel promete que pasar¨¢ a vernos, y no miente.
El bar del Sunset Marquis abre por las noches, y se ha con?vertido en uno de los lugares m¨¢scool de la ciudad.
Cuando llegamos al hotel encontramos al se?or Russel, acom?pa?ado de dos personas de las que pasa total cuando nos ve.
Tomamos una cervecita con ¨¦l, por no desairarlo, y le dejamos que vuelva con las dos personas con las que estaba. No hubo en?cuentro entre Espa?a y Australia y yo me alegro. Praga (Thomas) puede dormir tranquilo.
Me olvidaba, la secretaria de Annette Benning nos llama para concretar una cita con ella y Beatty. Quedamos en cenar con ellos el viernes, qu¨¦ bien.
20 de enero
D¨ªa de baj¨®n y tiendas.
S¨®lo me anima ver la publicidad de nuestra pel¨ªcula, p¨¢ginas enteras, y las cifras de Variety. En L.A. vales lo que haya dado tu pel¨ªcula el ¨²ltimo fin de semana yMother se ha embolsado 400.000 d¨®lares. Antes de salir me miro al espejo y pienso que valgo mu?cho menos.
Por la tarde vemos Girl, interrupted. Winona est¨¢ estupenda en su primer papel de adulta. Le encuentro los brazos menos gor?dos que en la bolera, supongo que adelgaz¨® para la pel¨ªcula. El tra?bajo dif¨ªcil es el suyo, pero la que ha conseguido una nominaci¨®n a los Globos de Oro es la otra, Angelina Jolie.
Por la noche volvemos a cenar con los Banderas. Nos acom?pa?a una chispeante y biling¨¹e Stella.
21 de enero
No me siento bien y por si fuera poco dedico el d¨ªa entero a ha?cerme fotos para EL PA?S. Las fotos me agotan como si hubiera recogido dos o tres premios m¨¢s, con sus respectivas cenas. Cuan?do, como es mi caso, uno ha decidido dejar atr¨¢s una prometedo?ra carrera de modelo, no mola volver a ponerte delante de la c¨¢?mara, porque sin darte cuenta ya has perdido ese tipo de vanidad.
Con dolor de mi coraz¨®n anulamos la cena con Warren Beatty y Annette Benning porque el perro que tengo en la garganta no para de ladrar.
22 de enero
Detesto llamar al m¨¦dico cuando estoy en otra ciudad, pero el fr¨ªo que cog¨ª en Nueva York se ha convertido en bronquitis y no hay modo de disimularlo. Y yo quiero estar bien ma?ana, en la cere?monia de los Golden Globe, que justamente esta ma?ana me est¨¢n dando muy mala espina. Me explico: un camarero fan que me ha tra¨ªdo el desayuno me comunica chochi que en la villa al lado est¨¢ la se?ora Deneuve.-?Catherine! exclamo yo, aunque por mi acento parece que di?jera c¨¢tering.
El camarero me entiende y asiente con la cabeza.
-?Y qu¨¦ hace aqu¨ª Catherine Deneuve, qu¨¦ se le ha perdido en Los ?ngeles? le pregunto mosqueado.
-Viene a la ceremonia de los Golden, me responde.
Llamo raudo a los de Sony y exijo informaci¨®n. Ellos ya lo sab¨ªan y tambi¨¦n est¨¢n preocupados. Sony va a distribuir Este-Oeste, la pel¨ªcula de Reg¨ªs Wergnier donde interviene Catherine, pero a¨²n no la han estrenado y en estos momentos est¨¢n apoyan?do claramente la nuestra.
Corren rumores, me dicen, de que los del Foreign Press han solicitado la presencia de Catherine para presentar uno de los premios, lo cual hace sospechar que su pel¨ªcula conseguir¨¢ el galard¨®n a Mejor Pel¨ªcula Extranjera. Requisitos no le faltan, es francesa, o sea, extranjera; est¨¢ entre las cinco candidatas, interviene Cathe?rine que es como decir lo mejor que ha exportado Francia desde el agua Evian. Fue musa de Iv¨¦s Saint Laurent, Polanski, Truffaut, Techin¨¦, Mastroianni y Bu?uel. Y yo s¨®lo soy un director manchego, que usa la talla 54. No pue?do competir con Catherine ?y menos en Am¨¦rica! Creo que me da fiebre y no es el catarro, sino el disgusto, los celos. Por si fuera poco no puedo desearle ning¨²n mal a la bella mam¨¢ de Chiara Mastroianni, hermana de Francois Dorleac y emperatriz del buen gusto franc¨¦s, porque ella es muy buena gen?te. Con el tiempo, Deneuve se ha con?vertido en una gran actriz y adem¨¢s adora Tout sur ma m¨¨re.
