Una vez m¨¢s... el a?o de los Doors
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de la muerte de Jim Morrison, se relanza 'L. A. Woman' con temas in¨¦ditos y una pl¨¦tora de productos paralelos
"Es el A?o de los Doors", proclama orgulloso su m¨¢nager, Jeff Jampol. ?M¨¢nager? S¨ª, los Doors todav¨ªa funcionan como potente m¨¢quina de hacer dinero y cuentan con un representante. El 3 de julio de 2012 se cumplir¨¢n los 41 a?os de la nebulosa muerte de Jim Morrison en Par¨ªs. Un mes antes, se editaba L. A. Woman, que ser¨ªa el ¨²ltimo elep¨¦ de The Doors como cuarteto; los supervivientes aguantaron dos discos m¨¢s en formato de tr¨ªo. El relanzamiento de L. A. woman es la punta de lanza de la campa?a de Jampol. El 24 de enero, Rhino publica una edici¨®n ampliada, que incluye un nuevo CD con tomas alternativas m¨¢s un tema desconocido, She smells so nice, y una recreaci¨®n del cl¨¢sico Rock me. En esa misma fecha, Eagle Rock lanza un documental, Mr. Mojo risin': the story of L. A. woman, donde desfilan los sospechosos habituales.
Tres semanas despu¨¦s, las alternativas y los in¨¦ditos se juntan en un vinilo doble, The Workshop sessions. Ese t¨ªtulo hace referencia a The Workshop, el angosto local de ensayo donde el cuarteto grab¨® L. A. Woman entre diciembre de 1970 y enero de 1971. En realidad, los Doors s¨ª necesitan un m¨¢nager, aunque solo sea para poner algo de paz en el grupo. John Densmore, el baterista original, se opone radicalmente a que sus compa?eros utilicen el nombre sagrado; tambi¨¦n hace valer su veto para rechazar ofertas tan extraordinarias como 15 millones de d¨®lares (11,6 millones de euros) por el uso del tema Break on through en un anuncio de Cadillac.
El grupo conserva un m¨¢nager para poner algo de paz entre ellos
En el bando contrario est¨¢n el organista Ray Manzarek, el guitarrista Robby Krieger y los herederos de Morrison, horrorizados al ver pasar por delante de sus narices cheques con muchos ceros, ofrecidos por Apple y otras empresas ansiosas de rentabilizar publicitariamente Light my fire. Se trata de una de esas contiendas fraternales que han llegado hasta los tribunales -con victoria para Densmore- y que tienen dif¨ªcil soluci¨®n. Muy de vez en cuando, los tres m¨²sicos se juntan: el pasado a?o aceptaron el reto de colaborar con Sonny Moore, productor de dubstep conocido como Skrillex, y surgi¨® una pieza titulada Breakin' a sweat, que evidenciaba sus or¨ªgenes como combo de jazz ligero, con querencia por la bossa nova. Naturalmente, fue Jim Morrison quien les sumergi¨® en las aguas turbias del Misisipi: el blues proporcion¨® un vocabulario po¨¦tico y una lingua franca musical a la generaci¨®n de los sesenta, para la que los Doors ejercieron de profetas y provocadores, sobrepasando frecuentemente la frontera de lo pretencioso.
Sus dos ¨²ltimos discos les muestran atrincherados, concentrados en sus recursos esenciales: una ce?uda banda de Los ?ngeles encarando los demonios que andaban sueltos por el para¨ªso californiano. Coppola y otros cineastas de Hollywood recurrieron a los primeros Doors para retratar el impulso dionisiaco de la D¨¦cada Prodigiosa, en choque frontal con la mort¨ªfera realidad de Vietnam. Pero sus canciones tard¨ªas reflejaban igualmente su tiempo: la fiesta perpetua del jipismo interrumpida por las matanzas de Charles Manson, el taciturno reconocimiento de que "el hermano de pelos largos" puede ser un enemigo. Eso sugiere Riders on the storm, el tema que cierra L. A. woman. Unos ruidos de tormenta nos introducen en la pesadilla: hay un asesino suelto y puede ser el mismo narrador, como se explicita en la versi¨®n hablada que apareci¨® en el disco p¨®stumo An american prayer, donde Morrison parece perdido en su novela noir particular.
Greil Marcus explora en un libro las ambig¨¹edades de Jim Morrison
En 1991, la pel¨ªcula de Oliver Stone mitific¨® a Jim Morrison, pero la m¨²sica de los Doors sigue siendo campo abierto para la batalla cultural. All¨ª irrumpe ahora Greil Marcus, el ambicioso cr¨ªtico musical estadounidense, con su nuevo libro, The Doors: a lifetime of listening to five mean years. Abundan las biograf¨ªas sobre Morrison, generalmente sensacionalistas; Marcus prefiere explorar las ambig¨¹edades del personaje. Hijo de un almirante, rechaz¨® todo lo que su padre encarnaba. Era un an¨®nimo estudiante de cine al que el rock transform¨® en divinidad generacional. Vivi¨® la fantas¨ªa de estrella omnipotente, aunque algo le empujaba a pelearse con su p¨²blico, a convertirse en parodia de la estrella de rock ebria e insolente. Siguiendo la pista de la Generaci¨®n Perdida, huyo hacia Par¨ªs, pretendiendo quiz¨¢s reinventarse como artista bohemio. Pero llevaba la guerra en su coraz¨®n.
Babelia
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