Un Moli¨¨re de mucha enjundia

Se dir¨ªa que Moli¨¨re se propuso, a lo largo de su prol¨ªfica y memorable colecci¨®n de obras, retratar uno a uno ciertos atributos de la conducta de su ¨¦poca: El mis¨¢ntropo, El enfermo imaginario, El Tartufo, El m¨¦dico a palos..., como si cada una de sus obras fuera una disecci¨®n de prop¨®sitos de los tipos principales que las nutren siguiendo un listado que el autor ten¨ªa a la vista tanto como observador privilegiado como en su pluma y, lo que viene a ser peor, en un cat¨¢logo de intenciones entre la s¨¢tira y la farsa en el que no dejar¨ªa t¨ªtere con cabeza. No es Shakespeare, que resume casi todo en cualquiera de sus obras, pero es ¨²nico a la hora de ofrecer un panorama de retratos m¨¢s o menos individuales.

Este montaje de Jorge Lavelli viene a ser como un homenaje a todo Moli¨¨re, incluyendo las maneras actualizadas de la Comedia del Arte, en un trabajo muy bien trabado, con una minuciosidad a la que ayuda y no poco un dispositivo esc¨¦nico que retrata a su manera el esp¨ªritu de El avaro sin renunciar por ello a alusiones colaterales a la enorme obra de Moli¨¨re. Humor, farsa y diversi¨®n se conjuntan para ofrecer un Moli¨¨re que por debajo subraya todo el tiempo que es precisamente nuestro contempor¨¢neo. Esa impresi¨®n se sostiene incluso en la interpretaci¨®n, donde Juan Luis Galiardo ofrece un Harpag¨®n que parece irresuelto a la hora de alardear de todas sus maldades posibles, pero es porque Lavelli, en su sutil direcci¨®n, trata de no exagerar atributos sino de mostrarlos con una cierta amabilidad, fiado sin duda a la inteligencia del espectador.