"Soy absolutamente an¨¢rquica, pero me aterra lo que se nos viene encima"
Pone todas las noches al p¨²blico en pie con su papel de madre descarnada en 'Agosto'. Un ¨¦xito tan clamoroso que lleva a esta gran actriz a decir: "No me importar¨ªa retirarme"
En las cenas de la familia Weston se sirve pollo, pescado, pur¨¦ y zanahorias en la misma medida que desprecio, rencor, sarcasmo y caf¨¦ cargado. Lo primero lo cocina la sirvienta; al resto le pone el punto Violet, la madre enganchada a los tranquilizantes que interpreta en el teatro Valle-Incl¨¢n Amparo Bar¨®.
A veces le siguen el juego sus hijas, a quienes dan vida Carmen Machi, Alicia Borrachero y Clara Sanchis en el drama Agosto, ya un cl¨¢sico contempor¨¢neo de Tracy Letts, montado por Gerardo Vera para despedirse de su brillante etapa al frente del Centro Dram¨¢tico Nacional.
En ese pueblo perdido de Oklahoma, donde abrasa el calor, esta obra te mantiene atado a la butaca durante tres horas y 45 minutos en los que no sobra ni una coma. Bar¨® orquesta la desolaci¨®n de una familia con un papel gracias al que ha regresado por la puerta grande al teatro y con el que, dice, "merece la pena retirarse". Para esta actriz de la vieja escuela, el teatro es algo as¨ª como una batidora de emociones. Todo vale, todo revuelto y en el punto justo para ser servido al p¨²blico. No ha tenido baches en su carrera desde que comenzara con Adolfo Marsillach en escena a los 20 a?os, contando sus triunfos en televisi¨®n con series como El internado o Siete vidas: "Empec¨¦ pensando hacer 13 cap¨ªtulos y acabamos rodando 204". Pero el ¨¦xito en el teatro le sabe distinto. Con Agosto (en cartel hasta el pr¨®ximo d¨ªa 19) lo saborea cada noche.
?C¨®mo aborda una actriz un personaje que ans¨ªa protecci¨®n, desea la compa?¨ªa de su familia y sin embargo se limita a destruir todo lo que lo puede hacer posible?
Es tan compleja Violet que, aparte de su adicci¨®n, sus historias, su resentimiento, representa el deseo de acaparar cari?os y al tiempo triturarlos. No es natural, pero s¨ª es bastante propio de algunas personas reales, el ser humano.
?El ser humano o las madres posesivas?
Esta historia se desarrolla en Estados Unidos, pero podr¨ªa ocurrir en cualquier lugar del mundo.
No s¨¦ qu¨¦ lleva a la gente a la autodestrucci¨®n, somos muy miserables
Es universal y puede ser un cl¨¢sico, si no lo es ya. Ese af¨¢n de proteger a los hijos pero machacarlos, ese vicio de ironizar y destrozar, despreciar, echar en cara los rencores, sentir que puedes estar por encima, algo a lo que le ayuda su atiborramiento de pastillas, es desolador y as¨ª lo manifiesta.
Y lo hace sobre todo en los momentos rituales, con cenas de por medio.
Cenas tenebrosas, terror¨ªficas, en la que va uno por uno y recibe tambi¨¦n su raci¨®n. Me parece tan de verdad que me da miedo. S¨ª, es as¨ª. Yo conozco personas as¨ª, he vivido, he sufrido esas escenas, no con esa brillantez, por supuesto.
Pero s¨ª con ese aire, esa atm¨®sfera. S¨ª, esos sentimientos tan sucios.
?Qu¨¦ nos pasa? ?Qu¨¦ nos ocurre en esas reuniones familiares para que seamos tan demoledores, tan crueles?
Ego¨ªsmo, aferrarnos a lo poquito que nos queda. Necesitamos engancharnos a esos m¨ªnimos lazos, pero cuando los perdemos y nos vemos absolutamente solos, nos derrumbamos y quiz¨¢ luego pensamos: ?qu¨¦ he hecho?, ?qu¨¦ me queda? No me queda nada, y lo poco que ten¨ªa lo he despreciado, lo he tirado por la borda sin ni siquiera intentar dirigirle la palabra...