?Quoi faire?
La inseguridad me vuelve autodestructivo. No fui a la cena con Annette Bening y su descomunal esposo, pero s¨ª pienso asis?tir (aunque me sienta fatal) a la que organiza Phoenix Pictures, una fiesta preglobo que ya es tradici¨®n.
Hay mucha gente, m¨¢s ejecutivos que estrellas, pero lo que m¨¢s impresiona es la vivienda. Pertenece a uno de los socios de Phoenix Pictures.
La casa, lo correcto ser¨ªa llamarla palacio, o gran villa, es co?pia de una mansi¨®n florentina, ?o florentina?, mandada hacer a prop¨®sito por su primer propietario, el actor silente Harold Lloyd. Su primer deseo fue el de traerse piedra a piedra la villa entera, pero como no fue posible decidi¨® copiarla y ambientarla con al?gunas rosillas como un tiovivo de hace un siglo que decora un ex?tremo de un impecable jard¨ªn franc¨¦s. No tengo palabras para des?cribir la casa, los elementos, su grandeza, el jard¨ªn franc¨¦s, una casita completa, en miniatura para los crios, los cuadros... desde Renoir a Hockney, en fin. Me encantar¨ªa verla de d¨ªa.
Volvemos a coincidir con Kevin Spacey y Chlo¨¨ Sevigny. Tam?bi¨¦n est¨¢n Michael Nyman, Jon Bon Jovi y Michel York que me pregunta si la ciudad me est¨¢ tratando bien. Yo digo que s¨ª, pero en realidad estoy pensando que Michel York se conserva igual que en Cabaret (no as¨ª Liza, la pobre) y no entiendo por qu¨¦ en las se?ries da tan mayor.
A pesar de que la situaci¨®n es rica en futuros temas de con?versaci¨®n y en comida, yo quiero recogerme pronto. El due?o de la casa me pide que espere, dentro de unos minutos vendr¨¢ el pre?sidente, "y as¨ª le conoces". El presidente de qu¨¦ compa?¨ªa, pre?gunto. Me mira como si yo bromeara. El presidente de Estados Unidos, Clinton. Dice.
Me trago de golpe sin masticar el ¨²ltimo bocado y me re¨²no con Michel. Tin¨ªn y Pen¨¨lope, en plan cumbre. Pen¨¨lope y Michel declaran su enorme inter¨¦s por conocer al presidente. Mi herma?no y yo (esa Mancha realista y poco impresionable) decimos que nos da igual. A m¨ª me gustar¨ªa irme ya. Pero el due?o personal?mente me ha pedido que espere y no puedo hacerle ese feo.
La situaci¨®n deviene una mezcla de El ¨¢ngel exterminador y Bienvenido Mr. Marshall.Todo el mundo sabe qui¨¦n va a venir, pero est¨¢ tardando m¨¢s de lo previsto. Comentamos con alguien si son ciertos los rumores de que el Presi?dente va a instalarse en California cuando expire su mandato. Se dice que planea sustituir a Jack Valenti, en la presidencia de la MPAA. La idea no es mala, no explico por qu¨¦. Los rumores apuntan tambi¨¦n a que Hillarv (no me atrever¨¦ a comentar aqu¨ª el volumen de Brazo, Pierna y Tobillo), adem¨¢s de pro?ponerse la alcald¨ªa de Nueva York, espe?ra que su marido deje la presidencia para: a) darle una patada en el culo, y b) escribir esebestsellerque todos estamos esperando. Alguien nos corrige, "ella" ya ha declarado p¨²blicamente en una entrevista exhaustiva que no abando?nar¨¢ a su marido ?nunca! (esta promesa de fidelidad eterna suena como la mayor de las venganzas).
Por fin, gran revuelo de hombretones, murmullos, amontona?miento de invitados, y all¨ª est¨¢ ?l. Es alto y sonrosado, no puedo de?cir m¨¢s. No s¨¦ si est¨¢ avergonzado de s¨ª mismo, o que el rosa es el co?lor natural de su piel. El anfitri¨®n me busca con los ojos, acudo de la mano de Pen¨¨lope. Me presentan, no creo que se entere de mi nom?bre. le digo: me llamo Pedro Almod¨®var y hago pel¨ªculas de hora y media. Le presento a Pen¨¨lope. Se dan la mano. Ella no dice nada.
