Sexo con prostitutas en blanco y negro
Chester Brown retrata en la novela gr¨¢fica 'Pagando por ello. Memorias en c¨®mic de un putero' su elecci¨®n de abandonar la b¨²squeda del amor rom¨¢ntico en pos de las relaciones de pago
Chester Brown es consciente de que juega con el fuego. Pero no le importa. ?l, repite varias veces, habla por s¨ª mismo. No pretende que la humanidad comparta su teor¨ªa, aunque s¨ª cree que hay otros que act¨²an como ¨¦l y no se atreven a decirlo. Lo que este conocido dibujante canadiense (1960) hace, y que ha retratado en la novela gr¨¢fica (y autobiogr¨¢fica) Pagando por ello. Memorias en c¨®mic de un putero (La c¨²pula), es abandonar la b¨²squeda, para ¨¦l frustrante, de una relaci¨®n sentimental, del amor rom¨¢ntico, en pos del sexo con las prostitutas. "?Para qu¨¦ esforzarse tanto si se sufre m¨¢s de lo que se goza y tarde o temprano termina?", se resume, grosso modo, su concepci¨®n. Y m¨¢s a¨²n cuando eres un "p¨¦simo seductor", como Brown se define.
Todo empez¨® cuando, con 39 a?os, el dibujante se puso en una cola para pagar 50 euros y sacarse una foto con una actriz que le gustaba. De repente se dio cuenta de que por el mismo precio podr¨ªa garantizarse una noche de sexo. "Me sent¨ª avergonzado. Hac¨ªa dos a?os de mi ¨²ltima relaci¨®n sexual y vi lo desesperado que estaba por incluso solo rozar a una mujer", recuerda Brown.
Era marzo de 1999 y Carla fue la vanguardia de un ej¨¦rcito del sexo que invadi¨® la vida del dibujante. Wendy, Susan, Anne, Mira... son algunas de las protagonistas de 227 p¨¢ginas en blanco y negro por las que se arrastra el autorretrato sin expresi¨®n de Brown. "No quer¨ªa dramatizar la representaci¨®n gr¨¢fica", cuenta el autor. En efecto, ambos (el Brown personaje y el dibujante) van al grano: una llamada por tel¨¦fono, una breve charla y, al cabo de unas vi?etas, dos cuerpos se superponen en busca del orgasmo en el que se basa su transacci¨®n econ¨®mica.
Agradable
"Tener sexo con tantas mujeres y conocerlas ha sido muy agradable", relata Brown. "Todo es m¨¢s f¨¢cil, hay menos tensiones", a?ade. Al azaroso juego de la seducci¨®n el canadiense prefiere un tablero lineal cuya casilla final es inevitablemente la cama. Tanto que, acusado por un amigo de no tener dignidad, le da la vuelta a la cuesti¨®n: "Un tipo que tenga respeto por s¨ª mismo no necesita una relaci¨®n de amor rom¨¢ntico. Muchas veces la buscamos solo para nuestro ego".
Con dinero de por medio, una relaci¨®n es m¨¢s estable Chester Brown
Precisamente a las charlas con sus amigos f¨ªa Brown las objeciones que muchos le plantear¨ªan y que llevan a debatir sobre la correcci¨®n ¨¦tica de la prostituci¨®n. Acorralado entre las preguntas de sus conocidos y una vi?eta en la que admite la sensaci¨®n de vac¨ªo tras uno de los coitos, el dibujante rompe el asedio con su mantra: "No decido por todos, solo digo que para m¨ª vale la pena. Si est¨¢s con la persona acertada no te sientes vac¨ªo, incluso si pagas. As¨ª que si est¨¢s con la prostituta acertada, tampoco te sientes vac¨ªo".
Escalando la monta?a de cr¨ªticas, Brown trepa hasta la fuente, la definici¨®n misma de prostituta. Para la RAE es "alguien que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero". El vocabulario de Brown sin embargo a?ade un matiz: "Si esa chica se acuesta con un solo hombre, aunque con previo pago, no difiere mucho de la relaci¨®n entre mis padres: estaban casados pero mi madre no trabajaba y ¨¦l la manten¨ªa".
La definici¨®n se adapta perfectamente a sus vivencias con Denise, el ¨²ltimo encuentro, por ahora definitivo, de su recorrido. Desde hace a?os Brown mantiene una peculiar relaci¨®n mon¨®gama (por parte de ambos) con ella, aunque de pago. ?l la ama, ella no. Pero ¨¦l parece satisfecho. Es m¨¢s, "si dejara de pedirme dinero igual me preocupar¨ªa. Empezar¨ªa a parecerse a un v¨ªnculo sentimental y me temer¨ªa que termine. Con dinero de por medio, una relaci¨®n es m¨¢s estable". Tambi¨¦n el dinero es lo que garantiza que Denise se acueste con ¨¦l. Aunque Brown no reduce todo a los alrededores de la cama: "Si dejara de pagarla seguramente seguir¨ªamos quedando y hablando".
Tres novelas gr¨¢ficas
Buceador experto, o cuanto menos veterano, del mar de la prostituci¨®n Brown lleva ya tres novelas gr¨¢ficas navegando por su relaci¨®n con las mujeres. En El Playboy narraba su afici¨®n juvenil por esa revista, mientras que en Nunca me has gustado contaba su incapacidad de enfrentarse al sexo opuesto. Pagando por ello investiga tambi¨¦n, en unos largos ap¨¦ndices, todo tipo de detalle ¨¦tico y jur¨ªdico sobre el sexo por dinero. Para Brown, la panacea se llama despenalizaci¨®n. "No hace falta ninguna ley, como con cualquier otro tipo de relaci¨®n sexual. La polic¨ªa deber¨ªa intervenir, eso s¨ª, en los casos de violencia", asegura.
Para Brown, "si est¨¢s con la prostituta acertada, no te sientes vac¨ªo"
El castillo de argumentaciones de Brown se edifica sin embargo sobre un fundamento algo tambaleante. El autor da por hecho que casi todas las prostitutas lo son por elecci¨®n, ya que, al menos seg¨²n ¨¦l, as¨ª van las cosas en Canad¨¢. Preguntado por los proxenetas y la posibilidad de acabar acost¨¢ndose con una chica explotada, Brown contesta: "Si lo llegara a saber antes, no tendr¨ªa sexo con ella. De todos modos hay gente esclavizada para tejer vestidos que acaban en nuestras tiendas y que nos llevamos. ?Acaso el comprador tiene responsabilidades?".
Tras media hora de charla, la sensaci¨®n es la misma que defiende el ilustrador Robert Crumb en el pr¨®logo de Pagando por ello: Chester Brown debe de ser de otro planeta. ?l se r¨ªe: "Soy totalmente humano. Deber¨ªa haber m¨¢s gente como yo".
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.