?Por qu¨¦ el odio, el rencor, es tan poderoso que no frena los ataques incluso cuando sabes que los arrepentimientos despu¨¦s, en soledad, son mucho m¨¢s dolorosos?
Yo, Amparo, estoy pasando unos d¨ªas muy dif¨ªciles por una cuesti¨®n familiar. Y resulta que pienso en esto que le pasa a Violet todas las noches en un escenario y para m¨ª ser¨ªa imposible reproducirlo. Me parece tan tremendo que es imposible que Tracy Letts no lo haya sufrido en su propia carne para contarlo. No s¨¦ qu¨¦ lleva a la gente a la autodestrucci¨®n, somos muy miserables y el camino que conduce ah¨ª, tengo muchos a?os y no s¨¦ d¨®nde empieza. Busco en su pasado y no lo entiendo. Si la estudio, la observo muy propicia a llegar hasta donde llega.
?Es dif¨ªcil encontrar en ella un atisbo de pureza?
S¨ª, muy dif¨ªcil. Es mala, mala porque todo lo que cuenta, todos los sacrificios que echa en cara a sus hijas, los ha ido comiendo, regurgitando...
?Qui¨¦n no habr¨¢ vivido este tipo de tensiones familiares? En eso la obra tiene un inequ¨ªvoco esp¨ªritu navide?o, pero por el lado siniestro. Seguro que usted es una excelente persona, pero ?a qui¨¦n no le aterra esa maldad que podemos llevar dentro?
Da mucho miedo. Hay que conocer ese lado para no ejercerlo. Que no dominen el da?o, el dolor. Es recomendable conocerlo para evitarlo o suavizarlo. Esta obra me ense?a tanto... Yo soy lo que soy y como soy por haber hecho teatro. Ha forjado m¨¢s de m¨ª como persona. Me ha hecho mejor.
?C¨®mo a estas alturas se le ocurre entonces meterse en la piel de ese monstruo?
En esta prejubilaci¨®n, yo necesitaba solo hacer teatro. Y, bueno, qu¨¦ suerte, m¨¢s cuando me dicen que si yo acepto tiene que hacerlo conmigo Carmen Machi, imag¨ªnate qu¨¦ alegr¨ªa. En su generaci¨®n no hay otra como ella, es superdotada.
Y juntas, en ese duelo, m¨¢s.
Nos entendemos tanto...
?C¨®mo es eso?
Es esencial la generosidad. Saber que si haces la pausa, te mira; que cuando coloca una frase, t¨² la observas y la dejas hacer, esa compenetraci¨®n... El teatro, vamos a ver, es sentido com¨²n y algo de o¨ªdo, si no mucho. Los tonos de Carmen, c¨®mo brinda tu frase, c¨®mo escucha, es muy dif¨ªcil Cuando ella habla en el escenario, es tan hermoso escuchar c¨®mo coloca las frases. Es muy grande y trabajar as¨ª todo te lo hace f¨¢cil. No ves los decorados, no escuchas la m¨²sica, no te fijas en las escaleras, solo en quien tienes delante. Soy muy ego¨ªsta, claro, y a lo mejor esto es lo ¨²ltimo que hago. No me importar¨ªa no volver a hacer teatro.
As¨ª que cree que un t¨ªtulo y un personaje as¨ª son para retirarse, para salir por la puerta grande.
S¨ª, s¨ª. Y nunca hab¨ªa dicho que me fuera a retirar, pero s¨ª.
Dice entonces usted que el teatro es sentido com¨²n y algo de o¨ªdo. Pues como la vida...
O¨ªdo, o¨ªdo, escuchar. La gente dice: qu¨¦ dif¨ªcil, qu¨¦ memoria.
La memoria est¨¢ ejercitada, de lo que se trata es de hacer creer al p¨²blico que es la primera vez que te lo dicen.
