El hombre que no se iba
La mecedora, de Jean-Claude Brisville, ha colgado el ¡°no hay entradas¡± en el Valle-Incl¨¢n Un texto did¨¢ctico en exceso, muy bien dirigido por Flotats, que no act¨²a pero ha dejado su impronta en Helio Pedregal
1 Flotats sigue fiel a Jean-Claude Brisville: tras La cena y El encuentro de Descartes con Pascal joven llega La mecedora al Valle-Incl¨¢n, donde agota localidades y bienvenido sea, aunque creo que hubiera podido defenderse perfectamente en el teatro comercial. La mecedora (Le fauteuil ¨¤ bascule, 1982) es la primera obra de Brisville. Se estren¨® en el Petit Od¨¦on, dirigida por Jean-Pierre Miquel, y obtuvo un gran ¨¦xito. Quiz¨¢s sea la pieza m¨¢s personal, m¨¢s biogr¨¢fica de su autor, un editor de prestigio (Hachette, Julliard) que a los sesenta a?os, y tras haber dirigido Livre de Poche durante cinco, fue ¡°anticipadamente jubilado¡± por sus nuevos jefes, lo que le permiti¨® convertirse en autor dram¨¢tico. La mecedora pronostica con una absoluta claridad de visi¨®n y tres d¨¦cadas de adelanto buena parte de los males que aquejan a la edici¨®n de hoy; que sea una buena funci¨®n es otro asunto: las admirables tesis que sostiene Jer¨®nimo (Helio Pedregal), el viejo editor protagonista, podr¨ªan condensarse perfectamente en un art¨ªculo cuya lectura no nos ocupar¨ªa m¨¢s de media hora. Si los mimbres dram¨¢ticos de La mecedora me parecen muy endebles es porque a) el protagonista no tiene antagonista y, b) la premisa argumental resulta escasamente cre¨ªble. A un lado del ring, Jer¨®nimo defendiendo la edici¨®n minuciosa, el placer de la lectura, el respeto al escritor, y toda una serie de cosas estupendas: es el editor so?ado, por no decir el t¨ªo cultivado y un punto exc¨¦ntrico que todos quisi¨¦ramos tener. Al otro, Osvaldo (Eleazar Ortiz), el taimado jefazo que le ha puesto de patitas en la calle: un tipo g¨¦lido, antip¨¢tico, m¨¢s tieso que un palo, con el mercado como ¨²nico norte, postulador del ¡°libro autodestruible¡± y de que hay que acabar con la libertad del autor (¡°hemos sido demasiado indulgentes¡±), entre otras lindezas. ?De parte de qui¨¦n nos vamos a poner desde el minuto uno? No hay combate. No hay dial¨¦ctica: hay serm¨®n. Como presunto fiel de la balanza tenemos a Gerardo (Daniel Muriel), un chaval encantador (ingenuo, coraz¨®n de oro, etc¨¦tera), que parece ser (me temo que en esa parte me dorm¨ª un poco) el amante de Osvaldo y que comparece para darle la raz¨®n, como si hiciera falta, al viejo editor: el sobrino ideal. ?Jer¨®nimo no tiene ning¨²n defecto? S¨ª. Lo tiene: es un pelmazo de tres pares de narices que no se larga ni ech¨¢ndole agua caliente. La acci¨®n transcurre en la lujosa casa de Osvaldo, que est¨¢ a punto de irse pitando al aeropuerto cuando llega Jer¨®nimo y le pide cinco minutos de su tiempo. Jer¨®nimo es un adepto practicante de la ¡°t¨¦cnica Colombo¡±, que consiste, como recordar¨¢n, en hacer ver que te vas y, desde la puerta, musitar ¡°a prop¨®sito, hay algo que se me olvidaba¡±. (La gabardina que lleva tambi¨¦n ayuda). Cuando esto se repite unas seis veces comienza a adelgazarse la verosimilitud de la premisa. Se supone que Osvaldo conoce de sobra la pesadez de su empleado. ?Por qu¨¦ no le echa y santas pascuas? ?Se siente culpable, quiere arreglar la situaci¨®n? No parece. No le echa porque si lo hace se acaba la obra. So pena, claro, de acercar peligrosamente la trama a una versi¨®n highbrow de La cena de los idiotas. Al final hay un intento de mano tendida que no pormenorizo y que, a mi modo de ver, culmina esa tendencia hacia lo incre¨ªble, tambi¨¦n llamada ¡°estrategia de gui¨®n¡±.
