Este museo solo existir¨¢ durante un d¨ªa
El artista Francesco Vezzoli inaugura hoy en Par¨ªs ¡°un museo Cenicienta¡±, una ilusi¨®n fugaz que vivir¨¢ 24 horas
Un museo nacer¨¢ en Par¨ªs hoy, d¨ªa 24 enero, a las ocho de la tarde para morir 24 horas despu¨¦s. Como Cenicienta, vive una ilusi¨®n que tiene una fecha de caducidad finita y sabe exactamente a qu¨¦ hora terminar¨¢. Se trata de un proyecto firmado por el artista Francesco Vezzoli (Brescia, 1971) y promovido por la marca de moda Prada. El Palais d¡¯I¨¦na, edificio hist¨®rico que ejerce de sede de las actividades de Prada en Par¨ªs, se transformar¨¢ en las manos de AMO, divisi¨®n de investigaci¨®n del estudio del arquitecto Rem Koolhaas.
El evento se inaugurar¨¢ con una cena privada y una fiesta. A las siete de la ma?ana siguiente, las puertas se abrir¨¢n para cualquiera que desee visitarlo y, por la tarde, se reservar¨¢ espacio para visitas escolares. Una retransmisi¨®n a trav¨¦s de Internet lo convertir¨¢ al mismo tiempo en un museo virtual. Eso s¨ª, cuando se cumplan las 24 horas desde que el primer visitante accediera al espacio, el museo fugaz cerrar¨¢ para siempre y se terminar¨¢ su sue?o de Cenicienta.
La fijaci¨®n por lo ef¨ªmero de Vezzoli, artista de v¨ªdeo y conceptual, le convierte en el candidato ideal para este proyecto. Su estrecha amistad y vinculaci¨®n con Miuccia Prada y su fundaci¨®n desde hace una d¨¦cada, tambi¨¦n. El italiano define esta acci¨®n como ¡°una performance en la que el p¨²blico y su reacci¨®n son los actores¡±, pero a¨²n as¨ª ha creado algunas obras tangibles que articular¨¢n la muestra. Por ejemplo, esculturas con cuerpo de estatua cl¨¢sica (recreadas con una caja de luz) y cabeza de estrella de Hollywood sobre la que se recortan los ojos de la madre de Vezzoli. Ella protagonizar¨¢ tambi¨¦n la pieza central, que reproduce su figura y sustituye su rostro por un reloj. Un contador que muestra el tiempo que le queda al museo para esfumarse. ¡°Como implica la construcci¨®n de aut¨¦nticas obras, me gusta pensar que se trata de un juego con joyas aut¨¦nticas¡±, defiende.
El italiano afirma que trabaja con personajes famosos por su valor como ¨ªdolos contempor¨¢neos
La charla en un hotel de Par¨ªs se detiene cuando Miuccia Prada llama por tel¨¦fono. Quiere contarle a Vezzoli que las esculturas han quedado bien. ?l no las ha visto. ¡°Si son horribles no importa¡±, argumenta. ¡°No me interesa perfecci¨®n de la ejecuci¨®n. Para m¨ª lo importante es descorrer el tel¨®n y que, cuando lo hagas, la ilusi¨®n parezca real. Aunque solo sea por un segundo. En este caso, lo que me interesa es crear la ilusi¨®n de un Museo-Cenicienta¡±.
Esto ha pasado de ser una industria elitista a una del espect¨¢culo Francesco Vezzoli ?
Los nombres c¨¦lebres salpican la conversaci¨®n y la obra de Vezzoli. Uni¨® a Lady Gaga y el ballet Bolshoi para el 30 aniversario del MOCA en Los ?ngeles, hizo que Cate Blanchett y Natalie Portman reinterpretaran de forma improvisada una obra teatral de Pirandello en el Guggenheim de Nueva York e ide¨® el tr¨¢iler de un falso remake de la pel¨ªcula Cal¨ªgula protagonizado por Helen Mirren, Milla Jovovich o Courtney Love. El italiano afirma que trabaja con personajes famosos por su valor como ¨ªdolos contempor¨¢neos. ¡°Son los nuevos dioses griegos¡±, sostiene. ¡°Y yo me veo como un productor. Organizo cosas extra?as y locas¡±.
Seg¨²n Vezzoli, es precisamente la alocada naturaleza de sus proyectos lo que provoca a veces equ¨ªvocos. Por ejemplo, la decepci¨®n que caus¨® su acci¨®n en el Guggenheim con Blanchett. ¡°No es mi trabajo invitarte a ver una buena obra de teatro. ?D¨®nde est¨¢ el arte en eso? Si quieres ver una representaci¨®n de Pirandello con Cate Blanchet vete a un teatro de verdad. Tiene que haber una diferencia entre lo real y mi parodia. Se trata de plantear algo tan loco y ambicioso que solo hecho de hacerlo posible ya es una obra de arte¡±.
El museo ef¨ªmero es una parada m¨¢s de Prada en el mundo del arte. Desde luego, no la ¨²nica. El a?o pasado inaugur¨® en Venecia una primera sede en la que exhibir la colecci¨®n de la Fondazione Prada y este a?o espera abrir la segunda, en Mil¨¢n. Adem¨¢s, el museo Metropolitan de Nueva York prepara para esta primavera una exposici¨®n sobre Miuccia Prada y Elsa Schiaparelli. ¡°Es un a?o muy bueno para ella¡±, admite Vezzoli. ¡°Se lo merece y est¨¢ en una posici¨®n fant¨¢stica. Es la mente creativa y tambi¨¦n la propietaria de la compa?¨ªa. Por eso puede conducir el coche a una velocidad supers¨®nica. Es como si Bernard Arnault y Nicolas Ghesqui¨¨re fueran una misma persona¡±.
Como el matrimonio Prada, otros titanes del lujo como Bernard Arnault (LVMH) y Fran?ois Pinault (fundador de PPR) han decidido construir centros en los que exhibir sus colecciones privadas. Para ello, Par¨ªs, Venecia y Mil¨¢n albergan o albergar¨¢n edificios ideados por Tadao Ando, Frank Gehry o Koolhaas. Tendencia que genera un debate sobre el l¨ªmite entre el arte y el marketing. ¡°Yo no veo el problema. Es un dinero muy limpio porque sale de la creatividad y no, pongamos, del tabaco¡±, defiende Vezzoli. ¡°La moda es una industria elitista, pero vende placer y alegr¨ªa. Ahora, sus beneficios se invierten en arte serio. No s¨¦ qu¨¦ responder cu¨¢ndo me preguntan sobre los peligros de esto. El problema est¨¢ en los cr¨ªticos. Son muy mayores. La industria del arte en la ¨²ltima d¨¦cada ha crecido mucho. Ellos siempre pronostican su fin, pero cada feria logra un mayor r¨¦cord de ventas. Esto ha pasado de ser una industria elitista a una del espect¨¢culo. No es que los cr¨ªticos sean malos, es que lo que est¨¢ ocurriendo hoy es inconcebible para sus est¨¢ndares pol¨ªticos e intelectuales. Moralmente, les parece una aberraci¨®n¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.