En teatro es esencial la generosidad. Es sentido com¨²n y algo de o¨ªdo
Casi siempre es nuevo lo que oyes, porque se entona de manera diferente o porque el p¨²blico es distinto. La energ¨ªa es distinta y eso es verdad, no es ninguna cursilada ni ninguna tonter¨ªa, es como si te tocaran. El silencio de 500 personas te golpea.
?Cada d¨ªa una nueva seducci¨®n?
Todos los d¨ªas; el p¨²blico acude a un estreno. Lo importante es hacer que parezca que est¨¢ ocurriendo. Si el oficio de actor no tiene nada de especial, se trata de mentir...
Ya le digo, como en la vida...
No, no, yo no me llevo el personaje a casa. Bueno, ylo de mentir, yo, Amparo, el tipo de mentiras que digo no me atormentan. No son malas. Pero la mentira existe.
Eso es una gran verdad.
Y en lo nuestro, que es un oficio, consiste en mentir de tal manera que el p¨²blico que lo recibe crea que es verdad.
Pues eso, como en la vida, oiga.
Bueno, ya, bien, el teatro es mentir. Pero incluso cuando le prestas tu mentira a los personajes. Yo no lloro en escena por lo que le pasa a Violet, lloro por lo que me puede pasar a m¨ª, Amparo, lo capitalizo, lo aprovecho.
A ver... Una vez, a Marylina Ross, la gran actriz argentina que hizo La Raulito, le pregunt¨¦: ?C¨®mo puedes hablar a c¨¢mara as¨ª, con esa verdad? Me dijo: No importa. Todo lo que sientas lo capitalizas y lo utilizas para actuar. Y me acord¨¦ en una funci¨®n que aprovech¨¦ el dolor que me produjo la muerte de mi perro nada m¨¢s... Lo saqu¨¦. No lloraba por mi personaje, lloraba por mi perro.
Y ahora, ?qu¨¦ le mete a Violet en el escenario para que le salga tan tremenda? ?Qu¨¦ le remueve por dentro?
Ahora mismo lo que siento es mucha rabia.
Muy bueno y muy provechoso para ese personaje.
S¨ª, mucha rabia, estoy dolorida, me siento impotente, no s¨¦ c¨®mo solucionar cosas que no puedo solucionar porque es imposible.
?A su edad? Quiero decir: ?se siente eso toda la vida?
Creo que s¨ª. Es un hecho.
?La rabia cambia? ?La impotencia cambia? ?Es mayor? Yo pens¨¦ que con los a?os se relativizaba, no me asuste.
Es peor, eres m¨¢s d¨¦bil porque eres m¨¢s consciente de que hay cosas que no se pueden solucionar. Hay cosas que por m¨¢s escalones que subas no alcanzas. No entiendes. No entiendes por qu¨¦ ocurren, por qu¨¦ pasan. No puedes hacer nada, ni solucionar nada, ni a ti, ni a nadie, hay que ir salv¨¢ndose solo. No lo s¨¦. Esta es una entrevista muy rara.
Perd¨®neme.
No, no hay problema. Esto voy yo y lo capitalizo en escena, ver¨¢s.
?No se acostumbra uno al dolor?
No, a eso no te acostumbras, es mentira. El dolor importa, el que puedes haber provocado y el que te provocan. La gente, el mundo, importa, y t¨² cada vez puedes menos. El trabajo es lo que me salva.
Y el ¨¦xito, supongo.
S¨ª, pero no el personal; el coral, el de un grupo, el de un trabajo conjunto. Tambi¨¦n lo que le toca a uno... En eso, poquito, tengo mi parte de vanidad, normalita, no crean que me paso; sino, uno no saldr¨ªa ah¨ª, eh. Aunque, insisto, los actores no somos nada especiales.
Bueno, en fin...
No, no.
Dicen del ego, pero yo creo que en su caso es un ego fr¨¢gil.
S¨ª, no es como el que debe de tener Jos¨¦ Tom¨¢s para jugarse la vida. Somos d¨¦biles, mucho. El miedo al examen en p¨²blico impone.
El teatro tiene eso, la tele no; se gana m¨¢s pasta, eso s¨ª.