En estos escasos segundos se resume toda nuestra experien?cia con el Presidente, que se adentra en la casa envuelto en un re?molino humano.
Una vez en nuestra limusina-¨²tero, de vuelta al hotel, refle?xiono: ?por qu¨¦ la presencia de los presidentes te deja un sabor acre, de clara insatisfacci¨®n, en la boca?
Mi hermano insiste: igual que en Bienvenido Mr. Marshall.
23 de enero
Llama el m¨¦dico interes¨¢ndose por mi salud. Le respondo que no s¨¦ c¨®mo me encuentro, s¨®lo s¨¦ que es el d¨ªa G.G. y yo no pienso faltar a la cita.
La televisi¨®n es m¨¢s r¨¢pida que la redacci¨®n de este diario. To?dos ustedes saben qu¨¦ pel¨ªcula gan¨® el Golden Globe como Mejor Pel¨ªcula Extranjera. Pero el d¨ªa 23. domingo, a las tres de la tarde, hora absurda para vestirse de noche, ninguno de nosotros lo sabe.
Hago triunfal pase¨ªllo por la alfombra roja enlazado a la Bella Pe, mientras a nuestra izquierda fot¨®grafos y reporteros se des?ga?ifan para que posemos, y a la derecha, grupos de fans senta?dos en gradas montadas a prop¨®sito, tambi¨¦n gritan, pero sin des?ga?ifarse, al menos con Pe y conmigo.
Es un circo. El griter¨ªo me distiende y le quita seriedad al asunto que vendr¨¢ despu¨¦s.
La organizaci¨®n tiene la diab¨®lica idea de sentarnos en la misma mesa con el equipo franc¨¦s, que dicho sea de paso. chapeau! En todo momento nos dan una lecci¨®n de saber estar. En cuanto al impacto visual, nuestra Pen¨¨lope domina la gala. Las famosas lucen estupendos escotes de tirilla sobre p¨¢lidos hom?bros con piel de carne de gallina, a excepci¨®n de Halle Berry (la guapa de Bullworth, la pel¨ªcula de Beatty, nominada y ganadora por Introducing Dorothy Dandridge) y Angela Basset, que son morenas de natural. Nuestra Pen¨¨lope luci¨® cual princesa den?tro de un traje blanco de Ralph Lauren, con su pelazo desparra?mado, etc¨¦tera.
Estaba todo el mundo, y guapas-guapas (sin contar a Pen¨¦?lope. Halle Barry y el rostro de Winona) s¨®lo tres: Julia Roberts. ?Careto! Parec¨ªa que los rasgos se le iban a salir de la cara, de pura magnitud. La boca realmente no le cabe en el rostro. Cameron D¨ªaz es como un gato precioso. De com¨¦rsela, que es lo que literalmente hac¨ªa su nuevo novio, un joven actor que sale en la pel¨ªcula de Winona Ryder y hac¨ªa todo lo posible para que la gente se fijara en ¨¦l. Dos mesas detr¨¢s estaba Michelle Pfeiffer, con gafas de leer. Una belleza. Me la encontr¨¦ al salir del la?vabo. Antes de entrar vi salir del mismo lavabo a Liz Hurley y HughGrant con toda la pinta de haber mantenido un inter?cambio f¨ªsico o qu¨ªmico. Al salir. Michelle iba un metro delan?te m¨ªa. La mir¨¦ por detr¨¢s, caminaba de un modo especial... Vean El precio del poder, de De Palma. Caminaba exactamente igual que en esa pel¨ªcula. Cara guapa de verdad, la Pfeiffer. Tal vez demasiado seria, pero guapa.