La mecedora est¨¢ estupendamente dirigida y muy bien interpretada, pero (digo con un pie en la puerta, a la manera de Colombo) hay algo que no me acaba de convencer. El trabajo de Helio Pedregal es vigoroso y sugestivo, aunque tuve la rara impresi¨®n de estar viendo a un clon de Flotats, como si Flotats le hubiera modelado a su imagen y semejanza. Los mismos gestos, las cadencias de la voz, los tics¡ M¨¢s sangu¨ªneo, eso s¨ª. No digo que sea ileg¨ªtimo hacerlo, Dios me libre: se?alo que me provoc¨® una considerable extra?eza. Sugerir¨ªa que eso es despojar a Pedregal de su esencia, de su forma ¨²nica e inconfundible de interpretar un papel, pero ¨¦l sabr¨¢. Como espectador, creo que va contra la comedia: no veo al personaje, veo a un actor que hace una impresionante imitaci¨®n de Flotats. Para ser justos, dir¨ªa tambi¨¦n que me quedo solo en mi apreciaci¨®n. La gente, a la salida, parec¨ªa encantada: ¡°Era como si estuvi¨¦ramos viendo al mism¨ªsimo Flotats¡± fue la frase que m¨¢s escuch¨¦. Ah¨ª se me abre otro interrogante. ?Por qu¨¦ no ha interpretado Flotats a Jer¨®nimo, un personaje que le iba al pelo y hubiera dado un cartel muy atractivo y una muy buena taquilla? Lo ignoro. Quiz¨¢s porque aunque Flotats no est¨¦ es ¡°como si estar¨ªa¡±, que dicen en Navarra.
2 Tambi¨¦n he visto dos notables funciones en el Lliure. La primera, un nuevo montaje de Hedda Gabler (Gr¨¤cia), dirigido por David Selvas, que el pasado a?o nos regal¨® una Gaviota de envergadura. La funci¨®n est¨¢ resultando un taquillazo y en marzo se ver¨¢ en La Abad¨ªa. Excelente reparto y entregad¨ªsimo trabajo de Laia Marull, aunque acerca demasiado a Miss Gabler a la psicopat¨ªa desatada: quien se lleva el gato al agua, para mi gusto, es un soberbio Pablo Derqui en el rol de Lovborg. La segunda, en Montju?c (y tambi¨¦n en marzo en el Valle-Incl¨¢n, que coproduce), nos devuelve a un Pasqual en plen¨ªsima forma: estreno absoluto en Espa?a, que yo sepa, de Quitt, m¨¢s que oportuna adaptaci¨®n de Los irrazonables se extinguen, un gran texto, muy brechtiano, de Peter Handke sobre los mecanismos y desmesuras del capitalismo. Brecht al cuadrado: el lado did¨¢ctico de Santa Juana y el lado alucinado y po¨¦tico de En la jungla de las ciudades. Superlativo elenco, sin una nota falsa: Eduard Fern¨¢ndez, Jordi Boixaderas, Andreu Benito, Jordi Bosch, M¨ªriam Iscla, Llu¨ªs Marco, Marta Marco y Boris Ruiz. Vayan haci¨¦ndoles un hueco en sus agendas. Se me olvidaba: otro ¨¦xito sorpresa en Barcelona, en el C¨ªrculo Mald¨¢. La reconsagraci¨®n de ese enorme actor que es Pep Tosar con Tots aquets dois (These Foolish Things), donde cuenta y canta la fabulosa historia de Guillem d¡¯Efak, negro, mallorqu¨ªn, cantante, poeta, gu¨ªa tur¨ªstico y hombre libre: un gran personaje real, un gran relato, un one man show de antolog¨ªa. O
La mecedora, de Jean-Claude Brisville. Versi¨®n de Mauro Armi?o. Direcci¨®n de Josep Maria Flotats. Teatro Valle-Incl¨¢n. Centro Dram¨¢tico Nacional. Madrid. Hasta el 19 de febrero. cdn.mcu.es. Hedda Gabler, de Henrik Ibsen. Versi¨®n de Marc Rosich. Direcci¨®n de David Selvas. Teatre Lliure. Gr¨¤cia. Barcelona. Hasta el 19 de febrero. www.teatrelliure.com. Teatro de La Abad¨ªa. Madrid. Del 22 de marzo al 8 de abril. www.teatroabadia.com. Quitt. Els irresponsables s¨®n en vies d¡¯extinci¨®, de Peter Handke. Versi¨®n de Feliu Formosa. Direcci¨®n de Llu¨ªs Pasqual. Teatre Lliure. Montju?c. Sala Fabi¨¤ Puigserver. Barcelona. Hasta el 26 de febrero. Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Del 7 de marzo al 1 de abril.
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