Hombre, claro, no hay comparaci¨®n posible, la tele es otra cosa, se quema, se va.
Aunque en la tele, junto a usted, en 'Siete vidas' desfilaron quienes hoy en teatro y cine marcan un tiempo. Ah¨ª tambi¨¦n fue madre, pero de una generaci¨®n de actores, pero en la vida real no ha sido as¨ª. ?C¨®mo afronta esa ficci¨®n?
S¨ª, f¨ªjate, Carmen Machi, Blanca Portillo, Paz Vega, Javier C¨¢mara, Anabel Alonso, Gonzalo de Castro, Mar¨ªa Pujalte... pero el 50% del ¨¦xito: los guionistas. ?C¨®mo lo afronto? Como una madre postiza, de mentira. Madre de teatro, simplemente.
Y la suya, nada que ver con Violet. Vivi¨® con usted hasta el final. ?C¨®mo era?
No puedo hablar serenamente de ella, y hace a?os que muri¨®. No ve¨ªa nada m¨¢s que por m¨ª y al mismo tiempo tambi¨¦n me dec¨ªa: ?Por qu¨¦ no te pones una falda alguna vez? Una mujer apasionada por la lectura, sin grandes estudios, pero tremendamente curiosa. Viene de familia porque a m¨ª mi abuelo me contaba Las mil y una noches y era zapatero.
Familia humilde.
S¨ª, s¨ª, infancia en Barcelona, colegio la Divina Pastora con monjas que ni me pellizcaron ni me pegaron, quise empezar Filosof¨ªa y Letras, pero fue cuando en casa hubo una debacle.
?Cu¨¢l?
Pues una debacle econ¨®mica y aquello se fue al garete. Nos tuvimos que cambiar de casa, mi padre estuvo en la c¨¢rcel.
?Razones pol¨ªticas?
No, ten¨ªa una empresa metal¨²rgica y por lo que me contaron se gast¨® lo suyo, lo del socio y lo de todo el mundo. No fue por razones pol¨ªticas, a lo mejor dar¨ªa m¨¢s tono, pero resulta que no.
Eso cambia la vida. ?Se ha planteado qu¨¦ podr¨ªa haber sido de usted de no haber ocurrido?
Pues a lo mejor no hubiese sido tan estupendo. A lo mejor ni la mitad de bien. No lo he pensado. No me acuerdo, me avergonzaba lo que nos hab¨ªa pasado, era doloroso.
Lleva usted mal los clich¨¦s. Lo digo por aquello que le dijo una vez un taxista: que si era actriz, se daba por supuesto que era usted de izquierdas.
Bueno, aquello fue una an¨¦cdota que cont¨¦ un d¨ªa sin la menor importancia. Ni me enfad¨¦ ni nada. Me mont¨¦ en el taxi y me solt¨®: "Yo, rojo de toda la vida, como usted". Le respond¨ª: "Perd¨®n, ?c¨®mo dice? Me parece que habla de mi personaje en la serie Siete vidas, no de m¨ª. Si yo interpretara a una puta, ?me lo considerar¨ªa? No, ?verdad? Pues yo ni soy roja ni soy puta.
?Y qu¨¦ es usted?
Absolutamente an¨¢rquica. Aunque me aterra lo que se nos viene encima.
Peor que en otras ¨¦pocas no vamos a estar.
Bueno, bueno. Puede venir un tsunami, se remueve todo bajos los pies.
?Tiene miedo?
Yo creo que lo tengo porque lo he mamado desde peque?a. Me acuerdo de cuando nos tapaba mi madre con el edred¨®n cuando los bombardeos, de c¨®mo se mov¨ªan los platos o de c¨®mo mi abuelo iba andando al refugio mientras los dem¨¢s corr¨ªan y mi madre le preguntaba: ?Por qu¨¦ no corres?". Y ¨¦l respond¨ªa, con toda l¨®gica: Porque entonces a lo mejor me da. El azar, no saber d¨®nde puede caer la bomba. No s¨¦, de todo eso me acuerdo...
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