?Premios? Muchos, m¨¢s que en ninguna otra ceremonia... hab¨ªa al menos 40 categor¨ªas. Yo s¨®lo recuerdo uno, mejor di?cho, recuerdo la cara de la figuraci¨®n cuando me vio subir al es?trado y escuch¨® el consiguiente discurso, tronch¨¢ndose o no dando cr¨¦dito. Parte de la figuraci¨®n, al menos los m¨¢s cerca?nos al escenario, eran: Robert De Niro, W. Beatty Annette Benning, Courtney Love. Meryl Streep, Jim Carrey, Harrison Ford, Liz Hurley, Hugh Grant. Jodie Foster. Sigournev Weaver. Alee Baldwin, Sarah Jessica Parker. Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Michael J. Fox. Ben Affleck. Tom Cruise. la hermana de Nicole Kidman. Billy Cristal, Julianne Moore. Matt Damon. Wi?nona Ryder, Antonio Banderas, Melanie Griffith, Sidney Po- llack, Sam Mendes, Minghella, Jack Lemmon, Shirley McLaine, Spielberg... y todo el reparto de la serieThe Sopranos, la serie televisiva de la d¨¦cada, con James Gandolfini al frente.
No lo esperaba, cuando dijeron "Spain Allabout my mother" me dio tal que perd¨ª el control, y convert¨ª (o lo intent¨¦) mi fal?ta de control en espect¨¢culo. Improvis¨¦ a cien por hora, no hab¨ªa quien me arrancara del escenario. Los delprompter tuvieron el de?talle de ponerme "adi¨®s" en espa?ol, pero les dije que era un irres?ponsable y que no hablaba espa?ol. Y "todo Hollywood" se part¨ªa de risa, lo juro, hay un v¨ªdeo por ah¨ª que lo demuestra (yo no lo quiero ver porque me da verg¨¹enza). Todas aquellas celebridades re¨ªan, aplaud¨ªan, y se daban codazos, yo los ve¨ªa desde arriba.
Era como una gran borrachera.
Acudimos a la fiesta de Sony-Columbia. estuvieron cientos y con cientos depart¨ª, adem¨¢s de hacer unas diez entrevistas por tel¨¦fono con medios espa?oles, y otras tantas para televisiones de pa¨ªses variados. Vimos a Russell Crowe cogido de la mano de Jo?die Foster. Nos saludamos, pero como si no nos reconociera.
Despu¨¦s nos trasladamos a la fiesta de la CAA. A los que no pude ver en la de Sony, me los encuentro en esta fiesta, excepto a Meryl Streep que me estuvo esperando para congratularme, pero se fue antes de que llegara. Robert de Niro me present¨® a su hija, morenita, y dos palmos m¨¢s alta que ¨¦l. Es fan¨¢tica m¨ªa y supersimp¨¢tica.
Conoc¨ª a De Niro en Carmes, hace tres a?os. El ministro de Cul?tura nos condecor¨® con la medalla de la Legi¨®n de Honor, m¨¢ximo reconocimiento en Francia. Le pregunto a De Niro por su feo asun?to con la prensa y la polic¨ªa francesa (sali¨® su nombre encabezan?do una red de prostituci¨®n, o algo as¨ª... y la polic¨ªa se present¨® en su hotel con todo el aparato, como si fuera a capturar a King Kong). Le pregunto si en efecto les tir¨® la condecoraci¨®n a las narices como hab¨ªa le¨ªdo en los peri¨®dicos. Robert me reconoce que estuvo a pun?to de hacerlo, pero que al final no fue necesario y se qued¨® con ella.
En la fiesta me felicita por mi intervenci¨®n hasta el mism¨ªsi?mo y legendario Hurricane, el boxeador al que Bob Dylan le de?dic¨® una canci¨®n a?os ha. y por cuya interpretaci¨®n en la pel¨ªcu?la del mismo t¨ªtulo el antip¨¢tico Denzel Washington acaba de ga?nar el Globo al mejor actor. "I loved your speech" (me encant¨® tu discurso) es la frase que todos repiten, incluido el boxeador su?perviviente.
Habl¨¦. Bes¨¦, estrech¨¦ manos, mejillas y torsos hasta que me qued¨¦ mudo.
En ese momento abandonamos la fiesta.
24 de enero
Hacemos las ¨²ltimas compras y tratamos de meterlas en las maletas
25 de enero
En mi estado no deber¨ªa viajar, pero viajamos. V¨ªa Miami. Pen¨¦?lope se queda en L.A.
Cuando todo el mundo duerme en el avi¨®n (aunque me he to?mado un somn¨ªfero, yo no lo consigo) siento c¨®mo cada uno de los miles de kil¨®metros que hemos hecho laten en mis cejas, me tala?dran los o¨ªdos, y tocan el tambor en mi pecho.
Ya estoy de vuelta en casa, siento el vac¨ªo y la flojera de cuan?do llegas al final de algo.
La campa?a termin¨®, al menos hasta que marzo ataque, si ataca.
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