"No est¨¢ claro que el mal sea castigado"
La argentina Claudia Pi?eiro publica su primera novela negra oficial: 'Betib¨²'. La narradora ha creado una pareja de detectives: una escritora y un periodista. En el libro se hace un agud¨ªsimo an¨¢lisis de la crisis que vive la prensa
Como a traici¨®n, ¡°cuando estaba a media escritura el g¨¦nero me tomaba¡±, confiesa hoy, cansada en esta intensa BCNegra, Claudia Pi?eiro (Buenos Aires, 1960) para explicarse de alg¨²n modo la aparici¨®n de elementos de novela negra en casi la mitad de sus obras de narrativa: ¡°Nunca me sentaba a escribir polic¨ªaco, pero esa presencia estaba ah¨ª y eso me deja en alg¨²n lugar del g¨¦nero negro, pero aqu¨ª s¨ª que es la primera vez que, desde la primera l¨ªnea, me propuse que lo fuera¡±. El t¨ªtulo en cuesti¨®n es Betib¨² (Alfaguara) o el supuesto suicidio de un rico empresario argentino del que dudan una escritora en crisis personal y profesional (apodada Betib¨² por parecerse al dibujo de Betty Boop), un veterano periodista de sucesos apartado por inc¨®modo y su joven sustituto, sin referente alguno y experto s¨®lo en twittear.
A pesar del famoso Bustos Domecq (el m¨ªtico d¨²o Bioy Casares-Borges) y su colecci¨®n El s¨¦ptimo cielo, ni es f¨¢cil ni est¨¢ muy bien valorado escribir novela negra en Argentina. ¡°Son esos prejuicios tan t¨ªpicos de mi pa¨ªs que hacen como que debas protegerte del g¨¦nero; todo es muy aguerrido en la discusi¨®n literaria argentina¡±, expone la narradora que, en cambio, recita una serie de escritores j¨®venes (¡°Leonardo Oyola, Marcelo Luj¨¢n, Carlos Salem¡¡±) que empujan el g¨¦nero.
Admite la autora de Las viudas de los jueves (premio Clar¨ªn, 2005) que, en sus primeras novelas, las tramas policiales ¡°eran flojas, pero ahora me he hecho cargo del g¨¦nero a plena conciencia¡±. ?Por qu¨¦, sin embargo, aparec¨ªan esos elementos? ¡°Por mi fijaci¨®n por la muerte, un tema que me atraviesa y quiz¨¢ tambi¨¦n porque mi otra gran obsesi¨®n es armar la conciencia de unos personajes, por decirlo en palabras de David Lodge, y eso me lleva a ponerlos en situaciones l¨ªmite; en Las viudas¡, por ejemplo, se refleja una gente que va perdiendo sus bienes y su estatus social; ?hasta d¨®nde est¨¢n dispuestos a llegar para no perderlo? ?Implica eso el crimen? Ah¨ª me interesa lo negro¡±.
Le gusta a Pi?eiro forzar el g¨¦nero. Una de las v¨ªas que usa para ello es, seguramente, la m¨¢s dif¨ªcil: el lenguaje. En Betib¨², todo es un largo di¨¢logo en estilo indirecto muy libre, de fraseolog¨ªa muy corta, que hace m¨¢s dif¨ªcil aplicar las t¨¦cnicas tan propias de la novela negra: la descripci¨®n de la acci¨®n, la p¨¦rdida del di¨¢logo picado y cortante¡ El resultado, gracias a su estilo tan cercano al habla, es, sin embargo, muy ¨¢gil. ¡°Es un poco lo que buscaba Manuel Puig, tratando de escuchar c¨®mo habla la gente; recuerdo los ejercicios de dramaturgia que encargaba Mauricio Kart¨²n, que nos obligaba a coger una libreta e ir a un bar o agarrar un colectivo [autob¨²s] y escribir textualmente, sin cambiar nada, ni tan siquiera la estructura gramatical, tal y como lo dec¨ªa la gente¡±. Le sirvieron, sin duda.
La culpa de haber sido testigo de algo malo sin haber hecho nada para evitarlo es el motor de fondo de la trama polic¨ªaca orquestada por la autora, un tema que dice que la impresion¨® sobremanera cuando ley¨® una entrevista a Stieg Larsson en la que explicaba su comprometida militancia en oeneg¨¦s destinadas a mujeres v¨ªctimas de abusos: ¡°De joven hab¨ªa visto c¨®mo forzaban a una chica y no intervino, admit¨ªa, y esa confesi¨®n me afect¨® tanto como que su expiaci¨®n de la culpa viniera por una ONG¡±. ?Pero son tiempos ¨¦stos de gentes arrepentidas por mala conciencia? ¡°No, la tendencia es hoy como si nadie tuviera nada que ver con muchas situaciones, como vemos en la crisis econ¨®mica¡±.
Tambi¨¦n impregna la atm¨®sfera delictiva la sensaci¨®n de que el mal, poderoso, est¨¢ muy por encima del ciudadano medio y el castigo nunca es autom¨¢tico. ¡°Mi mirada social sobre eso viene marcada de alg¨²n modo al formar Argentina parte de unos pa¨ªses donde las instituciones tienen manejos poco claros por ser democracias muy tiernas y muy cercanas a dictaduras que arrastran sus cr¨ªmenes¡ En ese contexto, muchas veces se hace dif¨ªcil construir un detective impoluto, que no sea corrupto cuando cada d¨ªa lees en los diarios sobre la existencia de bandas mixtas entre delincuentes y polic¨ªas, antiguos militares¡ En ese sentido, mis novelas son inmorales porque no est¨¢ claro que el mal sea castigado, ni tampoco se sabe bien qui¨¦n lo ejerce¡±.
Betib¨², trama negra aparte --que, seg¨²n su autora quiz¨¢ podr¨ªa ser el origen de ¡°una pareja detectivesca¡± entre la escritora y el veterano periodista Jaime Brena--, es su agud¨ªsimo an¨¢lisis de la crisis que vive la prensa, atrapada entre su desmoronamiento econ¨®mico y sus cada vez m¨¢s frecuentes cruzadas contra los gobiernos. ¡°Pongo en tela de juicio esas dos lecturas, que en muchos casos son fruto de peleas por negocios y no en aras de buscar la verdad¡±. Esa distorsi¨®n, constata Pi?eiro, se traduce ya en los contenidos: ¡°lo noto como escritora, por el tipo de periodistas que me entrevistan, y tambi¨¦n como lectora¡±. Y sentencia: ¡°la deriva de las empresas period¨ªsticas est¨¢ arrastrando al oficio: veteranos prejubilados, desmembraci¨®n de las redacciones como escuelas del oficio¡ Por ejemplo, se ha perdido ya la tradici¨®n de policiales [sucesos], que es donde siempre han estado los mejores escritores¡±. Y, como en el libro, aparece as¨ª el recuerdo del escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh, el que, am¨¦n de la imponente frase ¡°si no hay justicia, que al menos haya verdad¡±, asegur¨® que el periodismo era el arma adecuada. ?A¨²n es as¨ª?¡¯ ¡°Hay que recuperarlo¡±, sentencia Pi?eiro. Y si no, que dispare la novela negra.
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