Internet, territorio con ley
Las leyes contra el crimen organizado de los a?os sesenta ayudar¨¢n a simplificar procedimientos y fases probatorias en el caso de Megaupload
En el dosier de m¨¢s de setenta p¨¢ginas elaborado por las autoridades de Estados Unidos contra Megaupload hay un gusto especial por llamar a la compa?¨ªa Mega Conspiraci¨®n. No es una filigrana ret¨®rica. Muestra el plan que hay detr¨¢s de la denuncia. No van contra un pirata digital. Van contra una organizaci¨®n mafiosa. Eso permitir¨¢ a la fiscal¨ªa acudir a las leyes contra el crimen organizado de los a?os sesenta que simplifican procedimientos y fases probatorias. Hay acusaciones de violaci¨®n de derechos de autor, pero tambi¨¦n de blanqueo de dinero. En el documento abundan los datos sobre un grupo instalado en el lujo. Con fines confiscatorios se enumeran los bienes de los encausados, un capital lujurioso. Tan solo en el cap¨ªtulo de coches aparecen m¨¢s de un docena de Mercedes, un Rolls-Royce y un Maserati. Seguramente el FBI los ha escogido porque eran los m¨¢s grandes de este tipo de portales. No eran unos cualquiera. Provocaban el 4% del tr¨¢fico mundial de Internet. Una barbaridad. Su gran punto d¨¦bil: una arquitectura t¨¦cnica centralizada que, como Napster, puede caer entera con solo un zarpazo. Y as¨ª ha ocurrido.
Megaupload se presentaba como un servicio de almacenamiento de archivos propios de los internautas. Era su decorado. Es cierto que una cantidad de internautas lo empleaba para el dep¨®sito virtual de sus documentos personales. Son las aut¨¦nticas v¨ªctimas de la redada y cuya preocupaci¨®n principal es ahora recuperar lo suyo. Ellos y la nube de Internet, el albergue virtual. Las compa?¨ªas honestas que lo ofrecen deber¨¢n combatir la desconfianza que instala clausuras como las de Megaupload.
Sin embargo, Megaupload buscaba otra clientela. Al sitio le interesaba que se subiera material con gancho, que atrajera a otros. Los ¨²ltimos estrenos, las series de m¨¢s ¨¦xito... Llegaron a gastar m¨¢s de ocho millones de euros para recompensar a quienes hab¨ªan subido los contenidos m¨¢s descargados, m¨¢s populares. Con este material se trataba, primero, de atraer a otros a las descargas gratis con anuncios y luego proponerles un servicio de acceso m¨¢s veloz... si pagaba. Megaupload buscaba suscripciones y publicidad regalando contenidos ajenos sin permiso. Cuando se presentaba una queja alegaba que ignoraba lo que sub¨ªan los internautas a su plataforma. El sitio carec¨ªa de buscador externo, lo que habr¨ªa hecho demasiado visible su bot¨ªn. Pero la gente de la empresa ten¨ªa uno interno y pod¨ªan conocer perfectamente qu¨¦ hab¨ªa en la enorme panza de Megaupload que, solo en EE UU, estaba sostenida por mil servidores. Lo demuestran correos internos donde hay quejas por el mal sonido de una copia de Dexter. Con los grandes de la industria del cine guardaban algo mejor las apariencias. El patr¨®n del sitio acept¨® en un correo corporativo de septiembre de 2009 que su gente subiera la cuota de destrucci¨®n de archivos reclamados desde Warner de 2.500 a cinco mil diarios, pero, advert¨ªa, no m¨¢s. Adem¨¢s, cancelaban el enlace al contenido denunciado sin destruir la copia. Volver¨ªa a servir.
Pero si Megaupload no publicitaba qu¨¦ contenidos ten¨ªa ¡ªalgo l¨®gico si te dedicas al hospedaje de archivos privados de terceros¡ª ni sus enlaces, propiedad de quien hab¨ªa subido el archivo, ?como llegaban tantos millones internautas a ellos? Quienes colgaban material protegido y buscaban la recompensa de Megaupload deb¨ªan espabilarse para difundir sus enlaces. Hay terceros sitios que los ordenaban y presentaban. Unos ten¨ªan los enlaces y otro, el contenido. Si la polic¨ªa demuestra que alguno de estos escaparates estaba en connivencia con Megaupload para repartirse las tareas... podr¨ªan tener serios problemas, incluso en Espa?a donde la jurisprudencia mayoritaria es que la simple presentaci¨®n de un enlace, sin albergar contenido, no es perseguible penalmente.
Esta redada internacional se produce la misma semana que ha cerrado, acosado en Francia, un portal similar, Allostreaming.fr. La misma semana de la protesta en Internet contra las leyes antipirater¨ªa que preparaba el Congreso y, despu¨¦s de todo ello, de la congelaci¨®n de ambas leyes. La industria de los contenidos debe abandonar su empe?o en patrocinar dudosas leyes para protegerse, pero tambi¨¦n est¨¢ claro que Internet no es un territorio sin ley.
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